Rabino Yerahmiel Barylka
El cordero macho en su primer año, inmaculado, que se guardó hasta el día 14 para ser sacrificado en la víspera de lo que luego sería Jag Hamatzot.
Este ritual que hoy nos parece pueril e innecesario, fue en ese tiempo revolucionaria muestra de libertad porque injuriaba a los antiguos rituales paganos que tenían lugar en esta época del año. En primavera parían las ovejas y los sacrificios se hacían en la luna llena del día 15 del mes para mejorar el ciclo reproductivo. Sacrificar al cordero era un acto de rebelión y de independencia.
En nuestro tiempo, sólo recordamos esa ofrenda en el plato de Pésaj y al comer la fracción de la matzá -el Aficomán-, al final de la cena.
No en vano, los rabinos se preguntaron qué deberíamos hacer si sólo tuviéramos una pequeña porción de matzá que alcance únicamente para una porción, ya sea al principio o al final de la comida. ¿Cuándo la debemos comer?
Hoy entendemos que la matzá, al final de la comida representa al cordero pascual, y por su intermedio, el valor y la esperanza.
La Mishná en Pesajim 119b afirma: “No se puede comer postre [aficomán] después del sacrificio pascual”. En la época del Templo, la mitzvá consistía en comer el sacrificio pascual junto con matzá al final de la comida. La Mishná quiere decir que después de comer esta matzá está prohibido comer cualquier otra cosa.
Hoy en día, cuando no hay Templo ni sacrificio pascual, los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre cuál de las matzot que se comen en el Seder es la matzá con la que cumplimos la mitzvá bíblica de comerla.
Rashí, dice que se debe comer matzá al final de la comida como recuerdo de la matzá que se comió junto con el sacrificio pascual. Esta es la matzá rota que comemos al final en cumplimiento de la obligación de la matzá.
A primera vista, el comentario de Rashí es contradictorio. Por un lado, sostiene que la matzá del aficomán es sólo “un recuerdo de la matzá que se comió junto con el sacrificio pascual”, mientras que, por otro lado, escribe que ésta es la matzá con la que cumplimos la mitzvá bíblica de comer matzá (“en cumplimiento de la obligación de la matzá”). Si la matzá es sólo un “recuerdo”, ¿cómo puede ser el cumplimiento de una obligación?
Estudiosos posteriores tuvieron dificultades con la redacción de Rashí, pero la simple comprensión de su posición parece ser que la matzá de aficomán es de hecho la matzá obligatoria que se comería junto con el sacrificio pascual. Sin embargo, hoy en día, al no haber sacrificio pascual, debería haber sido posible comerla ya al principio de la comida. La razón por la que la comemos al final de la cena es para que sirva de “recuerdo” – un recordatorio de que en la época del Templo la matzá obligatoria se comía al final de la comida. En otras palabras, con la matzá de aficomán cumplimos la obligación bíblica de comer matzá, como era costumbre en la época del Templo, a pesar de que, en nuestras circunstancias, cuando no hay sacrificio pascual, podríamos haber comido la matzá antes.
Si la matzá obligatoria es la matzá del aficomán, ¿por qué recitamos la bendición “al ajilat matzá”sobre la primera matzá que se come en la noche del Seder, y no sobre esta matzá? El propio Rashí aborda esta cuestión y responde: Por fuerza recitamos la bendición “al ajilat matzá” sobre la primera [matzá], aunque no se coma en cumplimiento de una obligación… porque una vez que se ha llenado con ella, ¿cómo puede recitar entonces una bendición?… Por lo tanto, recita ambas bendiciones al principio, y luego come matzá al final sin una bendición.
En otras palabras, es inconcebible comer matzá durante todo el Seder, sin recitar la bendición por el cumplimiento de la mitzvá de comer matzá. Por lo tanto, estamos acostumbrados a recitar la bendición sobre la primera matzá que se come en el Seder, y no sobre la matzá obligatoria – la matzá de aficomán.
Lamentablemente no disponemos del espacio para traer todos los argumentos, que sería bueno que el lector busque y estudie, pero, nos permitimos resumir y decir que el Korbán Pésaj representaba el coraje del pueblo judío, que merecía la redención por haber rechazado la idolatría egipcia. Literalmente tomaron sus vidas en sus manos porque en el antiguo Egipto si sacrificasen un cordero en esa época del año se exponían a ser asesinados por la turba. Pero ellos mostraron coraje.
Los eruditos dicen que la palabra “Pésaj” también significa “misericordia” así como “saltarse”. Dios nos prometió que si mostramos coraje nos ayudará y nos mostrará su misericordia.
Coraje y esperanza son el simbolismo del Korbén Pésaj: La matzá que comemos al principio de la comida representa la preparación para la odisea de la libertad. El pueblo judío sabía que iba a salir de Egipto y, por lo tanto, preparó provisiones para el camino, entre ellas prepararon matzá. Sabían que iban a ir al desierto, donde no podrían mantenerse mucho tiempo. Era la misma matzá que comían como esclavos cuando no tenían tiempo, energía o recursos para hacer pan de verdad. Era la misma matzá que se convirtió en el pan de la libertad porque habían hecho los preparativos necesarios para aprovechar la liberación.
La matzá antes de la comida representa la preparación para salir. La última, la muestra del ser independiente.
¿Qué es más importante? ¿La preparación o el valor o la esperanza?
Los padres que crían a sus hijos y no los preparan para ser independientes son malos padres. Intentan atar a sus hijos a sus ‘delantales’ y muchas veces los destruyen. Por otra parte, los padres que no atienden las necesidades de sus hijos son padres peores.
Cuando nace un bebé hay que ocuparse totalmente de él. No puede alimentarse por sí mismo ni moverse de delante hacia atrás. No puede mantenerse limpio. Ese es el trabajo de los padres, y los padres deben cuidarlo. El bebé depende totalmente de los padres. Los padres deben ocuparse de las necesidades del niño hasta que pueda salir solo. Siempre hay una combinación de dependencia e independencia. Se empieza con una dependencia total y se acaba con una independencia total. Eso es lo que representa la matzá. Cuando el pueblo judío estaba en Egipto, todas sus necesidades estaban cubiertas. Tenían comida en la mesa. Tenían un lugar donde vivir. Eran esclavos, eso es cierto. Por eso a mucha gente le gustan las cárceles. Hay ciertas personas a las que les gusta la vida institucionalizada. Eran totalmente dependientes. Hay ciertas personas que no pueden ser independientes, que no fueron entrenadas para serlo. La matzá que comemos al principio de la comida representa esta independencia y simultáneamente la dependencia.
La matzá representa esta dependencia de Dios porque cuando salieron al desierto todavía iban a necesitar de él; pero daban sus primeros pasos de independencia en el sentido de que estaban dispuestos a salir del encierro y la sumisión.
¿Qué es más transcendental? ¿Es más importante la voluntad de ser independiente, de estar preparado, o es más substancial el coraje y la esperanza?
Se puede argumentar en ambos sentidos. Incluso es un buen tema de debate en la mesa del seder.
Como consecuencia de la pregunta anterior, podemos interrogarnos si ¿es más trascendente el aficomán o la matzá? ¿Es más significativa la preparación, la voluntad de ser independiente, o el valor y la esperanza?
Pésaj es una fiesta familiar, una fiesta en la que un niño aprende a relacionarse con su padre por cómo ve a su padre relacionarse con su abuelo. Nos reunimos todos en el seder y leemos la Hagadá. Sin embargo, la bendición que decimos justo antes de comer la matzá: “Bendito seas Tú Dios nuestro Señor, Rey del Universo, que nos has redimido y redimiste a nuestros antepasados de Egipto” es desconcertante. ¿Cómo es posible que podamos decir que Dios nos redimió? No estuvimos en Egipto, y sabemos que está en contra de la ley judía hacer brajot, bendiciones, sobre cosas que son fantasiosas, cosas que realmente no sucedieron. ¿Cómo podemos decir esto? Al final de esta bendición también decimos: “Te damos gracias con un cántico nuevo por nuestra redención y la redención de nuestras almas. Bendito seas Dios, quien redimió a Israel”. Una vez más decimos sobre “nuestra” redención y la redención de nuestras almas. Concluimos no con quién “redimirá” a Israel sino quién “redimió” a Israel. ¿Cómo podemos decir tal cosa? No hacemos bendiciones sobre cosas a menos que realmente hayan sucedido y aquí, por supuesto, sabemos que no las hicimos. Hoy terminamos el seder comiendo un trozo de matzá, el Aficomán, que representa el Korbán Pésaj -la ofrenda pascual-. Recordamos que al final de la comida del desierto nuestros antepasados comían un trocito del cordero que habían traído como sacrificio pascual. Hoy la matzá ocupa su lugar, así que comemos matzá dos veces en la comida. Justo después de la bendición mencionada antes hacemos una bendición al comer la matzá, cumpliendo el precepto de comerla. Luego, al final de la comida, comemos la matzá en reemplazo del cordero pascual.
Y decimos el texto sin temor a decir un sinsentido. Únicamente porque nos sacaron de la esclavitud y guardamos el recuerdo en el sub-consciente, podemos hoy, seguir luchando por la libertad. El seder fue y es nuestra escuela. En él comiendo la matzá al inicio y al final de la cena, cerramos el círculo que alimenta nuestra sed de libertad e independencia.
¡Jag Sameaj!