El mundo según el virus

20 julio, 2020 ,
El Mercado mayorista de mariscos del Sur de China en Wuhan, intervenido por las autoridades al ser el primer lugar donde se registró el virus SARS-CoV-2 en trabajadores y comerciantes del recinto - Foto: Wikimedia - CC BY 3.0

Luego de varios meses de pandemia, las cosas siguen muy complicadas.  El mundo entero se debate entre morir infectado o morir de hambre, palabras más palabras menos.

La esperanza de una contención efectiva que deje capacidad de atención médica viable, es la estrategia de muchos. Pero requiere de cuarentenas y cierres que aminoren el ritmo de infección. De esa forma, reactivar las economías y atender los daños que se ocasionan en empresas, familias y personas resulta muy difícil. Planificar resulta engorroso, atender las emergencias un drama colosal.

Con el pasar de las semanas y meses, parece evidente que hemos de convivir con el virus por un largo tiempo. O morir, si no se intenta precisamente, convivir con él. No es aparente que se abrirán los espacios públicos como era lo usual.  Es un hecho que cualquiera es una víctima potencial. Aeropuertos, puertos, aviones, barcos, salas de fiestas, restaurantes, clínicas y todo lo que se nos ocurra, van a estar sujetos de protocolos de uso algo incómodos. Y aún así, existirá el riesgo de acudir a un confinamiento obligado.

Esperar la vacuna, el tratamiento y la desaparición del virus o su debilitamiento, es un camino que debe seguirse. Pero mientras se transita, lo conducente es la prevención a priori. Nada que hacer. Casi seis meses de experiencia ya arrojan hechos y cifras ciertos.

El mundo entero se mueve al ritmo del virus. Es cierto que, si se aplican ciertas medidas, se deja de lado alguna que otra politiquería, se puede influir o moderar el ritmo del virus. Pero no más que ello.  Aplica asumir nuevas conductas de socialización en casi todos los ámbitos.

Curioso. Las normas de comportamiento humano en pleno siglo XXI, cuando la humanidad ha alcanzado su más alto nivel de desarrollo tecnológico y científico, las dicta un microorganismo que se mata con jabón, y se ve sólo con potentes microscopios. Su invencibilidad llama poderosamente la atención, y de no tener mucha fe y seguridad, conduce a la mayor de las frustraciones.

Proyectos políticos se han derrumbado. Iniciativas económicas se vienen abajo. Las campañas electorales tienen otros temas, otros argumentos. De repente, todos nos ocupamos y preocupamos más de nuestras familias, de nosotros mismos. Hemos descubierto la propia debilidad y vulnerabilidad que nos caracteriza. Un país poderoso con un plan retador y amenazas de borrar a otro del mapa, anuncia un número increíble de infectados. Cohetes, desarrollos nucleares, guardias pretorianas y cualquier otro símbolo de poderío, no sirven de nada.

Nos iremos acostumbrando a esto. Habrá alguna solución, pero en el mientras tanto, algo ya largo y desolador, queda claro que el mundo de hoy, es el mundo según el virus.

Extraños son los caminos del Señor. Y grande la pequeñez humana.

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