El Siglo de los valientes bípedos

2 noviembre, 2017
Guerrilleros del ISIS - Foto Wikipedia

«New Yorkers show no fear despite ISIS video that warns of attacks in city»

(Daily News, 19.11.2015)

El pánico es una reacción que paraliza, inhabilitando la capacidad de actuar con inteligencia. El miedo, una herramienta de supervivencia que activa recursos para salir de una situación de peligro. Lo demuestra claramente la Etología, ciencia que estudia la conducta animal y que parece haber comprendido al Homo sapiens más que nadie. Célebres expertos, como el inapelable Charles Darwin, el zoólogo inglés Desmond Morris o el etólogo alemán Vitus B. Dröscher lo han dejado bien documentado. Sin el miedo, los cachorros de la leona morirían en las fauces de sus depredadores. Gracias al miedo la madre huye, esconde a sus crías o bien, cuando no queda otra opción para salvar a su prole, ataca.

En las antípodas de esta sabiduría animal, del instinto de vida que la preserva, el mundo humano se ha vuelto una jungla de valientes. La respuesta automática al horror de un atentado terrorista es salir a la calle a exclamar no tengo miedo, me siento seguro, como si el sentimiento de seguridad fuese garantía de estarlo en los hechos.

La historia del filicidio, el prontuario de esta especie (la única que a cada rato pierde la capacidad de defender a sus hijos) es larga, pero valgan algunos episodios. Hace décadas atrás, en un pequeño famosísimo país, unas bestias se inmolaban en autobuses, cumpleaños y calles peatonales. No había razón para tener miedo: por un lado, los terroristas atacaban como “forma de resistencia” y por el otro, el escenario quedaba lejos. Esos ataques no condenados masivamente, entre otras consecuencias, instruyeron al mundo del terror en el perfeccionamiento de sus técnicas de exterminio y lo condujeron a una conclusión tan obvia como trágica e irreversible: es extremadamente fácil… matar.

Londres, 22.03.2017. Las redes se llenan con un post: “We are not afraid”.

Barcelona, 17.08.2017. Pancartas: “No tenim por”.

Nueva York, 01.11.2017. Primeros informes: “A terrorist strikes, but we will not fear”.

Prensa alemana, 02.11.2017: la reacción en NY es calificada de “cool” y se entiende: el atentado al mercado navideño en Berlín, el 19.12.2016, demostró una vez más que el terror no discrimina edad ni altura de su blanco, pero solo generó medidas placebo de seguridad, nada contundente. En consecuencia, uno de los grupos más vulnerables de una sociedad, el de los niños, se encuentra en peligro porque sus padres y autoridades escolares (que, lamentablemente, no pertenecen a la familia de los félidos) aseguran que “No vamos a darles la razón con miedo a los terroristas encerrando niños en la escuela” (se omiten detalles para evitar inspirar nuevas ideas; los criminales no solo miran TV).

“No tengo miedo”, el leit motiv que define al animal humano del Siglo que nos toca. Olvida así

este mono peludo, como lo define Morris, que su depredador actual tampoco tiene miedo de morir en su propia masacre ni mucho menos le importa si sus víctimas sienten miedo o no.

“No tengo miedo”, dice el el bípedo humano y, valiente como nunca, corajudo como ninguna otra especie, sigue caminando, estoicamente, en dirección al lugar que lo guían sus depredadores: ese lugar del que nunca se vuelve.

 

Ana Valentina Benjamin

Berlín, 01.11.2017

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.