Siete años de lucha para homenajear a las víctimas del Holocausto en Amberes

Adoquines de la memoria en Bruselas para Berek y Pesah Swiatlowski Foto: Bella Swiatlowski Wikimedia Dominio Público

Después de siete años de pugna, las placas de la memoria en homenaje a las víctimas del Holocausto llegarán a Amberes. Los adoquines recordarán a los judíos asesinados por los nazis frente a la casa en la que vivieron antes de ser deportados.

Más de 60.000 adoquines dorados con el nombre de la persona, su fecha de nacimiento y la de su muerte, si se conoce, han sido instalados desde 1996 en calles de más de veinte países en todo el mundo, principalmente en Alemania pero también en ciudades de Noruega, Ucrania, España o Grecia.

Amberes, sin embargo, era una excepción casi única en Europa.

«El alcalde decidió que no las quería porque había consultado a la comunidad judía de Amberes, que son judíos ortodoxos, y esta no es la forma en la que ellos quieren conmemorarlo», explica la portavoz de la Asociación por la Memoria de la Shoah (AMS) belga, Nicole Weismann.

Desde la primera negativa a colocarlas, en 2011, la AMS y familias de víctimas han presionado a la Municipalidad (Ayuntamiento) de la localidad belga para obtener los permisos para instalar los adoquines de la memoria, alegando que cada familia debería poder honrar a sus seres queridos a su manera.

Según la portavoz de la AMS, las principales razones de la comunidad judía local para cuestionar la instalación de las placas son la posible falta de respeto de algún viandante y el hecho de que es imposible poner una por cada persona que fue asesinada durante el Holocausto.

Weismann opina que el acto de colocación del adoquín es simbólico y que la exterminación fue «tan inmensa» que es, efectivamente, imposible que cada uno de los millones de asesinados durante el régimen nazi tenga su homenaje.

«Ni siquiera si Gunter Demnig (el artista alemán que ideó el proyecto en 1993 y aún hoy elabora a mano cada placa) viviera cien años sería posible homenajear a todos los asesinados», explica.

Cada adoquín, según precisa el director de comunicación de la AMS, Michel Lussan, está hecho a petición de un pariente que ha sobrevivido.

«A veces es un hijo que tiene hoy en día 50 o 60 años, a veces es un nieto, a veces son personas que tienen hoy 90 años y que tenían 20 cuando ocurrió la Segunda Guerra Mundial y sus padres fueron deportados», cuenta.

Respecto a la falta de respeto que supone que los caminantes pisen la placa, Weismann opone que este es uno de los objetivos del proyecto, bautizado «Stolpersteine», una palabra que designa en alemán a una piedra con la que alguien puede tropezar.

«Por supuesto que la gente va a caminar sobre la placa, pero también la van a mirar. Ese es el objetivo de la placa, hacerles pensar, mirar a la casa y preguntarse quién fue la persona cuyo nombre está en la placa y qué le sucedió», expone Weismann.

Hasta este año, los sucesivos ayuntamientos de Amberes se habían mantenido firmes en su negativa a dar el permiso y, en ocasiones, habían dejado de contestar las peticiones de las familias.

A principios de 2018, la AMS decidió instalar varias placas sin autorización para forzar a las autoridades locales a tomar una decisión definitiva, lo cual empujó al actual alcalde, el nacionalista flamenco Bart De Wever, a pedir a un comité de expertos un informe sobre la situación de la memoria histórica en Amberes.

El informe fue favorable a la instalación «bajo un procedimiento preciso» y las primeras placas, ya fabricadas, llegarán a las calles de Amberes en los próximos meses.

Según Weismann, los descendientes de las víctimas están «aliviados porque saben que van a tener un sitio para verles».

«La mayoría de ellos no tiene una tumba, no están en un cementerio, no están en un lugar concreto», recuerda.

Weismann no espera descontento entre la comunidad judía que se oponía a las placas ya, que, insiste, «quien quiera podrá hacerlo y quien no quiera no lo hará».

Los judíos locales estaban a favor de erigir un monumento con todos los nombres de las víctimas del Holocausto en Amberes, un proyecto que aún no se ha materializado pese a llevar años en forma de propuesta.

Weismann considera compatibles ambas formas de homenaje. EFE

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