‘Cerrando el círculo’: Sobre el terreno con las Fuerzas de Defensa de Israel en el sur de Gaza

Por Jonathan Spyer

A unos cuatro kilómetros de Nir Oz, en la Franja de Gaza, se encuentra la ciudad palestina de Khirbet Khuza’a en la gobernación de Khan Yunis.

Gilad, comandante de batallón de la Quinta Brigada de Infantería, explica que «de allí partieron los terroristas el 7 de octubre. Teníamos que ser nosotros los que fueran allí. Plantamos allí la bandera de Nir Oz en el edificio municipal. Nuestra misión es crear una zona de amortiguamiento para que los habitantes [del sur de Israel] puedan regresar a sus hogares».

Khirbet Khuza’a es el actual centro de operaciones de la Quinta Brigada de Infantería. La historia de la brigada, una formación de reservistas, se remonta a la Brigada Givati ​​en la guerra de 1948.

Reportando desde Gaza

Gilad, mayor de la reserva y abogado corporativo en la vida civil, fue movilizado el 7 de octubre, junto con el resto de la brigada.

“Bajamos a la zona fronteriza el 8 de octubre. Parecía un campo de batalla. Durante la primera semana ayudamos a limpiar, todo lo que fuera necesario, incluso actividades surrealistas como ordeñar vacas. Luego, después de una semana y media, nos unimos a la brigada de defensa desde Nahal Oz hasta Re’im. Más tarde fuimos a Beit Hanun, después del alto el fuego, durante dos semanas, para crear allí una zona de amortiguación, y ahora estamos haciendo lo mismo en Khuza’a».

El viaje desde Nir Oz a Khuza’a, el miércoles, fue corto. El kibutz fue uno de los más afectados el 7 de octubre, con 46 de sus 400 habitantes asesinados y otros 71 tomados como rehenes. La gente de Khirbet Khuza’a siguió a los hombres de Hamas el día de la masacre, participó en el saqueo y en cosas peores. «Estamos cerrando el círculo», me dice Gilad.

Dentro de Khirbet Khuza’a, el ritmo de las operaciones es notablemente diferente con respecto a lo que presencié en Shejaiya, más al norte, hace apenas unas semanas. Cuando nos desplazábamos, lo hacíamos solamente encerrados en vehículos blindados. En Khuza’a, el ritmo es más pausado. La Quinta Brigada estableció su área de control y está destruyendo metódicamente la «infraestructura terrorista», tanto dentro como debajo de las casas, infraestructura que está estrechamente incrustada en el tejido de la vida civil.

La Brigada ha encontrado depósitos de armas tanto en escuelas como en domicilios privados. Los túneles son la cuestión principal. Desmantelarlos es un trabajo minucioso: ubicar los pozos bajo la amenaza siempre presente del contacto con los efectivos armados de Hamas.

Shai, un comandante de compañía de la Brigada, describe una realidad de tensión psicológica constante para los soldados de infantería que operan en las unidades de avanzada, en todo el inquietante y arruinado paisaje urbano del sur de Gaza: «Vemos escritos en las paredes en hebreo y partes de cuerpos esparcidos por ahí. Ves a alguien a 200 metros delante de ti y no sabes si es un civil o una trampa. El peligro está a tu alrededor. Ningún lugar es seguro. Por lo tanto, hemos tenido que aprender a pensar de manera diferente. Estamos acostumbrados a la situación de ‘Nos han disparado, carga hacia adelante’, pero aquí es diferente. Ellos estudian y aprenden, y nos pueden disparar desde 360 ​​grados a nuestro alrededor. Es un cambio que debemos interiorizar”.

«Es un trabajo agotador», continuó. «Durante la primera hora, estás preparado y listo. Durante la segunda hora, ya estás agotado. Tienes que encontrar formas de mantener tu motivación. Estás agotado, pero comprendes la importancia de la misión. Y, por supuesto, sabemos que, dada la situación en el Norte, podríamos volver a vestir el uniforme en dos o tres meses».

El comandante de la Quinta Brigada, coronel Tal Koritzky, explicó que «en una de cada dos casas encontramos armas, también objetos saqueados del kibutz, juguetes infantiles y otros objetos personales». Koritzky, un oriundo de un moshav [aldea agrícola cooperativa] de Galilea occidental, es uno de los pocos soldados regulares de esta brigada de reservistas.

Koritzky habló desde una de las casas en ruinas de Khirbet Khuza’a. Se escucharon disparos a unos cientos de metros de distancia.

Uno de los batallones se enfrentaba con combatientes de Hamás en la zona, y todo ello bajo la presencia y amenaza de los túneles, su principal misión.

«Nuestra misión es clara. Soy un combatiente, no un político. Estamos aquí juntos, desde todo el país, de todo tipo de orígenes diferentes, ‘Am Yisrael’ [el Pueblo de Israel] en su máxima expresión», dijo Koritzky.

Shai, el comandante de la compañía, dijo cuando nos íbamos que «vale la pena recordar que si no entramos nosotros, nadie lo hará». No hay otra FDI que pueda hacerse cargo».

En el corto viaje de regreso a Nir Oz, la misión en el sur de Gaza se cristalizó para mí: a través de un enorme agujero pude ver la valla fronteriza del 7 de octubre. «Estamos aquí desde el primer segundo y estaremos aquí hasta el último para que la vida de los habitantes de las comunidades fronterizas con Gaza pueda volver en la medida de lo posible a como era antes».

Así es la guerra en el sur de Gaza: un trabajo lento, agotador, de Sísifo, limpiando gradualmente las estructuras de Hamás para crear una zona de amortiguación a lo largo de la frontera.

Quedan por delante más misiones en zonas más profundas de Khan Yunis, pero la destrucción del gobierno de Hamás en Gaza, vista desde el terreno, parece avanzar a buen ritmo.

Fuente: The Jerusalem Post