El patrón del mal

10 marzo, 2020 , ,
REUTERS/Amir Cohen

El Coronavirus ha condicionado la rutina de todo tipo de persona. Desde quien gobierna un país hasta el ciudadano más recóndito en la faz de la tierra. La epidemia ha causado cambios rutilantes en la agenda de los Estados. Israel no es el caso contrario.

En medio de las discusiones por la construcción del próximo gobierno, se escucha un sinfín de noticias sobre el COVID-19 y algunas escasas acerca de las coaliciones de gobierno. Desde la posición de Netanyahu, volcado al Coronavirus y a la próxima defensa en su proceso legal, no le alcanza para establecer un gobierno junto a los partidos de derecha y religiosos. El líder del Likud está rodeado. A pesar de contar constantemente con un as bajo la manga, no se vislumbra un mecanismo para derrotar a sus enemigos políticos. La única opción del Likud parece ser su renuncia. Algo cercano a lo imposible. Mientras tanto, los partidos compinches lo acompañarían hasta el final.

Los rivales de Netanyahu no son pocos: El tridente de ex jefes de la Fuerzas Armadas junto a Yair Lapid; la rabia que tiene atravesada Lieberman por la unión de Bibi con los religiosos; la Lista Conjunta que logró su mejor elección en la historia; la justicia.

Benny Gantz está cerca de concretar un acuerdo con el partido árabe. La receta para combatir contra Netanyahu la tiene lista. Pero ¿cuáles son los efectos que puede producir ese remedio? Si no comparten ideales ni accionan del mismo modo no sería una sociedad con mucho futuro. Tal vez la oportunidad de está oposición es armar un gobierno de centro-izquierda-laico con el apoyo de Tibi. Empero de las bases ideológicas debería desmoronarse rápidamente. ¿Cuáles son las coyunturas que podrían compartir Lieberman con Meretz-Avodá por fuera de los temas sociales? La alianza de Gantz es un amalgamado enredo frente al poder de Netanyahu.

Se avecinan tiempos difíciles en Israel. La nebulosa que atraviesa el sistema político israelí pide un fin. Netanyahu necesita de Gantz para continuar al mando. Gantz no puede echarse atrás una vez más e intentará hacer historia cambiando el mando en 180 grados.

Las cartas están jugadas. Es momento que el presidente, Reuven Rivlin, aparezca en escena y también de su veredicto. La enfermedad electoral todavía tiene solución. Los egos pueden quedar atrás. Más trabajo en conjunto y menos antipatía puede ser un recurso fundamental para lograr la formación del gobierno.

Solamente queda esperar y soñar con un cambio.

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