El desierto y Shavuot. Reflexión.

20 mayo, 2023
En Jerusalén, un varón lanza trigo trillado durante la festividad de Shavuot. Foto: Wikipedia - CC BY 2.5

El desierto.

Si pensamos en el significado de la palabra desierto, se explica como un lugar despoblado o deshabitado. O un lugar con muy escasa vegetación y donde uno puede perderse o es difícil hallar agua.

También, aquí se introduce la palabra “hefker” que en hebreo significa una cosa que no es de nadie. Y un ejemplo son las piedras de la calle que no tienen dueño. Es decir, no es de nadie y es de todos.

Shavuot.

Conectando con las últimas palabras del párrafo anterior, enganchamos la festividad de Shavuot (semanas), donde justamente, luego de los 49 días de la cuenta del Omer, y al día 50, el profeta Moshé baja de la montaña sagrada con las Tablas que legan al pueblo de Israel en particular, y a todas las naciones del mundo en general el decálogo (y toda la ley Escrita y la ley Oral para estudio y cumplimiento solo destinada a los judíos y a los conversos verdaderos).

Sincronía.

La sincronía se explica como la coincidencia en el tiempo de dos o más hechos, fenómenos o circunstancias, especialmente cuando el ritmo de uno es adecuado al otro.

Por este sendero, ingresamos en el cuarto libro del Pentateuco conocido en castellano como Números, pero que en la Lengua Sagrada se titula como “en el desierto”.

Reflexión para un final.

Deberíamos mencionar que, la coincidencia (temporal) con el comienzo del libro de Bamidbar, junto a la entrega de la Torá, no es casual. Y se aprecia claramente que todo aquel que re-piensa el texto, busca preguntas y sus correspondientes respuestas, y los exégetas, sabios o jajamim, y maestros, y rabinos incursionan en explicaciones varias. Pero aquella que no puedo olvidar, más allá del tiempo transcurrido, esa que me dijo hace dos o tres décadas atrás un amigo que escuchó de boca de un prestigioso rabino porteño: “que la Torá nos fue entregada en el desierto, justamente para mostrarnos que sin ella nuestra vida sería un desierto espiritual”.

Y esta afirmación es total y absoluta y correcta, en particular para todos aquellos teshuveros y retornantes, que en sus letras de la cual emanan esa luz divina y oculta, se desprende y alecciona, que nada puede ser bueno, salvo que toda cosa, palabra o circunstancia, se encuentre ligada con ella.

Hoy por hoy, en una época de violencia de toda clase, engaños, incomunicación, drogas, etc., etc. En donde el ser humano se encuentra desorientado, y en constante agresión de toda índole, la verdad divina se impone con una fuerza demoledora.

Y el Shalom o una paz total, logra calmar con cierta persistencia, esa existencia que transcurre mayoritariamente en aguas tormentosas, que siempre turba nuestras mentes y nuestros corazones. Alterando nuestro pensamiento, emociones y conducta.

El ser humano busca agua, pero si se encuentra alejado de las fuentes genuinas, solo encontrará arena y espejismos de toda clase.

No sentirse frustrado es la consigna del momento, y la vida es muy valiosa para ser quemada y desperdiciada en fuegos fatuos que representan cosas vanas y en un combo de zapalladas (dichos o hechos tontos) que no conducen a ninguna parte.

¡Shavua Tov!

por el Dr. Natalio Daitch

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