Un Allen decepcionante y banal

13 diciembre, 2017

Por Henry Weich

Galgal Anak (Wonder Wheel, EE.UU, 2017). Dirección y guión: Woody Allen. La protagonista del nuevo film de Allen, que van 48, uno por año, es Ginny (Kate Winslet), una camarera en un bar de ostras al lado de la playa del océano atlántico.

El film está ubicado en Coney Island en los años cincuenta, algo que ya Allen hizo en Radio Days, una nostalgia de su juventud, Ginny es una variación de la clase trabajadora de Jasmine de Cate Blanchett, uno de los filmes anteriores de Allen. Ginny fue actriz en su pasado, está casada con Humpty (Jim Beñushi), tras el fracaso de su primer matrimonio por un tema de infidelidad. Humpty es alcohólico en proceso de recuperación, corpulento, que pese a su conducta grosera y agresiva tiene un buen corazón, este se encarga de la calesita en un parque de diversiones. Ella no quiere a su segundo marido y siente que se merece una vida mejor.

Mickey (Justin Timberlake) hace de narrador, una especie de alter ego joven del propio Allen y nos va introduciendo en la acción, trabaja de salvavidas en la playa adyacente y es un estudiante de drama en la universidad neoyorquina, tiene ambiciones de convertirse en autor de teatro y para eso el director menciona a algunos nombres de famosos como
O’Neill, Chejov y hasta Shakespeare y por qué no Freud, ya que estamos.

Cree que el verdadero amor es el que surge a primera vista. De entrada
nos anuncia la llegada de Carolina (Juno Temple) que anda buscando a su padre Humpty, de un matrimonio anterior, al que no ha visto en años porque se ha casado con un mafioso italiano y ahora está huyendo de él porque ha dado información a la FBI sobre sus andares y los cadáveres que tiene en su cuenta, se está fugando de sus secuaces que la andarán buscando para eliminarla.

Para Ginny, conocerlo a Mickey y comienzar un romance, ella cree que él la salvará de su vida aburrida y falta de perspectiva. Cuando Mickey y Carolina se encuentran, ella no sabe que la mujer de su padre tiene una relación con él, es un amor a primera vista, al menos de parte de Mickey y ahí es donde naufraga la ilusión de Ginny que se va enterando de lo que sucede.

Otro personaje es Richie, hijo de Ginny, que tiene un hobby, hacer un incendio donde haya materiales y hasta lo hace en la clínica de la psicóloga a la que la escuela lo obliga a concurrir. Hay un contraste entre la vida oscura de los personajes y el lugar de diversiones en el cual transcurre y el fotógrafo italiano se luce en las escenas, tanto destacando lo grisáceo del bar de Humpty como la luminosidad de lo que rodea a la rueda gigante con sus atractivos.

La verdad es que el guión de Allen es banal, esquemático, como si no tuviera interés en los personajes que no ha desarrollado en ninguna faceta. Winslet es una actriz que ha pasado por muchos papeles con éxito pero aquí su aporte es pálido, los diálogos y los despliegues histriónicos no están refrendados por un guión consistente.

El papel de Timberlake le queda grande, un casting en el mejor de los casos chapucero. Si se puede pensar en alguna ironía, diría que está a costa del espectador que sigue con asiduidad las creaciones de Allen, ésta al menos es decepcionante.■

 

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