L’hermine – Actuación meritoria

28 septiembre, 2017

Glimat Hashofet (Francia, 2015). Dirección: Christian Vincent. La idea predominante del film, cuyo guión fuera premiado en el Festival de Venecia, donde Fabrice Luchini obtuviera el premio al mejor actor y Sidse Babett Knudsen recibiera el premio Cesar (Oscar francés) a la mejor interpretación femenina, es un drama judicial, con excelentes intérpretes en los papeles protagonistas.
Luchini es Michel Racine, el presidente de la corte, conocido como severo y taciturno y, si se quiere, misántropo. Se habla de él como el juez de dos dígitos porque sus sentencias rondan los diez o más años de cárcel para el convicto.
En este caso tiene por delante el caso de un joven acusado de matar a su hija de siete meses de edad que se niega a responder a las preguntas de Racine, todo lo que dice es que él no mató a la niña, si bien se ha presentado en la policía declarándose culpable.
Al principio lo vemos a Racine padeciendo una fuerte gripe, algo que permite caracterizarlo en su comportamiento fuera de la sala de la corte. Hay un jurado que ha de establecer la culpabilidad o la inocencia del imputado y para sorpresa de Racine una de los integrantes es Sidse, que es una médica anestesista y que hace algunos años le ha salvado la vida ante una grave enfermedad.
Así que ahí tenemos una combinación de un drama judicial con una especie de melodrama romántico ligero. Los procedimientos en el juicio siguen una ruta establecida por Racine que interroga a los testigos y para mostrar que no tiene prejuicios, ahí lo tenemos poniendo en evidencia a un oficial de policía que le ha hecho un interrogatorio chapucero al acusado.
Racine entra a la pieza del jurado y les explica que no se trata de revelar hechos, que de todos modos son confusos y contradictorios a veces, sino de decidir qué es lo que les parece basándose en lo que ocurre en la sala del tribunal y de acuerdo a su juicio llegar a un dictamen unánime de acuerdo a la opinión que se han formado.
Imposible no acordarse de la película americana de doce hombres en pugna que se remitía a lo que sucedía exclusivamente en la sala del jurado, pero aquí la idea es distinta. En vez de ceder a una tentación fácil de convertir, Racine se presenta como una persona sin corazón defendida por un caparazón de indiferencia y hasta de maldad, al agregar el elemento romancesco, inesperado en un personaje semejante, que sorprendido por ese reencuentro en esas circunstancias con Sidse, comienza a actuar como un enamorado adolescente que la sigue y busca un encuentro con ella pese a que eso sería una violación del código ético.
El juez que se encuentra con una miembro del jurado, un escándalo si se quiere. Es como ponerles a los personajes una segunda oportunidad a la vista y seguir su comportamiento en esas inesperadas circunstancias.
Otro aspecto que el guión implica la diferencia de clases entre el juez y Sidse y la de la pareja joven de clase obrera, desempleada, que se ha visto metida en un embrollo semejante que puede ser fundamental en sus vidas.
Hay que decir a favor de Vincent que logra una combinación nada fácil entre dos aspectos que vistos de otra manera podrían parecer artificiales y en realidad es el buen trabajo de Luchini y Sidse el que permite superar ese escollo. Un film bien llevado que merece ser visto sobre todo por la actuación.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.