Convulsión en el Yemen

25 octubre, 2016

Jonathan Spyer

La guerra civil de Yemen, en el cual una milicia chií apoyado por Irán, el movimiento Ansar Allah (los ‘houthíes’), está combatiendo a una coalición liderada por Arabia Saudita, que apoya al gobierno del presidente Abd Rabo Mansur al Hadi, ha sido en gran medida relegada por la cobertura de los medios occidentales.

Esto es lamentable. Los últimos acontecimientos relacionados con el Yemen demuestran la creciente confianza y la audacia del bloque regional liderado por Irán, y su aparente creencia de que puede con impunidad escalar las «reglas del juego» para incluir no sólo ataques a los socios de Estados Unidos, sino también ahora ataques directos a las propias fuerzas de Norteamérica.

El 9 de octubre, y nuevamente el 12 de octubre, el destructor de la Armada estadounidense USS Mason estaba operando en el Estrecho de Bab el Mandeb, una zona de gran importancia estratégica del frente a la costa de Yemen, cuando fue atacado por dos misiles disparados desde el territorio controlado por los rebeldes houthíes, apoyados por Irán. El angosto estrecho que conecta el Golfo de Adén con el Mar Rojo es un paso vital para los buques que transportan petróleo y gas desde el Golfo Pérsico hacia el Canal de Suez, y desde allí hacia el Mediterráneo. Es también la salida marítima de Israel desde el Mar Rojo.

La misión del USS Mason era asegurar el tránsito continuo y sin obstáculos de la navegación a través del estrecho. La nave disparó sus propios misiles para interceptar las amenazas y no sufrió daños. El Mason fue atacado nuevamente el 12 de octubre y, posiblemente, de nuevo en el 15 (este incidente todavía está bajo investigación).

El USS Mason, junto con otros dos buques de la Armada de Estados Unidos -el USS Nitze y el USS Ponce-, había sido desplegado en el estrecho tras un ataque anterior contra un buque logístico de los Emiratos Árabes Unidos, el HSV Swift, el 1 de octubre.

Según el informe del Instituto Naval de Estados Unidos, el proyectil disparado fue un misil antibuque C-802. Este tipo de misil fue lanzado por el grupo libanés Hezbollah contra el barco israelí INS Hanit, el 14 de julio de 2006, durante la Segunda Guerra del Líbano.

Este misil de fabricación china fue vendido hace tiempo por Pekín a Irán. Los iraníes lo sometieron a ingeniería inversa, y ahora producen su propia versión. Los iraníes son los principales patrocinadores de los houthíes.

El ataque se produjo un día después de un ataque aéreo de Arabia Saudita en Saná, la capital de Yemen, controlada por houthíes, en el que murieron alrededor de 140 personas.

La organización Ansar Allah, más conocida como los houthíes, negó su responsabilidad en el lanzamiento de los misiles.

Sin embargo, las desmentidas siguieron una declaración del líder de la organización, Abd al Malik al Houthi, en la que culpó a EE.UU. del bombardeo. Houthi dijo que «el primer y principal responsable de la carnicería» fue EE.UU., y agregó que «los sauditas están matando a los yemeníes por medio de las armas y los aviones militares estadounidenses. Atacan donde los estadounidenses lo señalan y lo permiten».

El ataque también coincidió con un ataque con misiles Scud, lanzado desde el territorio controlado por los houthíes contra la ciudad saudita de Taif.

El balance de probabilidades dado el momento y la localización de las tácticas, y el tipo de municiones utilizada apunta abrumadoramente al grupo Ansar Allah, respaldado por Irán, como la organización responsable. Un alto funcionario estadounidense citado por la cadena ABC News expresó que no había «ninguna duda» de que los houthíes llevaron a cabo el ataque.

Los ataques fueron seguidos por una respuesta de Estados Unidos, que atacó tres sitios de radares costeros en el territorio controlado por los houthíes – el primer ataque directo de Estados Unidos contra blancos controlados por  los houthíes. El Pentágono apuntó luego que EE.UU. respondería «apropiadamente» a cualquier nuevo ataque.

Los ataques contra el USS Mason y su nave acompañante, supone un aumento de las apuestas por parte de los iraníes en la tensión alrededor de la guerra Yemen y el Estrecho de Bab al Mandeb.

Los houthíes no son aliados subordinados (proxies) de Teherán.

Su relación es más parecida a la de Hamas con Irán, en vez de la de Hezbollah con sus amos de Teherán. Es decir, Ansar Allah es una organización con raíces genuina propias y una agenda local, que sin embargo se beneficia y depende de la asistencia, los suministros y el entrenamiento de Irán.

Sin embargo, el lanzamiento de un misil antibuque C-802 no es un ejercicio militar sencillo del tipo generalmente llevado a cabo por una fuerza guerrillera irregular como los houthíes. Implica un alto nivel de experiencia, y el empleo de medios técnicos avanzados. Por lo tanto, el ataque contra el USS Mason, podría muy bien haber constituido una instancia de participación iraní directa a cierto nivel en el ataque militar a un barco de Estados Unidos.

Independientemente de si había huellas iraníes directas en el ataque, es muy poco probable que los houthíes hubiesen decidido unilateralmente una escalada tan fuerte de este tipo. La aprobación de Irán para los ataques es, pues, casi una certeza.

Lo que esto significa es que en la realidad actual de la región, los iraníes y sus aliados se sienten lo suficientemente envalentonados como para involucrarse en ataques militares de socios subordinados -o no tan subordinados- no sólo contra los aliados de Estados Unidos en la región (los sauditas en Yemen), sino también contra las propias fuerzas de Estados Unidos.

Este tipo de ataques son un indicador del grado de disminución de la disuasión de Estados Unidos en Oriente Medio. Hay una fuerte sensación que se evidencia tanto entre los amigos como entre los enemigos de que cualquier respuesta de Estados Unidos a una agresión en su contra será prudente y moderada, proporcionada y breve. Una respuesta de este tipo pone en la iniciativa en las manos de cualquier agresor capaz de calcularla y absorberla. Una disuasión reavivada vendrá sólo cuando se fije un precio más alto.

El brigadier general Masoud Jazayeri, vicecomandante del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán, fue citado recientemente diciendo que «la presencia de Estados Unidos en la región es un tumor maligno canceroso que sólo puede ser tratado mediante extirpación del asqueroso tumor y la eyección de Norteamérica de la región». No hay ambigüedad desde ese lado, entonces.

Dejando esas palabras a un lado; es poco probable que Irán busque la confrontación en el momento actual.

Teherán está ocupado luchando por el control de Siria, Irak y Yemen; y sin embargo, no está cerca de la victoria en ninguno de estos ámbitos. Pero mientras tanto, alterar el comercio en el Mar Rojo y el Golfo Pérsico y meterle un dedo en el ojo de los supuestos custodios de la seguridad de esa área es un método útil y aparentemente de bajo costo para mostrar en qué dirección están soplando los vientos regionales.

Fuente: Jpost.com

 

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