Benjamin Berell Ferencz, investigador de los crímenes de guerra nazis después de la Segunda Guerra Mundial

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El juicio fue celebrado por las autoridades estadounidenses en esa ciudad y se acusó a 24 oficiales de la SS, como comandantes de los Einsatzgruppen (conjunto de escuadrones de ejecución itinerantes especiales formados por miembros de las SS, SD y otros miembros de la policía secreta de la Alemania Nazi) con responsabilidad por los delitos de sus unidades en los territorios ocupados de la Unión Soviética.

Posteriormente, se convirtió en un defensor del Estado de Derecho internacional y de la creación de un Tribunal Penal Internacional. De 1985 a 1996, fue profesor adjunto de derecho internacional en la Universidad de Pace.

Fue el más joven y menos experimentado de los abogados aliados durante los juicios de Núremberg. Sin Ferencz, probablemente no habría habido un solo caso contra los líderes de los Einsatzgruppen.​ Ferencz es él mismo de ascendencia judía.

Ferencz trabajó hasta mediados de la década de 1950 como abogado en Alemania, con casos de compensación para las víctimas del Holocausto.Ha sido un activista por la paz para evitar que la guerra vuelva a suceder y trabajó para el establecimiento de una Corte Penal Internacional.

Entre sus declaraciones más destacadas sobre la guerra son “La guerra convierte a personas decentes en asesinos. Sin excepción”​ y ”Cuando dos jefes de Estado no se ponen de acuerdo mandan a jóvenes a matarse entre sí y cuando se cansan de matarse unos se van a casa y otros un rato y comienza de nuevo. Ese es el sistema actual”.

El 6 de diciembre de 2016, el presidente Barack Obama, pronunció al final de su discurso de despedida de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos ”Cuando los nazis fueron derrotados, los juzgamos. Algunos no podían entenderlo; nunca había ocurrido antes. Pero, como dice uno de los abogados estadounidenses que estuvo en Núremberg, ‘estaba tratando de demostrar que el Estado de Derecho debe regir el comportamiento humano’. Y al hacerlo, ampliamos el ámbito y el alcance de la justicia en todo el mundo. Nos mantuvimos como un faro y un ejemplo para los demás”. No mencionó a Ferencz, pero se refería una entrevista que dio en octubre de ese mismo año a NPR (National Public Radio es el servicio de radiodifusión pública de Estados Unidos)

Cuando Ferencz terminó sus estudios en la Universidad
de Harvard hizo su servicio militar y después
fue trasladado al cuartel del general George Patton.
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Primeros años y educación

Ferencz nació el 11 de marzo de 1920 en Csolt, condado de Szatmár, Reino de Hungría, ​situado cerca de la histórica región de Transilvania (hoy parte de Șomcuta Mare, Rumanía). Unos meses más tarde, Transilvania fue cedida a Rumanía en virtud del Tratado de Trianón (1920), resultado de la Primera Guerra Mundial. Las fuerzas húngaras se retiraron de Transilvania después del armisticio y las fuerzas rumanas tomaron el control.

Ferencz y su familia emigraron de Transilvania a Nueva York en enero de 1921 cuando tenía 10 meses. Los padres abandonaron Rumania para escapar de la persecución de los judíos húngaros por Rumanía después de que esta obtuviera el control formal de Transilvania y Hungría oriental.​ El padre era casi analfabeto y apenas podía hablar inglés cuando llegaron a Nueva York. Su padre era zapatero, pero no consiguió trabajo en Estados Unidos porque allí la producción de calzado se hacía con máquinas que él no dominaba. Los padres no eran claramente religiosos, pero la familia se adhirió a las costumbres judías básicas. Se divorciaron cuando él era un niño.

Educación

Creció en un barrio pobre en Hell’s Kitchen y el Bronx, Nueva York. En casa hablaban idish y Benjamin apenas podía hablar inglés cuando empezó la escuela. Aprendió varios idiomas en la escuela secundaria, incluido un francés tan bueno que se desempeñó como intérprete en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial.

Ferencz estudió prevención del delito en el City College de Nueva York y el resultado de su examen de derecho penal le valió una beca para la Facultad de Derecho de Harvard. En Harvard, estudió con Roscoe Pound y también investigó para Sheldon Glueck que, en ese momento, estaba escribiendo un libro sobre los crímenes de guerra y contribuyó a la redacción de la Carta de Londres, que fue la base de los Juicios de Núremberg. Ferencz se graduó en Harvard en 1943. Tras sus estudios, se alistó en el ejército estadounidense.

En 1945, fue trasladado al cuartel general del Tercer Ejército del General Patton, donde se le asignó un equipo encargado de crear una rama de crímenes de guerra y de recoger pruebas de dichos crímenes. En esa función, fue enviado a los campos de concentración que habían sido liberados por el ejército estadounidense.

Segunda Guerra Mundial

Mientras estudiaba en su primer semestre, las tropas japonesas realizaron el Ataque a Pearl Harbor y él junto a varios de sus compañeros se fueron a alistarse en el ejército. Quería ser piloto, pero el Cuerpo Aéreo del Ejército no lo aceptó debido por su baja estatura, así que decidió continuar con su estudios hasta que se graduó y ya después se alistó en el Ejército de los Estados Unidos.

Su etapa como soldado en el ejército comenzó de forma sombría con un trabajo como mecanógrafo en Camp Davis, en Carolina del Norte. En aquella época, no estaba familiarizado con el uso de una máquina de escribir y no sabía disparar un arma. Sus tareas laborales también consistían en limpiar sin miramientos los retretes y fregar ollas y suelos. En 1944, sirvió en el 115.º Batallón de Cañones AAA, una unidad de artillería antiaérea.

Participó como cabo en el desembarco del ejército estadounidense en Normandía en la playa de Omaha, la ofensiva de las Ardenas y la batalla del puente Remagen. Recibió cinco estrellas de combate por no haber muerto ni salir herido durante las tres batallas importantes en la que Ferencz fue partícipe allá en Europa aunque él mismo dice que no fue por su valentía ya que reconoce que se escondía detrás de los tanques de guerra en cada batalla.

En febrero de 1945, fue trasladado al cuartel general del general Patton con la tarea de establecer una oficina para la investigación y enjuiciamiento de criminales de guerra. Estuvo presente en la liberación, o poco después de la liberación, de los campos de concentración de Buchenwald, Mauthausen, Flossenburg y Ebensee.​ En los campos de concentración tenía, entre otras cosas, la tarea de recoger pruebas.

Ferencz dijo que al familiarizarse con el informe desclasificado de la Masacre de Chenogne de la Batalla de las Ardenas: “Me huele a encubrimiento, por supuesto”.En Ebensee, fue testigo de cómo uno de los guardias era torturado hasta la muerte por los prisioneros liberados. En la investigación de crímenes de guerra, amenazó en algunos casos con disparar a los testigos que no hablaran, sin saber que la información obtenida mediante tales amenazas no sería válida en los tribunales.​ Ferencz fue a Berghof, la casa de campo parcialmente bombardeada del dictador alemán Adolf Hitler, en busca de documentos. Ferencz participó en la investigación de IG Farben (conglomerado  de compañías químicas) y cuenta cómo, a través de la persuasión y la suerte, logró obtener documentos sobre las actividades de IG Farben durante la guerra.

Ferencz también participó en la búsqueda de arte robado y otros objetos de valor.​ Se graduó como sargento en diciembre de 1945 y fue enviado de regreso a los Estados Unidos.​ “Que yo sepa, fui el primero del ejército estadounidense que se ocupó de los crímenes de guerra”. Investigó los linchamientos de los pilotos aliados e investigó los campos de concentración alemanes inmediatamente después de la liberación.

El propio Ferencz vio los montículos en Buchenwald poco después de que el tercer ejército de los Estados Unidos al mando de George S. Patton liberara el campo. Las investigaciones que realizó Ferencz sirvieron para que los fiscales de los Juicios de Núremberg, obtuvieran las pruebas necesarias para poder comprobar que se habían cometido crímenes perpetrados por los nazis. Varios de los documentos con pruebas fueron útiles para juicios contra los miembros que colaboraron con los asesinatos cometidos por Adolf Hitler, que incluían a varios criminales de guerra como Rudolf Hess y otros.

Posguerra

En 1946, como civil, fue llevado de regreso a Alemania para ayudar al general Telford Taylor, fiscal jefe de los Estados Unidos en los juicios de Núremberg, con los casos de crímenes de guerra. En Berlín, Ferencz y su equipo de unas 50 personas buscaron documentación entre ruinas y edificios preservados, pero gran parte fue destruida, en parte con la intención de ocultar rastros. El aparato estatal alemán y el partido habían sido tan minuciosos y sistemáticos con el papeleo que gran parte seguía intacta. Uno de los hallazgos más grandes fue un gran almacén subterráneo debajo de una villa en Dahlem en Berlín, donde había diez millones de carpetas completamente conservadas del NSDAP (Partido Nazi) y las Schutzstaffel (SS).​ Los documentos incluyen, entre otras cosas, archivos de personal para todos los oficiales de las SS. Estos documentos se utilizaron en los juicios de Núremberg en curso y en la preparación de casos posteriores.

Ferencz fue jefe de la sucursal de Berlín de la Office of Chief Counsel for War Crimes.

Fiscal del juicio de Núremberg

Investigaciones iniciales

La unidad estadounidense 6889th BDC (Centro de Documentos de Berlín) aseguró los archivos en Berlín a partir de 1945 por orden del general Lucius D. Clay, archivos asegurados del Reich y de las autoridades nazis. ​ Su principal tarea era suministrar a la administración de los cuatro poderes los documentos administrativos necesarios. La atención a la documentación y el enjuiciamiento de los crímenes nazis solo se desarrolló gradualmente con la entrega de los registros administrativos a las autoridades bizonales y luego a las alemanas. La 6889.ª BDC constituyó así el origen del Centro de Documentos de Berlín.​ El 3 de septiembre de 1945, la 6889.ª BDC se incautó de dos toneladas de documentos en la cuarta planta del cuartel general de la Gestapo en la Prinz-Albrecht-Strasse de Berlín.​ Los documentos contenían, entre otras cosas, 578 carpetas de archivos de los inventarios de la RSHA y la Gestapo. Doce de los expedientes (números E316 y E325-E335) contenían un conjunto casi completo de informes de eventos de la URSS e informes de los territorios orientales ocupados.A partir de ese momento, los informes de los Einsatzgruppen estaban en posesión de los estadounidenses, pero no fueron descubiertos hasta un buen año después: a finales de 1945, había más de 1600 toneladas de documentos en diversas ubicaciones de las unidades del Centro de Documentos en la zona estadounidense;según la estimación de Ferencz, solo la BDC de Berlín tenía entre ocho y nueve millones de documentos incautados bajo su custodia.​ La criba de los expedientes avanzó lentamente. Por lo tanto, los informes de los Einsatzgruppen aún no eran conocidos por la fiscalía en el principal juicio por crímenes de guerra de Núremberg y no constituían una prueba en el mismo. ​

En la Navidad de 1945, Ferencz fue dado de baja honorablemente del Ejército con el rango de sargento.​ Regresó a Nueva York, pero fue reclutado solamente unas semanas más tarde para participar como fiscal (y ahora convertido en coronel de pleno derecho como parte de su acuerdo para ir) en los posteriores juicios de Núremberg en el equipo legal de Telford Taylor. Taylor le nombró fiscal jefe en el juicio a los Einsatzgruppen -el primer caso de Ferenc-.​ Los 22 hombres juzgados fueron condenados; 13 de ellos recibieron penas de muerte, de las cuales cuatro fueron finalmente ejecutadas. Aparte de Alemania Oriental, fueron las últimas ejecuciones realizadas en suelo alemán, y en la república federal.​

El profesor de derecho penal Sheldon Glueck, con el que Taylor había estudiado en la Facultad de Derecho de Harvard (HLS), recomendó al joven graduado de la HLS Benjamin Ferencz como un «estudiante prometedor» que ya había adquirido experiencia en la resolución de crímenes de guerra en la Fiscalía de Alemania desde febrero de 1945. ​ Ferencz fue desmovilizado a finales de 1945 y regresó a Estados Unidos. El 20 de marzo de 1946, Ferencz aceptó la oferta de Taylor y pasó a ser investigador civil de crímenes de guerra en la OCCWC. Ferencz solo tenía 26 años. Llegó a Alemania a mediados de 1946.​ Taylor le envió inmediatamente a Berlín, donde Ferencz debía crear un equipo de investigadores. Su tarea incluía el examen de los documentos confiscados por las autoridades nacionalsocialistas en cuanto a su utilidad para los juicios de seguimiento de Núremberg. El 16 de agosto de 1946, Taylor nombró a Ferencz para dirigir la rama berlinesa del OCCWC (Office of Chief of Counsel for War Crimes).

Del proceso Einsatzgruppen, Ferencz de pie en el medio (solo mide 154 cm de altura) junto a Rudolf Aschenauer (derecha) y Friedrich Bergold, respectivamente.
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Estados Unidos finalmente se dio cuenta de que no era posible procesar a tantos criminales de guerra como se había previsto al final de la guerra. El juicio de los Einsatzgruppen incluyó a 24 líderes de los Einsatzgruppen y fue el único de los doce juicios de Núremberg que se ocupó únicamente del Holocausto. Todos fueron acusados ​​de (1) crímenes de lesa humanidad, (2) crímenes de guerra y (3) pertenencia a una organización criminal (SS, SD o Gestapo). Los grupos de trabajo eran unidades especiales en Schutzstaffel (SS), bajo el Sicherheitsdienst (SD).​ Sirvieron como escuadrones de la muerte, especialmente detrás del frente en las partes conquistadas de la Unión Soviética, donde llevaron a cabo asesinatos masivos de judíos (hombres, mujeres y niños) y otros civiles. Inicialmente, no se planeó ningún caso contra los líderes de los Einsatzgruppen, según Ferencz.

El proceso del Tribunal Militar Internacional contra el mariscal de campo alemán Hermann Göring y otros destacados nazis ya estaba en marcha bajo la dirección del fiscal estadounidense Robert H. Jackson,​ que estaba de baja en el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Los Estados Unidos habían decidido procesar a una amplia sección de criminales nazis una vez que el juicio contra Goering y sus secuaces hubiera terminado.

Cerca del Tempelhof, en un edificio perteneciente al Ministerio de Asuntos Exteriores de Berlín, los Aliados encontraron en la primavera de 1946 informes que detallaban,​ día a día, los asesinatos de al menos un millón de personas por parte de los Einsatzgruppen desde junio de 1941. ​ Hubo un total de 195 dichos informes (Ereignismeldungen) de las actividades de Einsatzgruppen en el campo 1941-1943. Ferencz presentó como ejemplo la documentación de la masacre en Babi Yar.

Ferencz dató el descubrimiento de los informes de los Einsatzgruppen a finales de 1946/principios de 1947.​ Un miembro de su equipo del OCCWC le había mostrado varias carpetas que contenían un conjunto numerado de los informes originales mimeografiados. Ferencz reconoció inmediatamente la importancia de los informes como prueba, voló a Núremberg y los presentó a Taylor. La primera referencia escrita a los informes de los Einsatzgruppen en los documentos del OCCWC está fechada el 15 de enero de 1947. De marzo a abril de 1947, el equipo de Ferencz analizó los informes de los Einsatzgruppen.​ Cuando se compararon los autores identificados en el proceso con los registros de personal de los prisioneros de guerra en manos de los estadounidenses, resultó que algunos de los ahora buscados ya habían sido liberados como “libres de cargas”, incluido Heinz Schubert.

Taylor vaciló, ya que había escasez de personas y dinero. Ferencz recibió una señal clara para iniciar un proceso penal, a cambio de que lo hiciera él mismo. De marzo a julio de 1947, Ferencz y sus ayudantes trabajaron para preparar el caso.​ Entre otras cosas, tenían que localizar a los sospechosos, buscar la extradición de los sospechosos, reunir más pruebas e interrogar a los posibles testigos. Los informes de los Einsatzgruppen fueron decisivos, pero no probaron necesariamente la culpabilidad individual, ​ y la acusación también tuvo que basarse en la deducción de quién dirigió qué unidad en qué momento.​ En la práctica, estos líderes fueron acusados de un total de más de un millón de asesinatos. Los 24 estaban bien educados, seis de ellos tenían doctorados, el SS-Brigadeführer Otto Rasch tenía dos doctorados. Rasch fue un abogado alemán y líder responsable de la masacre de Babij Jar.

Me senté en la oficina con una pequeña calculadora y comencé a contar cuántas personas habían sido asesinadas a sangre fría. Cuando llegué a un millón, dije que es suficiente para mí. Volé de Berlín a Núremberg para reunirme con Telford Taylor, que entonces era general. Y dije que tenemos que empezar otra demanda. ​

Ferencz

Los Einsatzgruppen estaban formados por 3.000 personas, y las fuerzas de ocupación estadounidenses en ese momento solo tenían la capacidad de procesar a una selección simbólica de figuras destacadas (había un total de 84 líderes en los Einsatzgruppen). Según Ferencz, tenían motivos para procesar a cientos de personas de los Einsatzgruppen, los 24 acusados eran solo una pequeña muestra.​ Los sospechosos tenían que estar disponibles porque ya estaban bajo custodia estadounidense o podían ser fácilmente extraditados de otras zonas de ocupación. Había 24 asientos en la sala del tribunal y, por lo tanto, comenzaron con 24 nombres; uno murió y otro se suicidó antes de que comenzara el caso. Para Ferencz, debido a una tensa relación entre las grandes potencias, no era adecuado dejar el asunto en manos de la Unión Soviética, a pesar de que allí se cometieron los crímenes.

Ferencz se reunió junto con los defensores de Otto Ohlendorf y Ernst Biberstein, Rudolf Aschenauer y Friedrich Bergold.​ Aschenauer había sido miembro del NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) y SA (organización voluntaria tipo milicia), y en el período de posguerra se involucró en la actividad política radical de derecha. Aschenauer defendió a acusados ​​nazis en una serie de casos en las décadas de 1950 y 1960. Aschenauer participó en la organización Stille Hilfe, que trabajaba para la liberación de hombres de las SS condenados. ​

Cuando Ferencz presentó por primera vez los informes de los Einsatzgruppen a su superior Taylor a principios de 1947, este se negó inicialmente a iniciar un juicio adicional de los Einsatzgruppen porque simplemente no había suficiente personal, presupuesto y tiempo para llevar a cabo más que los juicios de seguimiento ya planificados.​ No está claro qué fue exactamente lo que llevó a Taylor a cambiar de opinión; puede que fuera la urgencia de la presentación de Ferencz o las claras pruebas basadas en los informes de los Einsatzgruppen; en cualquier caso,Taylor cambió el juicio previsto contra Ohlendorf y un grupo poco definido de autores de alto rango de las SS: El juicio iba a tratar ahora solo de los Einsatzgruppen en la Unión Soviética ocupada,y solo Ohlendorf iba a seguir siendo acusado. El 22 de marzo de 1947,103​ Taylor nombró Ferencz como fiscal principal del juicio, a los 27 años el fiscal principal más joven de los Juicios de Núremberg. Este fue el nacimiento formal del juicio de los Einsatzgruppen.

Ferencz escribió más tarde que Taylor le dio “su“ juicio con una condición: nada de nuevas contrataciones de fiscales o investigadores en el OCCWC ((Office of Chief of Counsel for War Crimes); el juicio tenía que celebrarse dentro del presupuesto (de personal) y el plazo ya establecido. Ferencz consiguió que cuatro fiscales de los juicios paralelos de la sucesión de Núremberg participaran en su juicio: Arnost Horlik-Hochwald, originario de la República Checa, Peter Walton de Georgia, John Glancy de Nueva York y James Heath de Virginia. Estos asociados no formaban la élite de la fiscalía militar estadounidense; los demás fiscales superiores tendían a delatar a sus asociados inferiores. James Heath, en particular, aunque era un fiscal experimentado, tenía un grave problema con la bebida. En un principio, Taylor quería despedir a Heath, pero Ferencz, que había compartido habitación con Heath en Núremberg, le dio una oportunidad.

Debido a su estado de salud (enfermedad de Parkinson muy avanzada), Otto Rasch fue transportado en camilla. El caso contra Rasch se detuvo después de unos meses debido a su salud.​ Ferencz mencionó más tarde lo siguiente:

Él [el abogado de Rasch] dijo, mi cliente [Otto Rasch] no puede ser juzgado. Y dije, ¿por qué no? Dijo que está enfermo. Dije, ¿qué tiene? Dijo que tiene la enfermedad de Parkinson. Dije, ¿qué es la enfermedad de Parkinson? Dijo que está temblando. Dije, si matara a tanta gente, yo también estaría temblando. Dije, ¿está respirando? Él dijo: Sí, está respirando. Dije, si está respirando, voy a acusar al hijo de puta. ​

La prueba

Ferencz, como fiscal superior abrió el juicio principal con la presentación de la acusación.​ A pesar de la importancia del juicio y de la cifra de al menos seis cifras de víctimas de asesinato, la fiscalía solo tardó dos días de juicio en presentar sus pruebas. Se presentaron 253 pruebas, consistentes casi exclusivamente en extractos de los “informes de actividad y situación” de los Einsatzgruppen, así como en declaraciones juradas de los acusados. El tiempo inusualmente corto de dos días​ para la toma de pruebas se explica tanto por la solidez de las mismas como por la dificultad de citar a los testigos de cargo de la Unión Soviética de Iósif Stalin o incluso de realizar investigaciones in situ.​ Por ello, la acusación solo presentó dos testigos, Rolf Wartenberg, interrogador del OCCWC, y François Bayle, de la Marina francesa, que actuó como perito calígrafo. ​

Los acusados ​​en el banquillo eran los crueles verdugos, cuyo terror escribió la página más negra de la historia humana. La muerte era su herramienta y la vida su juguete. Si estos hombres son inmunes, entonces la Ley ha perdido su significado y el hombre debe vivir con miedo. (Los acusados ​​eran verdugos brutales que crearon horrores inscritos en el lado más negro de la historia humana. La muerte era su herramienta y la vida su juguete. Si estos hombres son inmunes, la ley ha perdido su significado y el hombre debe vivir con miedo).

-Introducción de Ferencz al juicio del Einsatzgruppe, citado por Antonio Cassese en su informe a la ONU sobre los tribunales de crímenes de guerra para Yugoslavia y Ruanda

Ferencz basó todo el caso Einsatzgruppe en documentos y no utilizó testigos presenciales,​ aunque fácilmente podría haber reunido a docenas de testigos. No se conocía la filmación de las masacres en Ucrania cuando se presentó el caso y Ferencz vio las grabaciones más de 60 años después. Ferencz pasó solo dos días presentando la evidencia contra los 22.​ Ferencz describe a los acusados ​​como inteligentes y patriotas, y cree que no eran salvajes. “Estas personas nunca habrían sido asesinos si no hubiera sido por la guerra”, dijo.

Ferencz desempeñó un papel limitado en las actividades diarias de la sala del tribunal después de presentar la evidencia en dos días y no usar testigos. El caso se prolongó porque todos los acusados ​​querían testificar. El juez Michael Musmanno a menudo se hizo cargo del interrogatorio de los testigos de la defensa cuando la acusación de Ferencz se quedó corta. Ferencz no quería interrogar al SS-Gruppenführer Otto Ohlendorf, el principal acusado en el caso, y se lo dejó a su colega James Heath,​ pero Heath no dominó a Ohlendorf. Cuando Musmanno no quedó satisfecho con la respuesta de Ohlendorf a la pregunta de Heath, él mismo intervino y le hizo preguntas agudas de seguimiento a Ohlendorf.​ Según el propio relato de Ferencz, Musmanno lo atropellaba constantemente cuando protestaba contra las pruebas presentadas por los defensores. La defensa podía presentar las pruebas que quisiera, incluso “los hábitos de los pingüinos”, según el juez, que recibió el sobrenombre de «regla del pingüino»: el juez dejó que todos dijeran lo que quisieran para mostrarle al mundo que era un proceso justo.

A Ferencz, Musmanno le expresó en una carta tras el anuncio del veredicto que sentía que la imposición de la pena de muerte era una “carga insoportable” para su conciencia. ​ Musmanno pasó noches sin dormir pensando en mirar a una persona a la cara y anunciarle que tenía que morir. Musmanno, de origen italoamericano y católico, pidió apoyo espiritual a un viejo amigo, el capellán del ejército estadounidense Francis Konieczny. ​

El juez Musmanno era un católico devoto y se dice que pasó una semana en un convento antes de cumplir su condena.​ Ferencz no presentó una demanda por una sentencia específica porque no logró averiguar cuál era la sentencia en relación con un crimen de tal magnitud, era imposible equilibrar la vida de los acusados ​​contra el millón que habían asesinado.​ Telford Taylor pronunció el discurso de clausura de la acusación y Taylor solo pidió firmeza y no indulgencia por tal crimen. De las 175 páginas del veredicto, ​ 55 páginas eran una discusión sobre la autoridad legal y señalaban que la fiscalía no inventó el asesinato como delito.

Este fue el trágico cumplimiento de un programa de intolerancia y arrogancia. La venganza no es nuestro objetivo, ni buscamos simplemente una justa retribución. Pedimos a este Tribunal que afirme mediante una acción penal internacional el derecho del hombre a vivir en paz y con dignidad, independientemente de su raza o credo. El caso que presentamos es un alegato de humanidad ante la ley.

Estableceremos más allá del ámbito de la duda hechos que, antes de la oscura década del Tercer Reich, habrían parecido increíbles.

Sus propios informes mostrarán que la matanza cometida por estos acusados fue dictada, no por la necesidad militar, sino por esa suprema perversión del pensamiento, la teoría nazi de la raza superior. Demostraremos que estos actos de los hombres de uniforme fueron la ejecución metódica de planes de largo alcance para destruir grupos étnicos, nacionales, políticos y religiosos que estaban condenados en la mente nazi. El genocidio, el exterminio de categorías enteras de seres humanos, fue uno de los principales instrumentos de la doctrina nazi. ​

Breve relato de Ferencz en los juicios

Ferencz anunció antes del juicio que el proceso debería ayudar a procesar como genocidio en el futuro el asesinato de personas por motivos raciales, religiosos y políticos. La sentencia incluía la «re-proclamación y el desarrollo de principios internacionales» que deberían ser “igualmente vinculantes para los individuos y las naciones”.

Otto Ohlendorf, uno de los principales acusados en el Juicio a los Einsatzgruppen fue condenado a muerte por ahorcamiento. Foto: Wikipedia – Dominio Público

El tribunal encontró a todos culpables de todos los cargos, excepto al SS-Hauptsturmführer Felix Rühl y al SS-Oberscharführer Matthias Graf, ​ quienes solo fueron declarados culpables en el punto 3. Nadie fue condenado por genocidio, solo por casos aislados de asesinato. De los 24 acusados, ​ 14 fueron condenados a muerte, incluido Paul Blobel, la mayoría de ellos conmutados por cadena perpetua y se ejecutaron cuatro condenas a muerte en 1951.​ Ferencz no participó en el proceso de indulto. ​

En una entrevista cuenta que la víspera de su ahorcamiento fue a preguntarle a Otto Ohlendorf, que ya había sido condenado a muerte (responsable del asesinato de 90.000 judíos) si necesitaba algo o quería hablar y Ohlendorf le contestó: “Ustedes, los judíos americanos, lo pagarán caro”.​ Otto Ohlendorf también argumentó que el asesinato de niños judíos era necesario porque, al saber cómo murieron sus padres, crecerían para odiar a Alemania. Ferencz señaló que Ohlendorf fue uno de los pocos acusados ​​en Núremberg que aparentemente dijo la verdad. Con base en esto, la defensa se esforzó por garantizar que la explicación de los otros acusados ​​estuviera fundamentada y no se desviara de la de Ohlendorf.

Tras el Juicio a los Einsatzgruppen, tuvo también una participación como abogado especial en el Juicio Krupp, sobre Alfried Krupp, también contó con Taylor como el Jefe de Abogados de la Fiscalía y a H. Russell Thaye como el abogado litigante.

Según Ferencz, “Núremberg me enseñó que crear un mundo de tolerancia y compasión sería una tarea larga y ardua. Y también aprendí que, si no nos dedicamos a desarrollar un derecho mundial eficaz, la misma mentalidad cruel que hizo posible el Holocausto podría destruir algún día a toda la raza humana”.

Evaluaciones de Ferencz sobre el acuerdo judicial

Del proceso de Dachau. Foto: Wikipedia – Dominio Público

El juicio de los Einsatzgruppen fue el único de los juicios de Núremberg que versó esencialmente sobre la complicidad en el genocidio de los judíos y, por lo tanto, es significativo en la historia del Holocausto. De todos los veredictos de Núremberg, este tuvo la mayor cantidad de sentencias de muerte. Fue el menos controvertido de los 12 juicios de Núremberg que sucedieron al juicio principal. La evidencia fue clara y en parte los acusados ​​admitieron abiertamente las acciones de las que fueron acusados. ​ El mismo Ferencz creía que el proceso era consistente con los estándares del debido proceso en la ley continental y estadounidense.

Ferencz experimentó una ausencia total de remordimiento y conciencia por parte de los acusados ​​en el acuerdo judicial (con la posible excepción del Ministro de Armamentos, Albert Speer).​ Él piensa que los jueces habrían sido más suaves si hubieran visto signos de remordimiento. Ohlendorf presentó buenos argumentos legales, según Ferencz. Ferencz visitó a Ohlendorf en prisión después de que se anunciara el veredicto y preguntó,​ especialmente teniendo en cuenta a la esposa y los hijos de Ohlendorf, si había algo que pudiera hacer; Ohlendorf respondió con desprecio que los judíos en América sufrirían por este juicio.

Ferencz cree que el acuerdo judicial en Núremberg no fue la justicia de los vencedores; entonces los aliados habrían ejecutado a medio millón de alemanes en lugar de un juicio.Los abogados Robert H. Jackson, Telford Taylor y el resto de la fiscalía de Núremberg querían mostrar lo terrible que había sucedido y no juzgar sin pruebas sólidas. Le complace que el acuerdo judicial estableciera la agresión como un crimen de derecho internacional y desarrollara el concepto de crimen de lesa humanidad. Ferencz cree que la crítica basada en el fallo de los tribunales de Núremberg bajo leyes retroactivas es injusta: los jueces discutieron y rechazaron el tema, no sería correcto dejar escapar a los principales.

Ferencz fue muy crítico con el proceso de Dachau llevado a cabo por el ejército estadounidense. ​ Los juicios de Dachau (fueron 489 casos penales militares contra 1672 presuntos criminales de guerra. Los casos fueron llevados a cabo entre 1945 y 1948 por las fuerzas de ocupación estadounidenses dentro del campo de concentración de Dachau, que luego se había convertido en un campo de internamiento para presuntos criminales de guerra.​ Consideró que los juicios fueron sumarios y sin seguridad jurídica para los acusados, quienes en varios casos recibieron la pena de muerte. Se ejecutaron unas 100 sentencias de muerte en Dachau.

En junio de 2018, Renee Dopplick de ABA Internacional lo entrevistó y le preguntó ¿Por qué es importante el Estado de Derecho?, A lo que Ferencz respondió: “Núremberg concluyó que la agresión ya no era un acto heroico permisible. Era un crimen internacional, y debía ser castigado como un crimen internacional supremo”. Yo lo creo. Fui un soldado de combate en la Segunda Guerra Mundial. El general Dwight D. Eisenhower, cuando se convirtió en presidente de los Estados Unidos, declaró: “El mundo ya no puede confiar en la fuerza. Debe confiar en el imperio de la ley, si la civilización ha de sobrevivir”.

Carrera posterior

Como abogado

Ferencz permaneció en Alemania después de los juicios de Núremberg, junto con su esposa Gertrude, con la que se había casado en Nueva York el 31 de marzo de 1946. Junto con Kurt May y otras personas, participó en el establecimiento de programas de reparación y rehabilitación para las víctimas de las persecuciones de los nazis,​ y también intervino en las negociaciones que condujeron al Acuerdo de Reparaciones entre Israel y Alemania Occidental, firmado el 10 de septiembre de 1952, y a la primera Ley de Restitución alemana en 1953. En 1956, la familia -ya tenía cuatro hijos- regresó a Estados Unidos, donde Ferencz empezó a ejercer la abogacía como socio de Telford Taylor.

Fue uno de los pocos abogados estadounidenses que permaneció en Europa después del acuerdo judicial y los hijos de Ferencz nacieron en Núremberg. Vivió en Alemania hasta 1956 y trabajó allí como líder de la Organización Sucesora de la Restitución Judía con esquemas de compensación para las víctimas del Holocausto y para los trabajadores esclavos en la industria alemana.​ Durante ese período, Ferencz también participó en el Acuerdo de Luxemburgo,​ que se ocupaba de la compensación por los daños materiales que el nacionalsocialismo había infligido al pueblo judío. Fue asistido, entre otros, por el abogado y banquero estadounidense John J. McCloy, quien canceló las deudas de las víctimas judías.​ El abogado estadounidense Thomas Buergenthal contactó a Ferencz con una pregunta sobre si podría obtener una compensación por el trabajo esclavo de la fábrica de aviones de Heinkel cuando Buergenthal (10 años) fue internado en Sachsenhausen. El Tribunal Supremo alemán ya había fallado a favor de las empresas alemanas y Ferencz no podía hacer mucho por Buergenthal.

En Nueva York, Ferencz se convirtió en socio del bufete de abogados de Telford Taylor.

En 1958 la filántropa Carolyn Ferriday pidió ayuda a Ferencz y de Norman Cousins, quien era editor de la Saturday Review para ayudar a los «Rabbits» quienes eran el grupo de mujeres polacas que habían sido sometidas experimentos médicos en el Campo de concentración de Ravensbrück.

En 1970, el B’nai B’rith realizó un evento en honor al jurista ganador del Premio Nobel de la Paz, René Cassin, Ferencz participó en el evento junto al crítico literario John Carey.

Según Ferencz, Günther Quandt y su hijo Herbert habrían sido acusados como grandes criminales de guerra, al igual que Alfried Krupp von Bohlen und Halbach, Friedrich Flick y los responsables de I. G. Farben, si los documentos a los que hoy se tiene acceso hubieran estado a disposición de los fiscales en aquella época.​ También mencionó que Herbert guardó silencio sobre cualquier prueba que pudiera haber sido utilizada para procesarle a él o a su padre.

Ferencz donó $ 1 millón de su propio dinero al Museo Americano del Holocausto. Donó $ 1 millón a la Universidad Yeshiva, a un centro llamado “Benjamin B. Ferencz Human Rights and Atrocity Prevention Clinic”.

Papel en la creación de la Corte Penal Internacional

Ferencz en 2012 en la sala 600 donde se realizaron
los Juicios de Núremberg. Foto: Wikipedia – CC BY-SA 3.0

Las experiencias vividas justo después de la Segunda Guerra Mundial dejaron una huella determinante en Ferencz.​ Después de 13 años, y bajo la influencia de los sucesos de la guerra de Vietnam, Ferencz dejó el ejercicio privado de la abogacía y en adelante trabajó por la institución de un Tribunal Penal Internacional que sirviera de máxima instancia mundial para las cuestiones de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra.

Premios y distinciones

1980: Premio Nacional del Libro Judío por Less than slaves.

1999: Premio de derechos humanos de la Universidad de McGill2009: Premio Erasmus (junto con el profesor de derecho Antonio Cassese).

2010: Gran Cruz del Mérito de la República Federal de Alemania por su compromiso de toda la vida con el derecho internacional.

2013: Junto con la Corte Penal Internacional, la Deutsche Gesellschaft für die Vereinten Nationen le otorgó la Medalla de Honor Dag-Hammarskjöld.

2014: Medalla de la libertad de la Escuela de Derecho Harvard.

2015: Junto con Thomas Buergenthal, el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos le otorgó el premio Elie Wiesel. ​

2015: Legión de Honor. ​

2017: El Ayuntamiento de La Haya ha nombrado un camino peatonal en el Palacio de la Paz (Benjamin Ferenczpad) en honor a Ferencz. ​

2018: Premio Martin Luther King Jr. a la paz no violenta (junto al también abogado Bryan Stevenson).

2018: Premio Eleanor Roosevelt (junto con la abogada y política Hillary Clinton).

2019: Premio Ana Frank.

2019: Fue galardonado con la «Medalla del Presidente» (Premio del Rector) del City College de Nueva York.

2020: Fue nombrado Miembro Honorario Distinguido de la Corte Penal Internacional.

2021: Doctorado Honoris Causa por la Facultad de Derecho de la Universidad de Colonia.

2021: Galardonado con el Premio Pahl de la Paz en Liechtenstein.

2022: Medalla de la Libertad del Gobernador del Estado de Florida.

Fue nominado para el Premio de la Paz 2019 por la profesora Hope May (en la Universidad de Míchigan Central), quien ha nominado a Ferencz varias veces antes.Se dan más detalles en el sitio web Nobel Peace Prize Watch dirigido por Fredrik S. Heffermehl. En 2020, el Partido Rojo nominó a Ferencz para el Premio Nobel de la Paz.​

Fuente: Wikipedia

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