¿Favorece a Israel el triunfo de Trump?

Samuel Auerbach, Natania
El triunfo de Donald Trump fue festejado por la extrema derecha mundial que siempre se mantiene amenazante en los estados democráticos que velan por la coexistencia pacífica de todos sus ciudadanos, basándose en la libertad e igualdad sin distinción de razas o credos. No solamente fueron festejos, sino también actitudes que atemorizaron a habitantes que no son de raza blanca y a judíos por el nuevo impulso que tomó la ideología sanguinaria nazi.
La llamada derecha en Israel es distinta a la del resto del mundo. Sus ideas se refieren a problemas locales. La derecha israelí es contraria a la creación de un estado palestino con fronteras comunes, y sueña con anexar definitivamente los territorios administrados desde la guerra de los seis días. Esto tiene sus ventajas e inconvenientes. Las ventajas las obtendrán los que añoran una patria grande en extensión, que involucraría terrenos bíblicos judíos hoy en discusión. El gran inconveniente es que ello traería aparejado la inclusión en el estado de democrático de Israel, a una gran cantidad de musulmanes con derecho al voto que pondrían en peligro el carácter judío del estado. Incrementaría el odio palestino, el repudio de las potencias amigas y endurecería el estado de beligerancia con los países árabes vecinos. La derecha que hoy es dominante en el gobierno, trata de plasmar sus convicciones creando y expandiendo colonias en la Cisjordania con los inconvenientes ya señalados.
La llamada izquierda israelí aboga por llegar a un acuerdo de paz con los palestinos con la creación de un estado para su pueblo en parte de los territorios en disputa. Si bien esta solución de dos estados para dos pueblos sería apoyada por el resto del mundo democrático, con ello Israel incrementaría el riesgo a su existencia.  Tratar de hacer paz ahora con los palestinos como lo exige la oposición, es un arriesgado paso contra la seguridad del estado de Israel, mientras hayan organizaciones y países árabes vecinos que quieren que Israel desaparezca de la faz de la tierra. El nuevo país palestino podría ser fagocitado con facilidad por los extremistas árabes, quienes crearían allí un nuevo y muy peligroso frente enemigo.
La política de Barack Obama para el Medio Oriente no era buena porque satisfacía plenamente a la izquierda Israelí. Las promesas que Donald Trump le hizo a Israel durante su campaña, tampoco son buenas porque favorecen a la derecha israelí, a tal punto que el gobierno de Israel, dominado por la derecha y alentado por su victoria, aprueba la construcción de 1.400 nuevas viviendas en Ramat Shlomo, un barrio judío de Jerusalén este, ubicado más allá de la llamada “Línea Verde”.
Una posición sensata podría ser la de mantener los territorios administrados sin crear ni extender colonias, y esperar que desaparezca el peligro de muerte que pende sobre Israel, para recién comenzar las tratativas de paz con los palestinos. No basta con hacer la paz solo con los palestinos. La paz debe incluir a todos los vecinos árabes. Entonces habrá paz verdadera en la zona.
El camino puede ser largo, posiblemente muy largo, pero es el precio que los judíos deben pagar, si quieren conservar su patria como judía y mantener el tradicional apoyo de las potencias amigas.