sáb. Feb 8th, 2025

Se escondió cuatro días entre maderas y pudo escapar de Auschwitz: la historia de Rudolf Vrba, el hombre que huyó para contar

18 de enero de 2025 , , , ,
Rudolf Vrba, en Londres, unos años después de la guerra

El escritor inglés Jonathan Freedland narra en “El maestro de la fuga” la increíble hazaña de un prisionero que escapó del campo de exterminio y volcó su testimonio en un informe que evitó 200.000 muertes

Por Ariana Budasoff

“En la actualidad hay cuatro crematorios funcionando en Birkenau, dos grandes, I y II, y dos más pequeños, III y IV. Los de tipo I y II constan de tres partes, es decir: (A) el cuarto de la caldera; (B) las grandes salas; y (C) la cámara de gas. Una enorme chimenea se eleva desde el cuarto de la caldera en torno a la cual se agrupan nueve hornos, cada uno con cuatro aberturas. Cada abertura es suficiente para tres cadáveres normales a la vez y después de una hora y media los cuerpos se han consumido completamente”.

Informe Vrba-Wetzler

Aún en el centro neurálgico de la fábrica de muerte en serie que montó el nazismo durante el Holocausto, ese lugar que, como la gran parte de los engranajes de esa máquina, comenzaba con un engaño, un cartel ondeante y cínico en la entrada que avisaba: “Arbeit macht frei” (el trabajo os hará libres). Aún el campo de exterminio de Auschwitz tenía una grieta. Un punto ciego que, con 19 años y una pulsión visceral por avisar al mundo lo que estaba sucediendo con los judíos en Europa -la denuncia más que la propia supervivencia- Rudolf Vrba y su compañero de fuga, Alfred Wetzler, un conocido al que se había encontrado en el corazón de la muerte, descubrieron.

Vrba había pasado por varios puestos de trabajo forzado en su trayectoria por los campos. Era sangre joven y el azar lo había ayudado. Principalmente había tenido que clasificar las pertenencias de los recién llegados en el sitio donde arribaban los trenes con los judíos que iban a ser asesinados, lo que incluía retirar los cadáveres de los que habían muerto durante el viaje. También trabajó en el registro de deportados, lo que le permitió hablar con algunas personas. En cada una de sus tareas trataba de observarlo todo, recopilar toda la información posible y grabarla en su memoria. Necesitaba contarle al mundo. Advertir a los judíos para que se sublevaran, para que dejaran de subirse a los trenes creyendo que iban a un lugar mejor.

Rudolf Vrba en un juicio por crímenes de guerra en Fráncfort, Alemania, en 1964

Cuando Vrba y Wetzler se encontraron, planearon escapar.

El 7 de abril de 1944, apañados por otros dos prisioneros, se escondieron debajo de una gran pila de madera estancada, destinada a una futura construcción que no iba a concretarse pronto. Una pila amontonada entre las vallas perimetrales del interior y el exterior del campo; un lugar que, si no había alerta de fuga, quedaba sin vigilancia por la noche. Para evadir a los perros con los que los iban a buscar al darse cuenta de su ausencia, según habían aprendido en intentos de huida de otros prisioneros, rociaron la zona con tabaco impregnado en gasolina, un truco que les había enseñado un prisionero soviético. Por la noche, un oficial de las SS advirtió que faltaban dos y dio aviso a los demás. La cacería para encontrarlos había comenzado.

Vrba y Wetzler se quedaron escondidos e inmovilizados bajo las tablas durante tres noches y cuatro días. También habían aprendido que el protocolo indicaba ese tiempo de búsqueda antes de darlos por fugados. Si lograban quedarse ocultos sin que los descubrieran podrían salir. Wetzler contó en sus memorias que apretaban con las mandíbulas tiras de franela que se habían metido en la boca cada vez que les picaba la garganta. Tenían el cuerpo agarrotado. Los músculos tiesos. Pero las SS no habían dado con ellos, aunque se habían acercado más de una vez. Por fin escucharon el grito que avisaba que la búsqueda se desactivaba.

La noche del 10 de abril salieron del montón de madera arrastrándose. Huyeron hacia Eslovaquia. Caminaron unos 130 kilómetros. Escalaron montañas. Cruzaron ríos. Lo lograron.

“A un lado existe una gran ´sala de recepción´, que está acomodada de tal modo que da la impresión de ser la antecámara de un establecimiento de baños. Esta alberga a 2000 personas y al parecer hay una sala de espera similar en la planta de abajo. A partir de ahí, una puerta y unos escalones conducen a la cámara de gas por un largo y estrecho pasillo. Las paredes de esta cámara también están disfrazadas con entradas similares a cuartos de ducha, con el fin de engañar a las víctimas. Este techo está equipado con tres trampas que pueden ser herméticamente cerradas desde el exterior”.

Informe Vrba-Wetzler

“No me parecía que mi plan de escape no tuviera ninguna esperanza. Los alemanes creían firmemente que habían creado un sistema impecable. Y yo traté de encontrar su punto débil. Había un montón de intentos de fuga y procuré aprender de esos intentos fallidos, que terminaban en la horca”, contó Vrba en el 2000, en una entrevista para la Radio Checa.

Hay quienes dicen que fueron los primeros judíos en escapar de Auschwitz y sobrevivir. “Pero como no hay unanimidad, es mejor decir que fueron unos de los primeros en escapar”, mencionó en una entrevista Jonathan Freedland, periodista (The GuardianThe Jewish ChronicleNew York Times) y escritor inglés, autor del libro El maestro de la fuga: el hombre que escapó de Auschwitz para alertar el mundo (Planeta, 2023). “En total, no hubo ni diez prisioneros que se fugasen del campo de concentración, serían unos seis… eso ya lo hizo una figura interesante”.

La primera vez que supo de esta historia, Freedland tenía la misma edad que Vrba cuando huyó del corazón de la muerte: 19. “Estaba en un cine, en Londres, viendo un documental, Shoá, de nueve horas y media, de Claude Lanzmann. Es una sucesión de entrevistas de sobrevivientes que en aquel momento me parecieron muchos hombres grises, rotos, mayores y, de repente, aparece esta figura de un hombre más joven, con mucho carisma, con cabello moreno, que hablaba inglés, estaba en Nueva York, tenía abrigo de cuero, se parecía un poco a Al Pacino. Y él menciona de pasada que había escapado de Auschwitz. Yo estaba en la sala y pensé: ‘¿Cómo?’. Incluso en aquel entonces sabía que los judíos no escapaban de Auschwitz, prácticamente ninguno lo consiguió”, cuenta el autor en una nota con el Centro Sefarad-Israel, una institución diplomática de España que trabaja como puente entre su país y el mundo judaico.

Ese dato, nada menor, se clavó en su cabeza. Y 40 años más tarde, en un momento en el que cree que la memoria y los hechos del pasado corren peligro, volvió a esa historia. La investigó y la volcó en su libro de no ficción. “Empecé a pensar en por qué había escapado. Había escapado para sacar la verdad de esta montaña de mentiras. Nosotros vivimos en una época de postverdad, de fake news, y esta persona lo arriesgó todo en favor de la verdad”, reflexiona.

“Vrba quería advertir a los últimos judíos de Europa del destino que les esperaba al final de la vía férrea. Brillante estudiante de ciencias y matemáticas, memorizó cada uno de los detalles de la maquinaria nazi y lo arriesgó todo para recopilar los primeros datos de la Solución Final. Tras su huida, sacó de contrabando el primer relato completo de cuanto acontecía en los campos de exterminio, un informe detallado que finalmente llegaría a manos de Franklin Roosevelt, Winston Churchill y el Papa, y que acabaría salvando miles de vidas judías. El maestro de la fuga es la historia de un hombre que merece ocupar su lugar en la historia junto a Ana Frank, Oskar Schindler y Primo Levi, protagonistas todos ellos del capítulo más oscuro de nuestro pasado reciente”, se lee en la síntesis de la obra.

 “La gasificación se lleva a cabo de la siguiente manera: las desafortunadas víctimas son llevadas a la sala (B) donde se les pide que se desnuden. Para respaldar la mentira de que el objetivo es bañarse, cada persona recibe una toalla y un pequeño pedazo de jabón de manos de dos hombres vestidos con batas blancas. A continuación, son apiñados en la cámara de gas (C) en tal número que para comprimir esta multitud en el estrecho espacio, a menudo disparan algunos tiros para provocar que los que están al fondo se junten”.

Informe Vrba-Wetzler

Rudolf, o “Rudi”, Vrba nombre que adoptaría después de escapar de Auschwitz y cambiaría formalmente al finalizar la guerra- había nacido llamándose Walter Rosenberg, en Checoslovaquia -actualmente Eslovaquia-, el 11 de septiembre de 1924. Había crecido con las marcas del antisemitismo desplegado por Hitler, que se expandía como una mancha de aceite pringosa en Europa: por ser judío lo habían echado del colegio a los 15 años, en Bratislava, lo que lo llevó a seguir estudiando en su casa y a comenzar a trabajar como obrero. En su país los judíos estaban cercenados por un puñado de restricciones solo para ellos: en educación, viviendas, empleo, viajes. Y eran obligados a llevar consigo una estrella amarilla que los identificara. Los puestos de trabajo siempre eran, en primer lugar, para personas no judías, quedando los miembros de esta comunidad casi sin recursos ni opciones.

Vrba tenía 17 años cuando decidió unirse al Ejército Checoslovaco, en Inglaterra; no exactamente por vocación o amor a su suelo: en 1942 las autoridades de su país anunciaron que los judíos serían enviados como reservistas a Polonia, comenzando por los jóvenes. Para evitar eso, que intuyó como una deportación, se alistó en el cuerpo militar nacional -era la primera de varias fugas-. Pero su plan falló: en la frontera con Hungría lo devolvieron a las autoridades eslovacas que lo enviaron a su primer purgatorio: un campamento de transición donde retenían a judíos que esperaban que los exiliaran. Poco tiempo después se las ingenió para escapar también de allí, pero fue atrapado y, el 15 de junio de 1942, lo enviaron al campo de concentración y exterminio Majdanek y luego a Auschwitz, donde encontró a Alfréd Wetzler.

Su primera sensación al ver el letrero de Arbeit macht frei, cuenta Freedland, “fue de alivio”. Acababan de deportarlo del campo de Madjanek y pensaba, como la mayoría de los que llegaban, que le esperaba un mejor pasar, lejos del frío, del barro y la suciedad. “Creyó que era un lugar con orden y, como todos los judíos, en ese momento no sabía nada sobre la función de Auschwitz”.

Allí fue asignado para trabajar en Auschwitz II-Birkenau, el campo de exterminio dependiente de Auschwitz I, ubicado a cuatro kilómetros del principal, clasificando las pertenencias con las que llegaban las personas creyendo que iban a ser trasladadas a un destino mejor. La ropa, la comida, los medicamentos que les quitaban al bajar de los trenes eran llevadas a sitios de almacenamiento construidos allí. Por tener acceso a ellas, Vrba se mantuvo sano. Trabajó allí desde agosto de 1942 hasta el 7 de junio de 1943. En 1985 le contó al cineasta y periodista Claude Lanzmann, para el documental Shoá, que había visto llegar cerca de 200 trenes durante esos diez meses.

“Cuando la multitud se encuentra en el interior, las pesadas puertas se cierran. Después se produce una breve pausa y la temperatura ambiente del cuarto aumenta hasta cierto nivel, después los hombres de las SS con máscaras de gas suben al techo, abren las trampas y arrojan una preparación en polvo de latas etiquetadas ´CYKLON, para uso contra parásitos´, que se fabrica en Hamburgo. Se presume que este es ´cianuro´ mezclado de tal manera que se convierte en gas a cierta temperatura. Después de tres minutos todos en la cámara están muertos”.

Informe Vrba-Wetzler

Rudolf Vrba y Alfréd Wetzler cruzaron la frontera entre Polonia y Eslovaquia el 21 de abril de 1944. Poco después se reunieron con autoridades del Consejo Judío de su país, que eran las encargadas de organizar las deportaciones a los campos, y, en el sótano de un hogar de ancianos, en entrevistas por separado, comenzaron a contarles todo lo que habían visto, oído y vivido. Cómo estaban diseñados los campos, cómo era su estructura, cómo utilizaban a una parte de los judíos como mano de obra esclava y cómo la gran mayoría era asesinada en masa en las cámaras de gas. El resultado fue un informe de unas 40 páginas, reescrito varias veces, con descripciones y mapas detallados y estimaciones de cantidad de víctimas que daba cuenta de la magnitud del genocidio.

El documento -pasado de mano en mano de forma clandestina entre activistas de la resistencia y diplomáticos- dio la vuelta al mundo: llegó al Vaticano, a Churchill, a Roosevelt y apareció en la BBC. Pero pasaría más de un año para que la matanza en serie acabase.

En la entrevista del año 2000 para la Radio Checa, ante la pregunta de por qué no se hizo nada en ese momento, Vrba explicaba que no es sencillo leer la historia bajo el prisma de la contemporaneidad. Y que el objetivo de aquel informe era, principalmente, advertir a los judíos húngaros para que frenaran las deportaciones, que supieran la verdad y no se subieran a los trenes.

Al ser consultado sobre esto, en su entrevista con el Centro Sefarad-Israel, Freedland dijo: “Muchas personas no creyeron las palabras de estos jóvenes judíos. Puede ser por antisemitismo pero también, en el fondo, hay una cuestión más humana que es que nos resulta muy difícil creer en noticias realmente terribles o promesas que llevan a nuestra propia destrucción. ‘Esto no puede ser cierto’. No querían que fuera cierto. No podían concebir un plan que pudiera tener como objetivo erradicar a todos los judíos del mundo”.

Aún así, y pese a la demora de la intervención internacional, la presión de algunos líderes mundiales logró que terminaran las deportaciones en Hungría. Y el informe Vrba-Wetzler pudo salvar entre 100.000 y 200.000 judíos húngaros de los campos de exterminio.

Después de escribir el documento, Vrba se unió a los partisanos eslovacos, acompañado por su amigo Alfréd Wetzler. Una vez terminada la guerra se fue a estudiar a Praga y se convirtió en un virtuoso bioquímico. Luego se nacionalizó como británico pero no se radicó allí sino que se mudó a Vancouver, donde se casó, tuvo dos hijas, se separó, se dedicó a la enseñanza y murió en el año 2006. Durante su vida participó de numerosos proyectos vinculados a su experiencia en los campos de exterminio, a dar testimonio de lo que sucedía allí y de cómo fue una de las pocas personas que logró fugarse y vivir para contarlo.

“Durante 40 años he estado pensando en escribir este libro y, tras darme cuenta de que estábamos en un mundo acosado por las mentiras, con ejemplos tan obvios como la campaña del Brexit y la de Trump en 2016, pensé que Rudi lo había arriesgado todo para sacar la verdad de debajo de una montaña de mentiras. Su ejemplo me pareció una especie de caso definitivo de lucha contra la postverdad y las fake news”, dijo Freedland en una entrevista con El Periódico de España sobre El maestro de la fuga.

“[Vrba] tenía la intuición de que una de las armas más importantes de los nazis era el engaño -dice en la misma conversación-. Les mintieron a sus víctimas para que subieran de una manera tranquila y ordenada a los trenes que los llevarían a la muerte. Creían que estaban comenzando una nueva vida en el este, porque eso era lo que les habían dicho. Y ese orden y calma fue esencial para los nazis y su método de asesinato en masa. Su cadena de montaje de la muerte no podía funcionar sin él. Rudi se dio cuenta de que la única forma en que podría arrojar arena a los engranajes de esa máquina de matar era rompiendo ese engaño y acabando con la ignorancia de los judíos de Europa para que por fin supieran su destino. Así que creo que tanto su perspicacia como su edad jugaron un gran papel, junto con el puro valor físico y el tremendo ingenio. Por no hablar de su asombrosa memoria, que le permitía almacenar los datos de la muerte en su cabeza”.

Freedland asegura que Vrba “fue un testigo incómodo”. “Incluso ahora que los supervivientes del holocausto son muy, muy viejos, esperamos que de alguna manera nos consuelen, que nos digan que, al final, los seres humanos somos buenos. Pero Rudi se negó a hacer eso. Él señaló con su dedo acusador a todos aquellos que no habían transmitido o actuado de acuerdo con el informe que él y Fred habían sacado de contrabando de Auschwitz. Como una vez le dijo a un productor de televisión de la BBC: ‘No soy el cliché sobreviviente del Holocausto’. […] Dicho de otra manera, estaba contando una historia que no era cómoda de escuchar: la gente quería que le dijeran que todos los que no estaban del lado de los nazis eran héroes, que los Aliados (Estados Unidos y el Reino Unido, así como los judíos líderes en Hungría) se comportaron perfectamente. Y Rudi insistió toda su vida en decir que la historia no era tan simple como eso”.

Fuente: INFOBAE

7 thoughts on “Se escondió cuatro días entre maderas y pudo escapar de Auschwitz: la historia de Rudolf Vrba, el hombre que huyó para contar”
  1. En una reciente y muy buena película eslovaca se relata esta fuga, El informe Auschwitz (2021), y creo que cuenta los hechos reales. Al final de la película se pueden ver las dificultades de los dos fugados para que les creyesen, y en los títulos de crédito se escuchan ejemplos de políticos actuales con el mismo discurso que los nazis contra los judíos y otras minorías. El informe Auschwitz también está relacionado con la política israelí Merav Michaeli, que hace poco fue ministra de Transporte de Israel, antes de entrar en política era más conocida por ser periodista, presentadora de noticias, locutora de radio, además de activista en Israel por los derechos de las mujeres, una política equivalente a las que los españoles de la derechona y fascistas denominan «feminazis«, término o gracieta que fácilmente han expandido como la pólvora entre los suyos y la niñería española, lo mismo que otras ideas reduccionistas prpias del fascismo y nazismo que ya están otra vez instauradas en una gran parte de los españoles. También fue conocida como humorista, en los espectáculos o cuando era invitada para dar conferencias podía contar chistes o hablar en tono cómico alrededor del tema de los derechos de las mujeres. Pero aparte, Merav Michaeli también es conocida por ser la nieta de Rudolf Kastner, el abogado húngaro-judío que negoció con los criminales nazis de la Alemania de Hitler, cuando el final de la Segunda Guerra Mundial lo visionaban en todo el mundo, no solo el dictadorzuelo Franco que justo en esos meses dio uno de sus habituales volantazos ideológicos para alejarse de sus amigos criminales nazis alemanes. Pero aún así los nazis alemanes continuaron, e incluso aumentaron, con las deportaciones masivas de judíos a los campos de concentración y exterminio. Por ejemplo fue hacia el final de la guerra que los nazis deportaron a muchos judíos italianos durante el gobierno títere de la República Italiana de Saló, mientras los Aliados comenzaron la invasión de Italia por el sur, esta parte del Norte de Italia quedó bajo tutela de la Alemania nazi con el dictadorzuelo Mussolini como simple hombre de paja, obligado por Hitler tras ser liberado de la prisión por un comando de nazis alemanes. La República de Saló fue destinada a que los fascistas y nazis italianos del Norte de Italia trabajasen gratis para la Alemania nazi, aun estando los italianos del Norte pasando hambre y penurias. Los nazis alemanes impusieron su ideología y políticas por encima de las de los fascistas italianos, incluyendo las relacionadas con el antisemitismo, como se ve en la famosa película italiana “La vida es bella”, también fue cuando el judío italiano Primo Levi, el autor del famoso libro “Si esto es un hombre”, fue deportado a Auschwitz tras ser capturado como partisano. En esos últimos meses de los nazis alemanes también iban a deportar y exterminar a todos los judíos de Hungría, de este gran plan nazi se enteraron algunos prisiones judíos de Auschwitz, así que decidieron planear una fuga para informar a los países civilizados, llevando como pruebas los testimonios de varios judíos, relatando lo que habían oído a los nazis sobre los planes nazis en Hungría, y también para informar de lo que en realidad estaban haciendo con los judíos en Auschwitz, esto se conoce como «el informe Auschwitz» o «Informe Vrba-Wetzler». Del poco caso que se hizo al informe Auschwitz se hecha la culpa al abuelo de Merav Michaeli, se le acusó de haberlo obviado para no entorpecer sus negociaciones con el nazi Adolf Eichmann, el jerarca nazi encargado de organizar las deportaciones de judíos. En estas negociaciones acordaron salvar un tren de judíos, la mayoría adinerados, intelectuales y artistas, o también familiares de Rudolf Kastner, a cambio del pago de mucho dinero a los nazis. Tras la derrota de la Alemania nazi de Hitler, Rudolf Kastner fue investigado en Israel mientras formaba parte de un gobierno laborista, siendo portavoz del Ministerio de Comercio e Industria en 1952. La acusación no prosperó pero fue asesinado por un judío extremista, uno de los hechos más trágicos en la historia de Israel.

    1. En el bando soviético la cosa no fue mucho mejor. Según el trabajo de un universitario español: «Un aspecto muy operativo de la propaganda soviética fue negar la colaboración con los alemanes de grupos nacionales antisoviéticos como los ucranianos, bielorrusos, letones… Junto con la negación de la especificidad de las víctimas judías como argumento principal de la prohibición de publicar El libro negro, otro aspecto tremendamente incómodo era la denuncia en los testimonios de la colaboración de las poblaciones locales en las matanzas de judíos». «El libro negro» se trató de «un proyecto editorial que refleja como ningún otro ejemplo las tensiones, la divulgación internacional y el enmudecimiento total en la inmediata posguerra de las víctimas judías en la Unión Soviética. Los intentos del Comité Judío Antifascista (CJA) por destacar la singularidad del exterminio de los judíos, la cierta tolerancia inicial con que fueron vistos y aprovechados desde Moscú y la posterior y brutal negativa a cualquier disensión de la unidad nacional y política promovida por los órganos de propaganda oficiales son los cabos que explican el embrollado proceso de publicación de El libro negro. La idea original de dicho libro pertenece a Albert Einstein y al Comité de Escritores Judíos de Estados Unidos quienes a finales de 1942, alarmados por las noticias que llegaban de la aniquilación nazi de la población judía europea, se dirigieron al CJA con la propuesta de una recopilación de materiales y testimonios de las matanzas realizadas en el territorio soviético invadido por el ejército alemán. La propuesta no tuvo respuesta hasta la gira por Estados Unidos de Solomon Mijoels, presidente del CJA, en el verano de 1943. La aprobación necesitó de la autorización de Moscú, pues el Comité estaba subordinado al Buró Soviético de Información y todas las cuestiones de cierta trascendencia debían ser previamente aprobadas por la Dirección de Propaganda y Agitación del Comité Central del Partido Comunista Panruso». «El libro ya estaba en imprenta en noviembre de 1946 y el presídium del CJA envió una carta con el ruego de agilizar la publicación a Zhdánov, secretario del Comité Central del Partido Comunista, quien solicitó una copia íntegra del libro y delegó en la Dirección de Propaganda y Agitación la redacción de un informe. Redactado por F.F. Alexándrov el 3 de febrero de 1947 concluía improcedente la publicación del libro. Su primer argumento en contra fue el envío de copias del manuscrito a diversos países sin autorización del Negociado de Propaganda, de especial gravedad se consideraba la cesión del manuscrito a los Estados Unidos, pero nuestro interés se centra en el ataque al contenido del libro: Más adelante Alexándrov comenta el texto de El libro negro y considera que “ofrece una imagen engañosa del verdadero carácter del fascismo”, porque genera la impresión de que “el único objetivo del ataque de los alemanes a la URSS fue el exterminio de los judíos”. Tras anotar una minuciosa relación de testimonios recogidos en el libro de judíos que escaparon de la muerte haciéndose pasar por rusos, ucranianos, etc., Alexándrov llega a una paradójica conclusión: El libro negro constituía una falsificación de la historia, en tanto ocultaba los crímenes perpetrados por los nazis contra ciudadanos de otras nacionalidades».

    2. «El libro no vería la luz en su versión rusa hasta la década de los noventa, pero todavía continuaría siendo el hilo de una represión creciente de la especificidad judía. Por orden directa de Stalin, Solomon Mijoels fue asesinado en Minsk en enero de 1948; a finales de año se disolvió el Comité Judío Antifascista y fueron arrestados algunos de sus miembros más distinguidos; las condenas a muerte llegarían tras los juicios de agosto de 1952. La mención de El libro negro antecedería a muchas de estas sentencias, según el testimonio de Ehrenburg. Si la línea oficial soviética optó por el acallamiento de testimonios y documentos sobre las especificidades de la víctima judía, la descarada manipulación fue el método seguido para que las imágenes de las víctimas ilustrasen su propaganda. El encuentro de las cámaras con las víctimas no supuso el reconocimiento de la característica diferenciadora del genocidio. La primera filmación en recoger el Holocausto fue proyectada el 23 de diciembre de 1941, en la edición 114 de Soiuzkinozhurnal, y se trata del noticiario dedicado a la primera ciudad liberada por los soviéticos. El 29 de noviembre de 1941, una contraofensiva del Ejército Rojo recuperó Rostov, ciudad de medio millón de habitantes entre los que se contaba un número significativo de judíos. El noticiario comienza con los titulares de la reconquista de Rostov, imágenes de batalla, de los generales soviéticos victoriosos, de los restos de las tropas alemanas y la entrada en la ciudad de los tanques y la infantería soviéticos. Tras esta típica representación de la victoria, un cartel, “En Rostov”, da paso a las imágenes de las ruinas de la ciudad y una voz en over introduce el tema: “Las bandas fascistas se enseñorearon de Rostov durante ocho días. Durante ocho días quemaron y saquearon la ciudad. Violaron y mataron a pacíficos ciudadanos”. Evidentemente, la mayoría de los pacíficos ciudadanos asesinados fueron el centenar de judíos fusilados sin mención alguna de los motivos racistas que los condenaron. Esta fue la línea editorial de la asimilación de todas las víctimas judías al martirio de la población soviética. Incluso las imágenes de las fosas comunes descubiertas en Dobritski Yar y Babi Yar en Ucrania, donde yacían miles de judíos exterminados por los Eisantzgruppen, fueron interpretadas por la voz en over como el ensañamiento de los fascistas con los ciudadanos soviéticos. En su avance por el norte, los soviéticos liberaron todos los campos de exterminio −situados en lo que entonces los nazis denominaron “Gobierno General” y que hoy es el Este de la actual Polonia− y un gran número de campos de concentración. El 24 de julio de 1944, el Ejército Rojo liberó el campo de concentración y exterminio de Majdanek, en las afueras de Lublin. Las cámaras no tardarían en llegar para filmar el encuentro con una realidad que superaba las atrocidades filmadas anteriormente y cuyos indicios daban cuenta del asesinato industrial de los judíos en los campos de exterminio establecidos en Polonia. Dos fueron los equipos que filmaron en Majdanek. El primero en llegar fue un equipo polaco dirigido por Aleksander Ford; el segundo, el soviético dirigido por Roman Karmen. Las imágenes filmadas por los dos equipos serían enviadas a Moscú para realizar dos montajes diferentes, Vernichtungslager Majdanek. Cmentarzysko Europy (Campo de exterminio de Majdanek. Cementerio de Europa) dirigido por Aleksander Ford y estrenado en Polonia y una versión soviética titulada Majdanek, obra de la montadora I. Setkina. Según Hicks, en los 14 rollos de metraje no montado por Ford y Setkina se encuentran frecuentes afirmaciones, especialmente de los SS capturados, acerca de la identidad judía de las víctimas. Sin embargo, en el metraje montado en las dos películas no se encuentra ni una sola referencia a esta condición. El análisis de Stuart Liebman de Vernichtungslager Majdanek. Cmentarzysko Europy, estrenada en el otoño de 1944 y la primera película sobre el Holocausto en los centros de exterminio (Liebman 2006), y Swastyka i Szubienica (Esvástica y patíbulo, Kazimierz Czyński, 1945) (Liebman 2012), dirigidas a la población polaca en los meses siguientes al descubrimiento de las atrocidades de los campos –cuyo sincretismo religioso-político resulta inexplicable sin atender a las intenciones soviéticas de no despertar recelos entre las clases populares polacas que querían ganarse para su posicionamiento geopolítico de posguerra− muestra cómo las víctimas judías fueron sepultadas bajo una cruz y utilizadas por una ideología emergente en la que el verdugo alemán se convertía en el denominador común de un proyecto de futuro, a saber, el bloque soviético de la Guerra Fría. Hasta que a finales de los años cuarenta la política estalinista concluyese que cualquier mínima mención a la condición judía de las víctimas era prueba de un complot internacionalista que debía ser purgado, en la Europa del este se produjeron un puñado de películas que reflejaron la suerte de los judíos, aunque siempre conjugada con condicionantes locales y políticos que diluyeron su especifidad».

  2. En «El informe Auschwitz» o «Informe Vrba-Wetzler» y sus consecuencias, o más bien las pocas consecuencias que tuvo ya muy avanzada la Segunda Guerra Mundial, a mediados de 1944, si bien se criticó la inacción tanto de los dirigentes judíos como de los Aliados, lo que se denuncia coincide con los varios informes muy anteriores de Witold Pilecki, otro fugado de Auschwitz, aunque en este caso se trataba de un oficial del ejército polaco en la resistencia que se dejó coger por las nazis alemanas voluntariamente para entrar en Auschwitz como prisionero, aunque los prisioneros no judíos no estaban mezclados con los judíos, que eran los peor tratados con diferencia, sí pudo comprobar lo que les ocurría, los informes que envió de 1940 a 1943 se convirtieron en la más importante fuente de información para los Aliados sobre la verdadera situación de los campos de exterminio nazis, siendo una prueba incluso más evidente para criticar la inacción de los Aliados, en este caso las versiones que salieron de Inglaterra varían entre la del poco crédito que le dieron a los informes que recibían de la resistencia polaca y algún sospechoso comentario sobre que ya imaginaban lo que ocurría cuando los campos de concentración fueron liberados y se destaparon todos los crímenes nazis. También fue más que esperpéntico el destino final de Witold Pilecki, en 1.948 acabó ejecutado por el régimen comunista polaco obedeciendo la orden de la Unión Soviética, ya que los de la resistencia polaca se opuso también a la invasión comunista que sustituyó a la de los nazis alemanes. No menos coincidente con todos estos hechos fue la odisea del judeo-italiano Primo Levi para poder publicar su primer libro, el más famoso sobre el Holocausto judío: «Si esto es un hombre». El primer libro de su conocida trilogía lo escribió pocos meses después de ser liberado de Auschwitz, pero no lograba encontrar un editor que quisiera publicarlo por el ambiente reinante en Europa, de olvidar o recuperar los países tras la Segunda Guerra Mundial, otros estarían de fiesta, y también por lo poco creíbles que resultaban las atrocidades que decía que cometieron los nazis. Tampoco hay que olvidar que Auschwitz se trataba de un complejo de campos de concentración, no tanto eran campos de exterminio o los diseñados exclusivamente para el asesinato masivo de judíos como fueron Treblinka, Sobibor o Belzec, en estos apenas hubo sobrevivientes o los nazis los destruyeron por completo para no dejar apenas pruebas de su existencia, de estos apenas quedaron unas marcas en el terreno. En base a esto, no parece que Rudolf Kastner tuviera muchas opciones donde elegir, es de sobra conocido, al menos en el extranjero, lo manipuladores que eran los nazis, al igual que siguen siéndolo los actuales que imitan a los nazis de la Alemania de Hitler, todos son más que embusteros y liantes, lo mismo hacían en los campos de exterminio nazis a la hora de engañar a los judíos justo antes de que los fuesen a asesinar, que para romper acuerdos de paz entre países, por ejemplo inventaron ser víctimas de acciones militares o terroristas para provocar la guerra en Polonia, y a la vez siguiendo una pintoresca obsesión por «no quedar feas», se supone que ante la libros de Historia, tanto que parecen una copia de los fascistas españoles, probablemente los mejores especialistas mundiales en esto último.

  3. Los fascistas españoles, lo mismo que dan volantazos ideológicos sin despeinarse, para adaptarse camaleónicamente a las circunstancias internacionales, y a la vez apañándoselas para nunca salir de su rancio fascismo y ultracatolicismo de fondo, también logran ocultar y manipular a su antojo todos las fechorías y crímenes lesa humanidad que cometieron y los que siguen cometiendo sus herederos, incluso impidiendo judicialmente las investigaciones en la actual democracia española, o quizás también sean responsables de uno de los crímenes lesa humanidad más sensibles para los españoles, el del robo de bebés recién nacidos a las madres “rojas” que supuestamente se llevaron a cabo en los hospitales públicos españoles hasta los años 90’s, pero que al final parece ser que fueron falsos o bulos que se extendieron entre los españoles de izquierdas, en medio de una sucesión de denuncias de sus crímenes lesa humanidad en años recientes, seguramente gracias a su difusión en Internet, aunque prácticamente ninguna denuncia ha prosperado en los tribunales españoles o de una manera “oficial”, quizás para que no se pudiera manchar la imagen de los fascistas y ultracatólicos españoles en los libros oficiales de la Historia de España. Dos ejemplos que casi nadie conoce, ni siquiera un puñado de españoles los conocen, son las grandes similitudes del gran partido fascista español, Falange, con los nazis, como su muy desconocida afición por el ocultismo y las ciencias paranormales. Durante los primeros años de la dictadura fascista hubo un departamento falangista para los estudios de los fenómenos paranormales, por ejemplo investigaron las varias apariciones que hubo por España del fantasma de su principal líder, José Antonio, aunque según se dijo hace unos años en un programa de una televisión española, posiblemente la única referencia que habrá en España sobre este asunto, fueron campesinos fascistas que se inventaban estas apariciones para que los falangistas les dieran algo de dinero y así poder comer alguna cosa en la España que dejaron estos ineptos falangistas. A pesar de que incluso la Iglesia Católica Española prohíbe estas creencias, son muchos los españoles de todas las ideologías siguen los programas especializados de radio y televisión, revistas, canales de Youtube, etc etc etc., también hubo neonazis españoles que escribieron artículos ocultistas, bajo seudónimo, en la revista española más famosa, “Más allá de la ciencia”.

    La dictadura española también fueron muy amigos de los moros, poco antes de la firma de los pactos militares con Estados Unidos en 1953, los fascistas españoles llegaron a colaborar militarmente con los países árabes, aprovechando sus ideologías comunes antisemitas y por el petróleo, Franco, que según varios historiadores serios fue de los fascistas más antisemitas, llegó a enviar a falangistas, armas y aviones nazis cazas y bombarderos, que le vendió la Alemania de Hitler, para ayudar a los países árabes durante la Guerra de Independencia de Israel de 1.948 hasta 1.953. A partir de 1953 Franco firmó los acuerdos militares con Estados Unidos que sacaron a España del aislamiento internacional debido al comienzo de la Guerra Fría contra el comunismo, lo que seguramente salvó a Franco y a lo suyos. Desde entonces la España fascista abrazó el capitalismo, los ineptos falangistas fueron sustituidos en el gobierno por la secta ultracatólica del Opus Dei, o también España se convirtió en aliado de Israel, comenzando una campaña internacional para hacer creer en todo el mundo que la España fascista y en particular Franco fue el salvador de los judíos, y los fascistas españoles no sabían nada de lo que estaban haciendo sus amigos nazis alemanes.

    1. Con el fin del aislamiento en 1953, los fascistas incluso obligaron a un verdadero salvador, el embajador español en Hungría Ángel Sanz Briz, decir a las autoridades de Israel que actuó bajo las órdenes de Franco. Más tarde las relaciones hispano-israelíes cambiaron mucho, durante la dictadura fascista unos agentes del servicio secreto de Israel, el Mossad, llegaron a entrenar a agentes del servicio secreto del estado fascista español, en aquel entonces el SECED.

      Este sería el momento culmen del giro de 180 grados que dio la dictadura fascista en su política con Israel y los judíos, y con las potencias democráticas. Según se puede leer en el bestseller español “Los últimos españoles de Mauthausen”, de Carlos Hernández, el giro comenzó tan temprano como a finales de 1942. La situación cambiaría definitivamente a finales de 1943. La derrota de Alemania comenzaba a parecer cada vez más probable, el dictador realizó un paulatino pero decidido cambio de bando para terminar echándose en brazos de los aliados. En octubre de ese año España abandonó su «no beligerancia» y realizó una declaración de neutralidad. Esta decisión fue acompañada de otro gesto, la retirada de la División Azul de Rusia, los 50.000 falangistas que Franco envió para ayudar a la Alemania nazi en la Operación Barbarroja. El discurso del coronel García Navarro, que mandaba el último grupo de voluntarios españoles en el frente ruso, pone en evidencia la situación de esquizofrenia en la que estaba instalado el régimen franquista:

      «Nuestra Patria está de luto porque se ve obligada, en un azar transitorio de las circunstancias de la guerra, a obedecer a sus propios enemigos; a los que, en la hora actual y en la continuidad de la Historia, nos trataron siempre de herir y de mermar. Es un momento amargo del que solo unos miserables y canallas se pueden alegrar. ¡Que nadie ignore el alcance de este hecho! Se regresa en contra de nuestra voluntad, así como del sentimiento de la mejor parte de nuestro país. ¡España se ve obligada a acceder a la imposición extranjera! (…). Es la imposición de Inglaterra y Estados Unidos, agotando todos los medios a su alcance, la que nos obliga a regresar».

  4. Otro caso pintoresco que ocurrió recientemente en España es el de Enric Marco, que fue presidente de la principal asociación de víctimas españolas en los campos de concentración nazis, la Amical Mauthausen. De las pocas ocasiones en las que estos españoles aparecieron en los medios, más bien tímidamente o quizás con mucho miedo de que el niño fascista español no se enfadase y montase un golpe de estado fascista o un nuevo grupo terrorista del estado. Al final resultó que Enric Marco no había estado nunca preso en los campos de concentración nazis, y encima estuvo trabajando en la Alemania nazi de Hitler como voluntario dentro de un paquete de ayudas de la España fascista a Alemania nazi. Si bien, no se tiene constancia de que Enrci Marco fuese una gracieta de los fascistas españoles, y se dice que lo hizo motu proprio para ayudar a las víctimas del nazismo, eso sí de una manera muy particular.

    La primera vez que los españoles tuvieron la oportunidad de enterarse bien de lo que fue el nazismo alemán pudo ser por la serie de televisión de 1978 Holocausto, esta serie, de la televisión norteamericana NBC, ganó ocho premios Emmy y se hizo muy famosa en todo el mundo, fue emitida en muchos países, y en ella aparecía como protagonista la estrella norteamericana Meryl Streep, junto con el también muy conocido actor James Woods, con películas como «Erase una vez en América». En España también se emitió, en 1979, casi a la vez que en otros países, cuando España acababa de salir de la dictadura fascista y estaba en plena Transición democrática mientras terroristas fascistas estaban asesinando al primero que se les cruzase por delante. La serie la emitieron de una tacada, todos los episodios durante varias noches seguidas, algo insólito en España, por el canal público tve 1, cuando en España sólo existía este canal. Sin embargo, según un artículo de opinión que recordaba la emisión de esta serie en España, los fascistas españoles que aun estaban encargados de la televisión decidieron que era mejor emitir seguidos todos los episodios de la serie para quitársela de encima lo antes posible, luego apenas hubo un debate de esos que no veía ningún español, o en esa época también en un documental de la BBC sobre la Segunda Guerra Mundial en las voces de doblaje en español minimizaron el Holocausto. Quizás intentaron hacer lo mismo con la traducción del título en español de la famosa y oscarizada película americana ¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Nuremberg), un título muy largo y muy enigmático, mientras que en inglés solo es «Judgment at Nuremberg», película de 1961 con estrellas como Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Marlene Dietrich, Judy Garland, o Montgomery Clift entre otros, es decir, poco o nada podrían manipular sin que se notase mucho.

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