El Diluvio por Gustave Doré - Foto: Wikipedia - Dominio Público

«Entra tú y toda tu familia en el arca, porque a ti he visto justo delante de mí en tu generación»  (7:1)

¿El diluvio logró mejorar al ser humano?
No parece. La destrucción únicamente logra corroborar que los seres humanos no pueden aceptar el nivel que se les exigía en la Creación. No cambió a las personas. Apenas finalizado el desbordamiento, Noaj se emborrachó, Jam fue maldecido, y el instinto de los seres humanos continúa contando con diversos grados de perversidad. Pese al castigo, los humanos regresaron a ser lo que fueron antes. No escarmentaron. Pero el Eterno aceptó ese descenso de nivel. Vemos que también en otras oportunidades, Dios redujo el «estándar de excelencia» de sus criaturas, incapaces de elegir una vida más elevada. Ejemplo de ello son las segundas tablas escritas por la mano de Moshé a diferencia de las primeras que había escrito Dios mismo. A la discusión que los jajamim traen acerca de las críticas de Yosef a sus hermanos a quienes les exigía una conducta de mayor pureza. Incluso a la orden de regresar a la cueva que una Voz les diera a Shimón bar Iojai y a su hijo después que habían «quemado» a quienes se ocupaban de trabajos mundanos.

Dios conoce y reconoce el instinto del hombre y a sus elecciones éticas, pese a lo cual promete no volver a maldecir la tierra, ni  destruir a todos los seres vivientes, y mientras la tierra exista, «habrá siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, y días y noches». (Ver Bereshit 8:21-22).

El mundo post diluviano es menos bueno que el anterior que estaba en un mundo de anomia (en el sentido de su falta de normas y de su incapacidad de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad). Necesita de normas más claras, de regularidad, y ya no tiene confianza en las capacidades humanas de elegir entre el bien y el mal si esos valores no son normados cuidadosamente.

En cuanto a Noaj, tratado con superlativos difícilmente aplicados a ningún otro ser en toda la Torá, es criticado por nuestros sabios. La discusión de Sanedrín 108 a, aparece en Bereshit Raba entre rabí Yehudá y rabí Nejemiá, casi en los mismos términos: Ambos coinciden que fue tzadik, la pregunta es cuál fue el grado de su piedad. El versículo (7:1) en el que .A. le dice a Noaj: «Entra tú y toda tu familia en el arca, porque a ti he visto justo delante de mí en tu generación», limita de alguna manera el primero de nuestra parashá «Noaj, hombre justo, era tamim –perfecto – entre los hombres de su generación» (6:9). Tamim es interpretado como humilde y paciente (Rashí), y como Tzadik en sus acciones y entero en su corazón (Ibn Ezra).

Noaj siguió un modelo de tzadikismo pasivo. Con su accionar se salvó junto a su familia, porque no era malvado. Pero, no ejerció el liderato que se podía esperar de él para salvar a los demás. En ello no puede compararse ni con Abraham ni con Moshé. El profeta Yejezkel, sigue esta línea de considerar tzadik a quien está en condiciones de salvarse de la destrucción (14 12): «Vino a mí palabra de .A., diciendo:  «Hijo de hombre, cuando la tierra peque contra mí rebelándose pérfidamente, y extienda yo mi mano sobre ella, le corte el sustento de pan, envíe sobre ella hambre y extermine de ella a hombres y bestias,  si estuvieran en medio de ella estos tres hombres: Noaj, Daniel y Yiov, solo ellos, por su justicia, librarían sus propias vidas, dice .A., el Señor».  Noaj caminó con Dios, porque si no, no hubiera podido ser justo. Se hubiera caído. Necesitaba del apoyo. Y si él no podía sostenerse no tenía la fuerza para apoyar al otro. Abraham no necesitaba de ese apoyo. Caminaba solo. «Abraham tenía noventa y nueve años de edad cuando se le apareció .A. y le dijo: –Yo soy el Dios Todopoderoso. Anda delante de mí y sé perfecto» (Bereshit 17).

Noaj se encerraba y temía mezclarse con la gente para no absorber de ellos lo negativo. Abraham salía a estar con todos sin temor alguno. Su fe era completa. Su fortaleza interior integral. De esa manera no sólo acercaba a las personas al judaísmo sino que los podía salvar de la destrucción. El conocía al otro. Se unía a él para tomar lo mejor y multiplicarlo. El midrash también compara a Noaj con Moshé. Acerca de Noaj sabemos que «comenzó a ser un hombre de la tierra». Inició como justo y finalizó uniéndose a las partes más bajas de sí mismo. Moshé, que fuera llamado «el egipcio» en Shemot 2:19, llega a la categoría de ser «varón de .A.», en Devarim 33:1.

Las personas pueden iniciar abajo y elevarse si cumplen su misión particularmente si son líderes o maestros, y consiguen iniciar alto y derrumbarse porque olvidan que uno no puede elevarse solo apartado de los demás.

Nuestra época, es en muchas actitudes pre diluviana y de nuestros conductores esperamos que sepan involucrarse en el compromiso de salvar a los demás, enseñarles, unirse a ellos para lograr que mejoren y construyan una sociedad más justa y formen un pueblo que responda a los mandamientos y a los llamados de la ética y la moral.

Pero, diluvio ya no vamos a tener. Dios aceptó ya que no somos mejores que los de épocas pretéritas, ni que el diluvio nos mejorará aún más.

Por eso, nuestro compromiso social debe ser aún mayor. Debemos actuar sin esperar y sin desear castigo. Solo por amor.

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