El renovado conflicto del Sahara Occidental y los Acuerdos de Abraham

Escudo de armas de la República Árabe Saharaui Democrática Imagen: Reisio vía Wikimedia Dominio Público

El momento de la inesperada provocación del Frente Polisario contra Marruecos podría estar relacionado con la iniciativa diplomática en curso patrocinada por los Estados Unidos para el establecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre Marruecos e Israel. Varias potencias extranjeras tienen interés en interrumpir las próximas etapas de los Acuerdos de Abraham.

La reciente violencia en el Sáhara Occidental marca el colapso de un alto el fuego de 29 años entre el Frente Polisario pro-independentista y el Reino de Marruecos pro-autonomista. La violencia refleja los repetidos fracasos diplomáticos tanto de las partes como de la comunidad internacional para negociar un acuerdo de paz sostenible con respecto al control del territorio.

El conflicto se inició después de la retirada colonial de España de la región en 1975, dejando a Mauritania, Marruecos y el Frente Polisario en un conflicto arraigado por la soberanía territorial.

Ese mismo año, la Corte Internacional de Justicia, aunque reconoció los vínculos históricos de Marruecos y Mauritania con la zona, presentó una opinión consultiva que declaró que esos vínculos eran fundamentales para el reclamo de soberanía de Marruecos. Sin embargo, no determinó el aspecto de soberanía sobre el territorio.

El Frente Polisario, que representa a la República Árabe Saharaui Democrática en el exilio en Tinduf, Argelia, firmó un acuerdo de paz con Mauritania en 1979. Los esporádicos combates con Marruecos continuaron hasta 1991, cuando las dos partes llegaron a un acuerdo que pedía un referéndum. Después del acuerdo de 1991, Marruecos controlaba la mayor parte del territorio.

La misión de mantenimiento de paz de la ONU responsable del lanzamiento del referéndum, MINURSO, negoció un trato en 1997 con la ayuda de los estadounidenses. El acuerdo pedía una votación que daría a los saharauis, que son considerados los pueblos indígenas de la tierra, una opción entre la autodeterminación y la autonomía bajo el Reino de Marruecos. Pero Marruecos rechazó los términos del referéndum alegando que no estaba satisfecho con quién podría votar.

El ejército de Marruecos afirma que simplemente estableció un «cordón de seguridad» después de que elementos del Frente Polisario bloquearon el tráfico en la única carretera que lo une con Mauritania y el resto de África. Dicho esto, se aprestó a reanudar las operaciones militares en el cruce de El Guergarat, una zona de amortiguación entre el territorio reclamado por Marruecos y la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática.

Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, dejó en claro el 15 de noviembre que el grupo ya no acataría la tregua de décadas. Los saharauis elogiaron la decisión del Frente Polisario de enfrentarse al ejército marroquí, alegando que ya se han cansado del largo estancamiento que les ha impedido reclamar la soberanía sobre la disputada tierra del Sáhara Occidental. Este enfoque debe evaluarse como un intento de atraer la atención internacional y el apoyo de la ONU para las discusiones que conduzcan a un referéndum.

El canciller de Marruecos afirmó ese mismo día que su país “sigue firmemente apegado a la preservación del alto el fuego, señalando que el operativo llevado a cabo por las Fuerzas Armadas Reales tiene como objetivo precisamente consolidar el alto al fuego evitando la repetición de hechos tan graves e inadmisibles que violan el acuerdo militar y amenazan la seguridad y estabilidad regional”.

Argelia es el principal patrocinador del Polisario, un hecho que ha provocado preguntas sobre si el Sáhara Occidental es el apoderado (proxy) de una lucha regional más amplia por influencia. La posición de Marruecos desde hace mucho tiempo es que el Polisario es un arma empuñada por Argelia en un complot contra Rabat.

La campaña marroquí de relaciones públicas enmarca categóricamente al Polisario como una entidad separatista ilegítima mientras se dedica a crear hechos sobre el terreno. Rabat abrió recientemente una misión diplomática en el Sáhara Occidental en un intento de reforzar su reclamo de soberanía con apoyo internacional. Esta estrategia ha sido bastante eficaz: 44 de los 84 países que habían reconocido previamente al Polisario han anulado su reconocimiento y apoyo.

El momento de la provocación por parte del Frente Polisario, que aparentemente se llevó a cabo de la nada después de un alto el fuego que había durado décadas, merece una mirada más cercana. Es posible que potencias extranjeras alentaran esta provocación como un medio para interferir con el actual proceso destinado a concluir un acuerdo de paz entre Marruecos e Israel.

La filtración de la iniciativa de la administración del presidente Trump sobre este asunto podría haber servido de incitación a partidos no moderados del mundo árabe, así como a Irán, para intentar torpedear el impulso de reconciliación entre los países árabes e Israel que se está llevando a cabo bajo el paraguas de los Acuerdos de Abraham.

La iniciativa de paz israelí-marroquí tiene una importancia adicional, ya que podría contener una dimensión de compensación diplomática estadounidense a Marruecos en forma de reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara Occidental. Si es así, el marco ofrecería una situación beneficiosa para todos.

Es probable que el Frente Polisario tema ser el chivo expiatorio si Marruecos e Israel logran llegar a un acuerdo para la plena normalización. Si se produjera la normalización, sería una amenaza para la razón de ser del Polisario. Esta amenaza podría haber motivado al Polisario a acercarse urgentemente a los oponentes de Marruecos, en particular a Argelia, que proporciona refugio a más de 100.000 refugiados del Sahara Occidental, así como a Irán.

Rabat considera que Teherán es su rival más peligroso, ya que ha estado involucrado en actos subversivos contra el régimen marroquí. Teherán y su representante libanés, Hezbolá, fueron acusados ​​de entrenar y armar a los combatientes del Frente Polisario con misiles tierra-aire SAM9, SAM11 y Strela, y de que las entregas se realizaron a través de la embajada de Irán en Argel. La evidencia de estas entregas llevó a Marruecos a romper relaciones con Irán en mayo de 2018 y a expulsar al embajador iraní en Rabat.

Es razonable inferir que la Autoridad Palestina (AP) también jugó un papel entre bastidores, ya que también desea torpedear el establecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre Marruecos e Israel. La Autoridad Palestina está furiosa porque los Acuerdos de Abraham cambiaron las reglas tradicionales del juego en el Medio Oriente, dejando atrás la cuestión palestina.

Las actividades mencionadas anteriormente para interrumpir el progreso en curso hacia la normalización entre los Estados árabes sunitas moderados e Israel es un indicador de que es probable que el alcance de los Acuerdos de Abraham se reduzca. La pregunta es si el presidente electo Joe Biden estará entusiasmado con la continuación de un proceso que pulirá el legado de Donald Trump.

Según la información disponible, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, desea concretar un acuerdo marroquí-israelí-estadounidense durante el período de transición en Washington. Este tema podría haber estado en la agenda durante la reciente visita del Secretario de Estado saliente Mike Pompeo a Israel.

Fuente:  BESA Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos

El Dr. Raphael G. Bouchnik-Chen es un coronel retirado que se desempeñó como analista senior en la Inteligencia Militar de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

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