Irene Gut Opdyke, la enfermera polaca que se rebeló contra la barbarie y el Holocausto

26 julio, 2023 , ,

Por Ricardo Angoso

Su madre estaba a cargo del hogar y cuidaba de Opdyke y sus cuatro hermanas menores. La familia se consideraba de clase media alta y eran católicos. Cuando tenía un año, la familia de Opdyke se mudó de Kasinka a la ciudad de Radom. Irene describe sus primeros años como muy agradables y tranquilos. La familia tenía muchos contactos con diferentes nacionalidades y grupos religiosos. El padre de Opdyke también tenía un socio comercial judío y los hijos de ambas familias eran los mejores amigos.

Antes de irse a la escuela de enfermería, en 1939, Opdyke no tenía un conocimiento real de la situación en Alemania y solo había escuchado fragmentos sobre Hitler. Sin embargo, inmediatamente después de comenzar sus viajes a la escuela, Opdyke se vio envuelta en el esfuerzo de guerra, como tantos millones de polacos. Alemania había entrado abruptamente en Polonia y el hospital al que enviaron a Opdyke para recibir entrenamiento estaba invadido por soldados heridos y civiles de todo el campo. Privada de cualquier medio de comunicación con su familia en casa, Opdyke no tuvo más remedio que unirse a un grupo de enfermeras polacas e intentar sobrevivir lo mejor que pudo. La situación era terrible, el país estaba en guerra y los bombardeos alemanes no distinguían entre objetivos civiles y militares.

Era septiembre de 1939 y el pueblo polaco se retiraba por completo ante el imparable avance del ejército alemán. Opdyke y un grupo de aproximadamente 200 personas se dirigieron a los bosques de Ucrania después de un viaje de tres semanas. Alrededor de la época de Navidad, Opdyke y un pequeño grupo de personas fueron al pueblo más cercano con la esperanza de intercambiar alimentos y suministros. Mientras estuvo allí, la ciudad fue invadida por patrullas rusas y Opdyke fue violada brutalmente por tres soldados rusos. La dejaron inconsciente en la nieve y se despertó más tarde en un camión de transporte de camino a un hospital ruso. Las personas con las que estaba fueron llevadas como prisioneros de guerra por los rusos.

Después de recuperarse en el hospital, Opdyke se vio obligada a aprender a hablar ruso y se puso a trabajar en un hospital. Poco tiempo después, después de que un médico intentara violarla, ella huyó del hospital y fue acogida por un “médico rural” que le permitió hacerse pasar por una prima. Durante varios meses recorrieron el campo ayudando a los pobres e inoculando a los niños contra el cólera y la tuberculosis. Al recibir la noticia de que los polacos volvían a ser libres de viajar por el país, Opdyke obtuvo sus documentos de viaje y regresó a Radom. Allí encontró a su familia toda aún con vida.

DE LA OCUPACION DE POLONIA AL HOLOCAUSTO

La familia estuvo junta durante varios meses, pero luego los alemanes se llevaron a su padre debido a sus habilidades para dirigir la fábrica. Era septiembre de 1941 y la madre de Opdyke decidió llevarse a las tres hijas menores y mudarlas para que estuvieran con su padre. Opdyke y su otra hermana se quedaron en Radom con su tía. Nunca volvería a ver a ninguno de sus padres.

Poco tiempo después, los alemanes enviaron a Opdyke y su hermana a trabajar en una fábrica de municiones en Radom. Mientras trabajaba en esta fábrica, Opdyke notó que cada día desaparecían algunas personas. Fue su primera introducción al tratamiento alemán de los judíos. Después de tener problemas para completar el trabajo en la fábrica, Opdyke fue asignada a la cocina como camarera para un oficial alemán y su tripulación. Fue desde la ventana de la cocina en la que trabajaba que Irene fue testigo por primera vez de como los alemanes mataban judíos en la calle. Esa ventana de la cocina daba al gueto de Radom.

Varios días después de ese incidente, Opdyke fue testigo de una marcha de la muerte de judíos del gueto de Radom a las fosas comunes en las afueras de la ciudad. Este evento tuvo un efecto significativo en su vida y estaba absolutamente horrorizada por las atrocidades que se estaban cometiendo. Cuando el oficial alemán con el que trabajaba Opdyke se fue a Ternopolye (en Ucrania), solicitó llevarse a su personal de cocina, incluido Opdyke, con él. A pedido de Opdyke, su hermana también fue llevada con el grupo.

En abril de 1942, Gut fue testigo de un hecho que transformaría su vida. Vio como un oficial nazi arrojaba un niño judío al aire y le disparaba, como si se tratara de un pájaro. No siendo capaz de soportar y ser testigo del creciente barbarismo por parte de los alemanes, comenzó a participar en la lucha para salvar judíos de la masacre. El terror crecía. En el mercado público, los soldados de la Gestapo la obligaron a observar, junto con otros polacos, el linchamiento público de una pareja de judíos y de su protector polaco que había tratado de ayudarlos. Las advertencias de los alemanes, por lo general, no caían en saco roto y actuaban con una brutalidad sádica desconocida hasta esos momentos.

TRABAJOS FORZADOS

Mientras llevaba a cabo trabajos forzados en una fábrica de municiones, Irene atrajo la atención de un mayor alemán de 70 años, Edgard Rugemer. Para este momento, el Ejército Alemán en el Este, en busca de oficiales entrenados, había elevado el límite de edad. El mayor Rugemer le encontró un trabajo más adecuado en la cocina de un hotel para oficiales alemanes. Las cocinas se encontraban cercanas a los muros del gueto local y cada noche, ella recogía las sobras de la comida y las pasaba a escondidas a través de las cercas de alambres de púas. Increíblemente, Gut no fue descubierta durante meses. Tuvo éxito en sus esfuerzos. Pronto, comenzó a pasar judíos a escondidas fuera del gueto hacia los bosques. En toda Polonia, los vastos bosques sirvieron de refugio a judíos frente a la persecución alemana. Ella repetía esta operación una y otra vez.

El mayor Rugemer rápidamente la promovió como su ama de llaves en una villa que había sido expropiada por los alemanes a los polacos. Esta villa contaba con un gran sótano donde Irene escondió a doce judíos que estaban por ser deportados a las cámaras de gas. Ellos salían del sótano todos los días y la ayudaban con sus tareas. El militar alemán pasaba generalmente el día afuera, pero un día llegó inesperadamente más temprano y se sorprendió al ver judíos viviendo en su casa. Inmediatamente, se dirigió a llamar a los oficiales de las SS, pero antes de que pudiera realizar la llamada, Irene le suplicó que perdonara la vida de los judíos. Rugemer hizo un trato con ella; sus vidas a cambio de su cuerpo. Gut no tuvo otra alternativa. Se convirtió en su amante durante algún tiempo a fin de salvarlos. Los judíos continuaron viviendo en el sótano sin tener conocimiento de este acuerdo. Gut, que había sido criada como católica, pidió la confesión al sacerdote local, quien no le daría la absolución. Siguió siendo cristiana, pero años más tarde, se convertiría al protestantismo como protesta por la actitud de la Iglesia católica durante el Holocausto.

A medida que el Ejército ruso se extendía al oeste, hacia Polonia, Edgard Rugemer se marchó con los alemanes antes de que los rusos pudieran sorprenderlos. Mientras los alemanes huían de los rusos, a comienzos de 1944, Gut y los judíos se escaparon hacia los bosques donde permanecieron ocultos hasta que los rusos ganaron el control de Polonia. Luego, fueron llevados a un campo de “desplazados”. Cada uno de sus protegidos fue salvado gracias a su coraje. Luego, la mayoría de ellos emprendió su camino hacia el nuevo Estado de Israel u otros países occidentales. Al finalizar la guerra, en medio de la confusión y brutalidad, y ayudada por los judíos de quienes se había hecho amiga, pasó a escondidas del territorio polaco ocupado por Rusia hacia Alemania Occidental.

EN LOS ESTADOS UNIDOS

Tres años más tarde, pudo obtener la documentación que le permitiría viajar a los Estados Unidos. En el campo de “Desplazados” había sido entrevistada por William Opdyke, un empleado estadounidense de las Naciones Unidas al que le contó su historia. Por casualidad, volvió a encontrarse con él en Nueva York y se casaron poco tiempo después. Formaron una familia y llevaron una vida tranquila.

Después de años de silencio con respecto a su experiencia en tiempos de guerra, en 1975 Opdyke fue convencida de hablar después de escuchar una afirmación neonazi de que el Holocausto nunca ocurrió. Opdyke comenzó una carrera como oradora que culminó en sus memorias In My Hands: Memoirs of a Holocaust Rescuer. En 1982, Irena Opdyke Gut fue reconocida y honrada por Yad Vashem como una de los Justos Polacos entre las Naciones.

El 9 de junio de 1995, Irene Gut Opdyke fue honrada con una bendición papal del papa Juan Pablo II en un servicio conjunto de judíos y católicos celebrado en la sinagoga Shir Ha-Ma’alot en Irvine, California, junto con una invitación del papa Juan Pablo II para tener una audiencia privada. La bendición papal y la audiencia con el Papa la había obtenido el congregante Alan Boinus con la ayuda de monseñor Joseph Karp de la Iglesia Católica Polaca en Yorba Linda, California. La bendición papal fue el primer reconocimiento de la iglesia Católica a sus esfuerzos durante el Holocausto. Irene Gut Opdyke dijo: “Este es el mejor regalo que puedo recibir por cualquier cosa que hice en mi vida”.

Irene Gut Opdyke murió en el año 2003, a los 81 años, en California.

FUENTES CITADAS Y CONSULTADAS:

The. International Raoul Wallenberg Foundation:
https://www.raoulwallenberg.net/es/salvadores/otros/manos/

Wikipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Irene_Gut_Opdyke

Holocaust Memorial Center:
https://www.holocaustcenter.org/?option=com_content&task=view&id=202https:

Women Heroes of World War II:
https://archive.org/details/womenheroesofwor0000atwo_f6j1

Fotos: Del autor de la nota. Placas y Homenaje en el cementerio judío de Varsovia a las víctimas del Holocausto

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