¿Premio consuelo para una crítica de Trump?

La Genesis Prize Foundation anunció que la ganadora de su primer “premio a la trayectoria a lo largo de su vida” sería la Jueza de la Corte Suprema de EE. UU. Ruth Bader Ginsburg, que tiene 84 años.
Pero una semana antes, la fundación anunció que el Premio Genesis 2018, también conocido como el “Nobel judío” por un valor de 1 millón de dólares, otorgado a los judíos sobresalientes en su campo, iría a la actriz Natalie Portman, que tiene 36 años.

Dos premios separados, ambos otorgados por la generosidad de la Genesis Prize Foundation.
Se trata de dos galardonadas que, además de su género y afiliación religiosa, representan mundos totalmente diferentes pero ambas personifican el logro profesional de las mujeres en la sociedad.

Esta es la primera vez que se otorgarán dos premios diferentes. Portman recibirá su Premio Génesis el próximo junio en la Knéset de parte del primer ministro y del presidente de la Knéset. Un mes más tarde, el ex presidente de la Corte Suprema de Israel, Aharon Barak, un amigo cercano de Ginsburg, le presentará el Premio Génesis de Trayectoria de Vida en Tel Aviv. Alguien que está familiarizado con los pormenores del premio encuentra mucha más significación que la que se puede apreciar.

Según algunas fuentes, hay una historia detrás de los premios: el premio central se suponía que iba a ir a la jueza Ginsburg. Ella fue informada de la decisión hace unas semanas por el comité del premio. Ella estaba encantada. Estaba claro que no podría quedarse con el dinero. En cualquier caso, los destinatarios suelen donar el millón a las causas sociales que apoyan.
Ginsburg decidió que la mitad del dinero del premio se destinaría a organizaciones de mujeres en los Estados Unidos, y la otra mitad a las organizaciones equivalentes en Israel. Ella le pidió a alguien en Israel que hiciera un mapa de todas las organizaciones de mujeres en el país para ella. Eso sucedió de hecho, y su oficina en Washington llamó a los beneficiarios para informarles de las cuantiosas donaciones que recibirían.
Pero el anuncio público no siguió. Algo salió mal. De acuerdo con una fuente cercana al comité, alguien recordó que en 2016, la jueza había atacado duramente al entonces candidato presidencial Donald Trump. Cuatro meses antes de las elecciones en Estados Unidos, lo llamó un “impostor” y dijo que si era elegido, iba a “mudarse a Nueva Zelanda”, como solía decir su difunto esposo.
Según la fuente, la información se dio a conocer a la Oficina del Primer Ministro. Pánico mayor. ¿Cómo reaccionaría Trump cuando viera una foto de su buen amigo Bibi presentando el premio más importante en el mundo judío ante la jueza que detesta, un icono liberal y partidaria declarada de Hillary Clinton? Pasaron varios días de correr frenéticamente entre las oficinas y los funcionarios, hasta que el premio fue quitado de Ginsburg y transferido a Portman.
Otra fuente del comité sostiene que esta no es la razón por la que a Ginsburg se le negó el premio. Esta fuente dice que el asesor legal del comité descubrió que a los jueces de EE. UU. se les prohíbe recibir premios monetarios de un país extranjero, incluso si vuelven a distribuir la suma a otros. En consecuencia, con gran pesar y pesar de lo desagradable, la decisión original fue anulada. Pero, ¿por qué no fue un punto tan básico como el que se verificó en una etapa anterior, y por qué la propia jueza no lo habría señalado al comité?

Después del vergonzoso cambio de sentido, no hubo intención de otorgar un premio a Ginsburg, algo que nunca se había hecho antes. Pero dada la escala del engaño, y a la luz de las duras respuestas de los actuales y antiguos jueces de la Corte Suprema de Israel, que se ofendieron en nombre de su colega estadounidense, se decidió compensar a Ginsburg. De ahí la decisión de entregarle el premio consuelo a la Trayectoria de Vida.