El zar de Bulgaria y los judíos

Foto: Wikipedia - CC BY-SA 4.0

Fue un monarca muy popular entre sus súbditos, además de una de las figuras clave en los Balcanes durante el periodo de entreguerras y la Segunda Guerra Mundial.

Nacido en Sofía el 30 de enero de 1894, era hijo de María Luisa de Borbón y Parma y el zar Fernando de Bulgaria, el monarca que llevó a Bulgaria a la independencia del Imperio Otomano y que, tras la derrota de la Primera Guerra Mundial, se vio obligado a abdicar y a partir al exilio. Asumió, con solo 24 años, el gobierno de un estado arruinado, al borde del caos y dividido entre los extremistas de izquierda y de derecha. Boris era un filántropo, que solía viajar por el país para ayudar a la población más necesitada. También visitó otros países en pro de mejorar la imagen de Bulgaria tras la Primera Guerra Mundial. Fue durante uno de esos viajes cuando conoció a la princesa Juana de Saboya, con quien se casó en 1930.

En 1934, la depresión económica y los conflictos políticos llevaron a un golpe militar organizado y liderado por oficiales del Zveno (organización búlgara con una doble vertiente, militar y política), que instauraron un régimen dictatorial con idea de establecer una república. Boris recuperó el control el año siguiente y, para evitar una nueva crisis política, impuso al país una dictadura. Contrario a los métodos brutales de los regímenes totalitarios, Boris intentó en vano aproximarse a las democracias occidentales, pero la indiferencia internacional lo llevó a estrechar relaciones con la Alemania nazi.

Como pacifista convencido, intentó mantenerse neutral durante la Segunda Guerra Mundial; pero, en 1941, con el ejército alemán en la frontera búlgara, el monarca se vio obligado a alinearse con el Eje. A pesar de la alianza formal, no participó militarmente en el conflicto y se negó a deportar a los 50.000 judíos búlgaros hacia Alemania.

Sobrevivió a dos atentados. Salvó a seis personas de ahogarse en el mar Negro en 1931 y una vez tomó el control de un tren estropeado en el que, junto a muchos más pasajeros, viajaba en 1934.

Alemania necesitaba a Bulgaria: era su huerta. Bulgaria se había creído lo que Alemania había prometido: que serían devueltos a Bulgaria los territorios que se habían perdido en la Primera Guerra Mundial. Mussolini le invitó a invadir Grecia para recuperarlos y Boris rechazó la oferta. También consiguió no firmar el Pacto Tripartito de 1940, lo cual hizo que Goebbels lo denominara «sujeto astuto y disimulado».

La presión nazi sobre Bulgaria cada vez era mayor. Se había creado un grupo juvenil de corte Juventudes Hitlerianas, se habían decretado leyes antisemitas pese a la oposición popular, toque de queda y escarapela amarilla en la solapa.

En 1942 Hitler exigió una “solución” al asunto judío, pero Dimitar Pešev, vicepresidente del Parlamento, y Esteban I, exarca metropolitano de Sofía convencieron a Boris para que no accediera a los requerimientos nazis. En mayo de 1943 se volvió a intentar la deportación de 50.000 judíos búlgaros, pero Boris se negó nuevamente.

Dadas las circunstancias, y puesto que el zar estaba en contacto con diplomáticos norteamericanos, Hitler lo convocó el 14 de agosto de 1943 al cuartel general del frente oriental, próximo a Rastembork en Prusia Oriental. Boris se negó a poner sus tropas en contra de la Unión Soviética y abandonó la reunión. Al día siguiente tomó un avión alemán para regresar a Sofía. Nueve días después de pronto se sintió mal, con vómitos. Cinco días después, el 28 de agosto de 1943 el zar Boris murió a los 49 años de edad. Los médicos confirmaron que fue un envenenamiento. El hermano del zar, el príncipe Kyril, declaró que Boris había sido envenenado durante el vuelo de vuelta a Bulgaria el 14 de agosto. El sistema fue el siguiente, el piloto voló a propósito a una altitud muy elevada y con esto forzó al zar a colocarse la máscara de oxígeno que contenía el veneno.

El hijo del zar, Simeón, entonces un niño de seis años, le sucedió en el trono. Y un año después, la Unión Soviética invadió Bulgaria. La familia real búlgara se exilió primero en Alejandría y luego en España. Muchos años después pudieron regresar.

En marzo de 2019 se realizó en Sofía, capital de Bulgaria, una ceremonia en recuerdo de las víctimas del Holocausto nazi. Pero ese acto no estuvo exento de polémica, pues al mismo no asistió el rey Simeón de Bulgaria (quien también fue, durante los años 2001 y 2005 el primer ministro del país). Para salir al paso de las críticas, Simeón de Bulgaria emitió un comunicado de prensa en el que, por un lado, recuerda el papel de su padre, el zar Boris III, en la salvación de casi 50.000 judíos, y por otro, critica que el nombre de este monarca, ni siquiera haya sido nombrado en el acto en memoria de las víctimas de la Shoá (Holocausto) en la judería búlgara.

Sin dudas Boris III es una de tantas figuras polémicas, por un lado, era aliado de Hitler y por otro había tenido la valentía de proteger y  no entregar a los 50.000 judíos búlgaros. Él salvó sus vidas, pero le costó la suya propia…

Fuente: Grupo de Facebook Personalidades judías de todos los tiempos. Compilado por Raúl Voskoboinik.

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