Por Ofir Winter y Eldad Shavit
El rey Abdullah de Jordania se convirtió en el primer líder árabe en ingresar a la Casa Blanca durante el segundo mandato del presidente Trump.
Desde una perspectiva jordana, no fue una reunión fácil.
Tras la llegada de Trump al poder, la Administración anunció la congelación total de la ayuda exterior, incluida la ayuda a Jordania (pero excluyendo a Israel y Egipto), por un monto de al menos 1.450 millones de dólares (alrededor del 10% de su presupuesto anual) durante 90 días, sujeta a revisión.
Al mismo tiempo, el presidente Trump reveló su plan para fomentar la migración de palestinos de Gaza a Jordania y Egipto, insinuando que consideraría suspender la ayuda a ambos países si se negaban a cooperar.
En una conferencia de prensa celebrada en la cumbre, ambos mandatarios evitaron enfrentarse frente a las cámaras.
El Rey Abdullah expresó la disposición inmediata de Jordania a aceptar a 2.000 niños enfermos de Gaza, aclarando que un plan más detallado para el futuro de Gaza se presentará después de las reuniones de emergencia programadas por Egipto y Arabia Saudita a finales de mes.
El presidente Trump elogió el liderazgo del rey Abdullah y expresó su satisfacción por la voluntad del reino de acoger a niños enfermos, pero reiteró su intención de impulsar la migración palestina a Jordania.
En una declaración posterior a la reunión, el rey expresó una oposición más firme al plan de Trump, enfatizando que “se debe dar prioridad a la rehabilitación de Gaza sin desplazar a los palestinos” y que “la única manera de lograr la estabilidad en la región es a través de una paz justa basada en una solución de dos estados”.
El reasentamiento de una gran parte de la población palestina se considera en Jordania una amenaza a la identidad nacional hachemita del reino y un intento de resolver la cuestión palestina a expensas de Jordania.
Por lo tanto, el interés de Jordania radica en eliminar el tema de la agenda, pero hacerlo como parte de un frente árabe, islámico e internacional más amplio, evitando posibles daños a sus relaciones con Washington y a la continuidad de la ayuda estadounidense.
Además, el Parlamento jordano ha comenzado a promover una ley que prohíbe la expulsión de palestinos a Jordania, proporcionando así apoyo público y constitucional a la posición del palacio.
En esta etapa, Trump está teniendo cuidado de evitar el conflicto con Jordania y Egipto.
Sin embargo, la creciente insistencia de ambas partes probablemente aumentará las tensiones, especialmente si Egipto y Jordania, respaldados por otros estados árabes, continúan oponiéndose firmemente al plan.
Cabe señalar que, si bien la influencia económica de Estados Unidos influye en Jordania, no es suficiente para persuadir al país a aceptar un plan al que la mayoría de los jordanos se opone y que el país considera una amenaza a su estabilidad.
Como quedó demostrado, entre otras cosas, durante la noche de los drones iraníes, Jordania sigue siendo un activo tanto para Estados Unidos como para Israel.
Para preservar el papel del reino como aliado estratégico de ambos países, los futuros acuerdos palestinos deberían considerar las necesidades de Jordania y evitar presiones financieras que podrían desestabilizarla.