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Primo Levi, un legado vigente, universal y profundo

23 de diciembre de 2024 , ,
Primo Levi sentado en el escritorio mientras lee con un cigarrillo en la mano; al fondo, estantes con libros, alrededor de 1960. Foto: Wikipedia - Dominio Público

Casi cuarenta años después de su enigmática desaparición, el legado de Primo Levi perdura e incluso es reivindicado por las nuevas generaciones, en el sentido que sus obras mantienen viva la llama de la memoria y el recuerdo de las víctimas del Holocausto, pero también salen a la luz algunas infaustas sombras que dormitan en lo que el escritor denominó como la “zona gris” de los campos de la muerte.

por Ricardo Angoso

El suicidio es una idea o una manifestación extrema de la vida, como el naufrago que lanza una botella con un mensaje desesperado al mar, que siempre asaltó a mucho de los supervivientes del Holocausto, unos por la mala conciencia por haber sobrevivido y otros llevados por un sentimiento de culpa por no haber hecho nada por salvar la vida de los que fueron devorados por la maquinaría exterminadora nazi. Sin entrar en las razones que llevaron a tantos a elegir esta vía como opción vital desesperada, el asunto del suicidio no deja de ser fascinante, si no fuera porque también contiene la tragedia de la muerte, y refleja, queriendo encontrar una explicación que no la tiene, la inadaptación del hombre ante la libertad y el final de una pesadilla que parecía interminable hasta encontrar esta trágica salida.

Siguiendo la estela suicida dejada por el escritor Stefan Zweig, el poeta Paul Celan y el desconocido psiquiatra y escritor Robert Flinker, siempre nos quedará la duda de si este fue el camino elegido por Primo Levi para enfrentar los numerosos dilemas a los que se enfrentaba tras ser liberado de los campos de la muerte por los aliados o si su muerte fue casualmente accidental. Nunca lo sabremos quizá. El escritor italiano fue enviado a Auschwitz casi al final de la guerra, tal como cuenta él mismo en el comienzo de su obra Esto es un hombre: “Tuve la suerte de no ser deportado a Auschwitz hasta 1944, después de que el gobierno alemán hubiera decidido, a causa de la escasez creciente de mano de obra, prolongar la vida media de los prisioneros que iba a eliminar.” Levi escribió la famosa Trilogía de Auschwitz, tres novelas escritas con precisión, brillantez y concisión, pero también con moderación y mesura.

 “Lo que se puede aprender sobre el ser humano y sobre la historia de Europa en el siglo XX en los tres volúmenes de la gran trilogía memorial de Primo Levi es terrible y también aleccionador, y honradamente no creo que sea posible tener una conciencia política cabal sin haberlos leído, ni una idea de la literatura que no incluya el ejemplo de esa manera de escribir”, dijo sobre la Trilogía de Auschwitz el escritor español Antonio Muñoz Molina en un prólogo que escribió sobre la misma. Levi desafió a la máxima de Theodor Adorno que una vez afirmó que después del Holocausto no se podría escribir poesía. 

“Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”, sentenció Adorno en una conferencia radiofónica que ya ha pasado a la historia. Levi escribió sobre el Holocausto, en una prosa que casi recuerda a la poesía, hasta el final de sus días, como un canto a la vida y no a la muerte, evocando el dolor de los que se fueron y también de los que se quedaron, pero también impregnando en sus palabras la esperanza y la memoria, la dicha por haber sobrevivido y la estela que dejaron los que se fueron para siempre a través las chimeneas de Auschwitz. 

¿SOBREVIVIERON LOS PEORES?

Pero siempre le persiguió el infierno de la duda, es decir, la “vergüenza de sobrevivir”, porque según Levi “sobrevivieron los peores”, aquellos que vendieron su alma al diablo y colaboraron abiertamente con los nazis y otros, que, quizá como él mismo, aceptaron pequeños actos de sumisión e incluso acciones egoístas en el macabro juego de la supervivencia en ese infierno que significaba Auschwitz. De todo ello y de ese sentimiento que caracteriza a una buena parte de su obra hasta el final de su vida nos habla en su último libro, Los hundidos y los salvados (1986). Y lo hace con nombre y apellidos, señalando a muchos judíos que colaboraron con los nazis en el exterminio de sus propios compañeros, y señalando a “cuatro monstruos” que había conocido en Auschwitz, almas vendidas a los nazis buscando la supervivencia en un mundo terrible y brutal aun con alto coste de perder su auténtica dimensión ética y moral. Habían traspasado la frontera que ya habían cruzado sus verdugos: eran igual de criminales que ellos y ya de por vida arrastrarían esa cruz miserable e indeleble.

Aquí entramos en otras de las tesis más conocidas de Levi, que es otro de los ejes de su obra, la denominada “zona gris”, ese espacio creado por el genial autor para definir el punto de contacto entre el bien y el mal, entre las víctimas y los verdugos. Si bien en un principio, tras ser liberado, Levi se mostró implacable con estos judíos colaboracionistas, de los cuales la mayoría de sus nombres y culpas quedaron en el olvido y la desmemoria, con el paso del tiempo el autor matizó sus juicios de valor. 

Este asunto de los colaboracionistas judíos no es un asunto baladí en la sociedad israelí y desde la fundación del Estado de Israel, en 1948, ha generado profundas controversias, debates intelectuales, obras históricas e incluso acaloradas discusiones. En 1952, un alto cargo del gobierno israelí, Rudolf Kastner, fue acusado por un descendiente de sobrevivientes del Holocausto de haber colaborado con los nazis en Hungría y de haber mantenido estrechas relaciones con Adolf Eichmann, uno de los “arquitectos” del exterminio de los judíos que sería juzgado un tiempo después en Jerusalén. El juez del caso declaró en el juicio por supuesta difamación que Kastner había “vendido su alma al diablo”, pero finalmente quedó en libertad sin cargos y absuelto de toda culpa, aunque quedó claro que había sido un fiel colaborador de los nazis en Hungría e incluso había testificado a favor de un criminal nazi después de la guerra. En 1957, otro sobreviviente del Holocausto, Zeev Eckstein, tiroteó a Kastner, que moriría unos días después a causa de las heridas sufridas en un hospital.

Ahora un escritor italiano, Sergio Luzzatto, resucita esos fantasmas que acechaban en vida a Levi en un libro titulado Primo Levi e i suoi compagni (Primo Levi y sus compañeros, editorial Donzelli) y reflexiona sobre la vida del autor italiano nacido en Turín. Luzzatto escribe este libro, entre la historia y la literatura, como dice el subtítulo del mismo, para disecar el pensamiento de Levi y las ideas subyacentes en su obra, que son todo un compendio de la verdadera dimensión moral, ética y humana que significó el Holocausto, aunque en torno al mismo en esta obra planean más las sombras que las luces. Esas sombras son de algunos que tuvieron un comportamiento más ignominioso que desde luego heroico en ese tiempo terrible y brutal.

El 11 de abril de 1987, Primo Levi se suicidó arrojándose por el hueco de la escalera de su casa, aunque su muerte sigue siendo motivo de controversia al día de hoy y algunos amigos suyos aseguraron que no se trató de un suicidio porque se mantenía lúcido y alegre hasta el final de sus días. En cualquier caso, descanse en paz el gran Primo Levi. Nos quedamos para siempre con sus palabras y dejamos en una nota a pie de página la razón de su deceso, que no cuestiona ni su obra ni su legado, ya parte de una eternidad compartida en nuestra memoria colectiva por sus huellas imborrables. 

 

5 thoughts on “Primo Levi, un legado vigente, universal y profundo”
  1. No solo el suicidio de Primo Levi es muy discutido, también el asunto de Katscher como colaborador de los nazis. Precisamente fue abuelo de Merav Michaeli, lideresa del partido laboral de Israel hasta mayo del 2024 y ex-ministra de Transporte de Israel, o antes de entrar en política era más conocida por ser periodista, presentadora de noticias, locutora de radio, además de activista en Israel por los derechos de las mujeres, o también conocida como humorista, en los espectáculos o cuando era invitada para dar conferencias podía contar chistes o hablar en tono cómico alrededor del tema de los derechos de las mujeres. Rudolf Kastner fue un abogado húngaro-judío que negoció con los criminales nazis, cuando el final de la Segunda Guerra Mundial estaba cerca según todo el mundo, pero aún así, los nazis alemanes continuaron, e incluso aumentaron, con las deportaciones masivas de judíos a los campos de concentración y exterminio. Por ejemplo, fue hacia el final de la guerra que las nazis deportaron a muchos judíos italianos durante el gobierno títere de la República Italiana de Saló, mientras los Aliados comenzaron la invasión de Italia por el sur, esta parte del Norte de italia quedó bajo tutela de la Alemania nazi con el dictadorzuelo Mussolini como simple hombre de paja, obligado por Hitler tras ser liberado de la prisión por un comando de nazis alemanes. La República de Saló fue destinada a que los fascistas y nazis italianos del Norte de Italia trabajasen gratis para la Alemania nazi, aun estando los italianos del Norte pasando hambre y penurias. Los nazis alemanas impusieron su ideología y políticas por encima de las de los fascistas italianos, incluyendo las relacionadas con el antisemitismo. En esos últimos meses de los nazis alemanes también iban a deportar y exterminar a todos los judíos de Hungría, de este plan nazi se enteraron algunos prisiones judíos de Auschwitz, así que decidieron planear una fuga para informar a los países civilizados, llevando como pruebas los testimonios de varios judíos, relatando lo que habían oído a los nazis sobre los planes nazis en Hungría, y también para informar de lo que en realidad estaban haciendo con los judíos en Auschwitz, esto se conoce como «el informe Auschwitz» o «Informe Vrba-Wetzler». Del poco caso que se hizo al informe Auschwitz se echa la culpa al abuelo de Merav Michaeli, se le acusó de haberlo obviado para no entorpecer sus negociaciones con el nazi Adolf Eichmann, el jerarca nazi encargado de organizar las deportaciones de judíos, por cierto, hace poco se reveló la transcripción de una entrevista que no pudo ser utilizada en el famoso juicio, en la que Eichmann se vanagloriaba de su ideología nazi y de lo que hizo contra los judíos, dejando aún más clara su culpabilidad. En estas negociaciones acordaron salvar un tren de judíos, la mayoría adinerados, intelectuales y artistas, o también familiares de Rudolf Kastner, a cambio del pago de mucho dinero a los nazis. Tras la derrota de la Alemania nazi de Hitler, Rudolf Kastner fue investigado en Israel mientras formaba parte de un gobierno laborista, siendo portavoz del Ministerio de Comercio e Industria en 1952. La acusación no prosperó pero fue asesinado por un judío extremista, uno de los hechos más trágicos en la historia de Israel.

    En «El informe Auschwitz» o «Informe Vrba-Wetzler» y sus consecuencias, o más bien las pocas consecuencias que tuvo ya muy avanzada la Segunda Guerra Mundial, a mediados de 1944, si bien se criticó la inacción tanto de los dirigentes judíos como de los Aliados, lo que se denuncia coincide con los varios informes muy anteriores de Witold Pilecki, otro fugado de Auschwitz, aunque en este caso se trataba de un oficial del ejército polaco en la resistencia que se dejó coger por los nazis alemanes voluntariamente para entrar en Auschwitz como prisionero, aunque los prisioneros no judíos no estaban mezclados con los judíos, que eran los peor tratados con diferencia, sí pudo comprobar lo que les ocurría, los informes que envió de 1940 a 1943 se convirtieron en la más importante fuente de información para los Aliados sobre la verdadera situación de los campos de exterminio nazis, siendo una prueba incluso más evidente para criticar la inacción de los Aliados, en este caso las versiones que salieron de Inglaterra varían entre la del poco crédito que le dieron a los informes que recibían de la resistencia polaca y algún sospechoso comentario sobre que ya imaginaban lo que ocurría cuando los campos de concentración fueron liberados y se destaparon todos los crímenes nazis. También fue más que esperpéntico el destino final de Witold Pilecki, en 1.948 acabó ejecutado por el régimen comunista polaco obedeciendo la orden de la Unión Soviética, ya que los de la resistencia polaca se opusieron también a la invasión comunista que sustituyó a la de los nazis alemanes.

    1. Sin palabras, no solamente el horror dentro de los campos de exterminio, sino también el poco crédito que los aliados dieron a los informes desde dentro de esos campos. Era preferible no tomarlos seriamente tal parece para justificar su falta de acción inmediata. En ese momento los aliados escondían la cabeza como el resto del mundo que prefería ignorar lo que pasaba allí adentro.

  2. No menos coincidente con todos estos hechos es la odisea del judeo-italiano Primo Levi para poder publicar su libro, el más famoso sobre el Holocausto judío: «Si esto es un hombre». El primer libro de su conocida trilogía lo escribió pocos meses después de ser liberado de Auschwitz, pero no lograba encontrar un editor que quisiera publicarlo por el ambiente reinante en Europa, de olvidar o recuperar los países tras la Segunda Guerra Mundial, y también por lo poco creíbles que resultaba su relato sobre las atrocidades que cometieron los nazis. Tampoco hay que olvidar que Auschwitz se trataba de un complejo de campos de concentración, no tanto eran campos de exterminio o los diseñados exclusivamente para el asesinato masivo de judíos como fueron Treblinka, Sobibor o Belzec, en estos apenas hubo sobrevivientes o los nazis los destruyeron por completo para no dejar apenas pruebas de su existencia, de estos apenas quedaron unas marcas en el terreno. En base a esto, no parece que Rudolf Kastner tuviera muchas opciones donde elegir, es de sobra conocido lo manipuladores y traicioneros que eran los nazis, al igual que siguen siéndolo los actuales que los imitan, todos son unos más que embusteros y liantes, de la misma manera procedieron en los campos de exterminio nazis a la hora de engañar a los judíos justo antes de que los fuesen a asesinar, que para romper acuerdos de paz entre países, por ejemplo inventaron ser víctimas de acciones militares o terroristas para provocar la guerra en Polonia. Los nazis estafaron a la Unión Soviética con un pacto de no agresión justo antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, durante la invasión nazi de Polonia la Unión Soviética invadió una parte del Este de Polonia por un pacto para repartirse Polonia, pacto que duró poco, hasta que los nazis alemanes decidieron invadir Rusia; o antes, el 31 de agosto de 1939, montaron la denominada Operación Himmler o​ Provocación de Gleiwitz, con la que los nazis alemanes se inventaron una excusa para comenzar la invasión de Polonia a la vez que para intentar impedir que los Aliados respondieran, para conseguir esto enviaron a la ciudad fronteriza polaca, o en disputa, de Gleiwitz un comando de soldados nazis vestidos de militares polacos para realizar una serie de actos terroristas y así echarle la culpa al ejército polaco, esta estafa no les sirvió de nada y la invasión nazi de Polonia supuso el comienzo oficial de la Segunda Guerra Mundial.

    Después de las deportaciones de los judíos que estaban en los guetos de Polonia, durante las persecuciones y asesinatos de judíos que intentaron esconderse en Polonia los nazis alemanes contaron con la colaboración de muchos católicos polacos, los nazis alemanes se regocijaban con el entusiasmo antisemita de estos católicos polacos que echaban la culpa a los judíos de la invasión rusa. Según los historiadores serios, «la política nazi hacia los judíos no estaba clara desde el principio, sino que evolucionó mucho en los últimos años. Las únicas constantes eran un odio fanático de los judíos, la insistencia en que los judíos eran la causa de todos los problemas de Alemania, y que la ‘cuestión judía’ debía ser ‘resuelta’ de una vez por todas”, Hitler no era partidario del sionismo, «él creía, por el contrario, que el sionismo era una de las muchas etiquetas deliberadamente engañosas que los judíos ponían sobre lo que él creía que era su infinito esfuerzo para dominar el mundo y exterminar a la especie humana. Desde el punto de vista de Hitler, los judíos no eran precisamente seres humanos normales, ya que no se preocupaban por el territorio, sino sólo por dominar el mundo”.

    En los campos de concentración no era muy frecuente que los presos vieran de cerca a las nazis SS, la mayoría de actos criminales individuales con los prisioneros los dejaron cometer a los «kapos», al menos en los campos nazis donde estaban los republicanos españoles, los kapos eran presos escogidos para este trabajo a cambio de importantes privilegios, como el de abusar o coaccionar a presos jóvenes recién llegados a cambio de su protección y de más comida. Si alguno de los kapos no cumplía con su trabajo o no era lo suficientemente criminal entonces los nazis lo sustituían por otro, o en las cámaras de gas y los hornos crematorios de Auschwitz escogían a judíos que formaban grupos especiales, los denominados «Sonderkommando«, que a su vez los nazis exterminaban y sustituían por otros regularmente, en Auschwitz cada 3 meses, para que no existiera la posibilidad de dejar testigos directos.

  3. Los criminales nazis de la Alemania de Hitler, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial presionaban a los Aliados para negociar una rendición beneficiosa para ellos a cambio de las vidas de los judíos sobrevivientes. Antes, mientras se retiraban de Europa del Este por el avance del Ejército Rojo, desenterraban e incineraban los cadáveres de los judíos que asesinaron en Europa del Este, plantando árboles para que nadie supiera nada sobre la existencia de las fosas comunes, o de los campos de exterminio poco más que dejaron unas pocas marcas donde estaban las instalaciones, mientras que en los campos de concentración desmantelaron o destruyeron gran parte de las cámaras de gas y de los hornos crematorios. Desde el principio procuraron ocultar la existencia de los campos de concentración, a los inspectores de la Cruz Roja les enseñaban un campo preparado especialmente para estas visitas, un campo de prisioneros idílico para los prisioneros judíos; o asesinaron, en «accidentes», a inspectores de la Cruz Roja que quisieron comprobar lo que algunos les dijeron sobre la existencia de los campos de exterminio, etc., es decir, demostrando conocer las fechorías o crímenes que cometieron contra los judíos.

    Por otra parte, la publicación de «El informe Auschwitz» en un diario suizo puede ser que solo sirviera para que algunos criminales nazis aprovecharan para «soltar lastre» ya casi sabiéndose la derrota nazi. No fue hasta hace muy pocos años que los españoles demócratas pudieron conocer la suerte que corrieron los republicanos tras la Guerra Civil, en el bestseller “Los últimos españoles de Mauthausen”. En este libro se pudieron conocer con detalle lo que ocurrió con los republicanos españoles y además muchos otros hechos históricos desconocidos a partir del final de la Guerra Civil. Por ejemplo, menciona el gran plan final nazi que denominaron “Feuerzeug”, o “Mechero” en español, con el que los nazis alemanes, para no dejar pruebas de sus crímenes, llevarían a todos los prisioneros a las cuevas-fábricas cercanas a los campos de Austria-Alemania, como Mauthausen, para, a continuación, volar las entradas de las cuevas con explosivos, asesinando por hambre a todos los supervivientes, una de las formas de asesinato masivo que ya utilizaban en Mauthausen. Al parecer, los máximos jerarcas nazis tenían planeado trasladar a todos los presos antes de que llegasen los Aliados a los campos, Himmler habría enviado un telegrama con la orden, pero el jefe de los campos de Mauthausen, Franz Ziereis, interpretó la orden a su manera. Entre los que pretendían asesinar iban a incluir a los judíos supervivientes de las denominadas “marchas de la muerte”, como se denominan al traslado, muchas veces a pie, de los supervivientes judíos a los campos de Mauthausen, procedentes de los campos de concentración polacos y de otros países de Europa del Este. En el plan Mechero de los nazis alemanes incluso tenían la intención de asesinar a testigos de su propia población civil nazi austriaca que vivían en pueblos cercanos a los campos de concentración. El famoso general Patton, conocido por soltar disparates antisemitas, obvió el plan, del que estaba enterado porque los prisioneros se lo contaron a un inspector suizo de la Cruz Roja, al que también se lo confirmaron algunos oficiales nazis SS cuando los nazis SS estaban mucho más colaborativos que de costumbre al ver que se acercaba el final de la Alemania nazi de Hitler y saber de sobra que se les iba a caer el pelo. Los nazis SS solo pudieron llevar a cabo una parte del plan en campos menores, donde asesinaron a todos los prisioneros con los métodos habituales, otros nazis SS vieron que todos los prisioneros se negaron a obedecerles sabedores del destino que les aguardaba. Los aliados encontraron explosivos en una de las entradas de las cuevas-fábricas preparada para el plan Mechero.

  4. Según relataron los sobrevivientes republicanos españoles, en Mauthausen no había judíos entre otras cosas porque los nazis se ensañaron especialmente con ellos, con diferencia eran los prisioneros que menos aguantaban vivos. En cambio, los españoles, aunque al principio también fueron el principal objetivo de los nazis por las historias que les contaron sus amigos fascistas españoles, con el tiempo fueron ganando algo de confianza o de respeto de los nazis, por ejemplo cuando vieron que muchos españoles eran católicos como ellos o que celebraban la Navidad, o porque no se dejaban amedrentar fácilmente, si bien, esto último también era propio de los rusos y no les sirvió de nada. El caso es que los republicanos españoles se organizaron en el campo, siguiendo la disciplina propia de los partidos comunistas, se ayudaban entre ellos y llegaron a contar con una especie de servicio secreto, gracias al cual lograron sacar cientos o miles de fotografías de la vida en los campos de concentración, fotos que tomaron ellos mismos por encargo de los nazis, y que sirvieron como una de las principales pruebas durante los juicios de Nuremberg.

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