Acerca de la Educación Judía y el 7 de octubre

25 noviembre, 2023 ,
Imagen creada por: www.creabranding.es

Por Ethel Barylka*

Estamos escribiendo la obra de teatro en la que al mismo tiempo estamos actuando. Contar una historia que se vive, a veces es posible, pero reflexionarla es otra cosa.

Sin embargo, habrá un momento, y se acerca, en el que deberemos ponernos a recapacitar. Un momento que más allá del dolor podamos reflexionar y empezar a “nombrar“ las cosas.

Lo primero que quiero mencionar es la gran tarea que la mayor parte de las escuelas judías del continente latinoamericano asumieron la mañana del lunes 9 de octubre cuando regresaron a clases después del 7 – en la contención de alumnos, maestros, y padres.

Rosenzweig abre la primera parte de su obra “La Estrella de la Redención“ diciendo:  

“Por la muerte, por el miedo a la muerte empieza el conocimiento del Todo. De derribar la angustia de lo terrenal, de quitarle a la muerte su aguijón venenoso y su aliento de pestilencia al Hades, se jacta la filosofía. Todo lo mortal vive en la angustia de la muerte; cada nuevo nacimiento aumenta en una las razones de la angustia, porque aumenta lo mortal…

El hombre no debe arrojar de sí la angustia de lo terrenal: en el miedo a la muerte debe permanecer“.

Dicho de otra manera y en este contexto, la conciencia de la vulnerabilidad y la finitud humana son en gran medida el origen de la reflexión y del conocimiento más profundo del hombre y de la vida. 

En ese sentido la masacre del 7 de octubre que nos desnudó de muchas ilusiones, y nos colocó como al borde del abismo, debe permitirnos pensar no solo a pesar de la angustia, sino a partir de ella, porque en esa desnudez es donde se encuentra la verdad… Debemos sacarle punta a lo que está pasando…  para planificar el futuro, porque corremos el riesgo de que todo vuelva a su lugar como si nada hubiera pasado.

Todos, como buenos humanos, nos acomodamos rápidamente.

 A diferencia del filósofo debemos pensar no solo en medio de los hechos sino en medio de la invasión mediática que no permite silencio alguno. Todos estamos un poco hiperactivos, necesitamos hacer, porque la acción es una de las mejores maneras para enfrentar el trauma.

La destrucción del 7 de octubre es el parteaguas, o puede serlo. No la guerra. Guerras hemos vivido muchas y esperemos que no vivamos más, pero la indefensión, la vulnerabilidad y la impotencia que se vivió el 7 de octubre es lo que ha marcado no solo a la ciudadanía israelí sino a todo el mundo judío.

Sin darnos cuenta e incitados por algunos líderes se reinstaló de manera paradójica un discurso de vulnerabilidad e indefensión. Kishinev, los pogromos y por supuesto la Shoá.   Hamás y el nazismo en la misma frase …muy bien para afuera, ¿pero que nos hace por dentro?  ¿75 años de independencia y soberanía quedan en el tintero?

No hay duda que las imágenes que vemos repetidamente reavivan el trauma nacional. Pero 2023 no es 1943, y la existencia del Estado de Israel no es un dato menor en la realidad judía de nuestro siglo.

Muchos repentinamente vieron sacudida la ilusión de la fuerza. Mija Gudman, escritor y pensador israelí, hablaba en los primeros días posteriores acerca del “Agujero Negro“ de la historia judía como si ese día el propio Estado hubiera dejado de existir, de ser.

Ha sido un duro despertar de algunas ilusiones mantenidas en los últimos decenios. No necesariamente cosas que no sabíamos, sino verdades que ahora quedan desnudas ante nuestros ojos.

La primera ilusión, la caída del mito de la seguridad y la fuerza, de un Israel invencible. Hace mucho que algunos sabemos que no se puede crear una relación profunda con el Estado de Israel en la diáspora basada sólo en la idea de la supremacía del Estado de Israel que todo lo puede, así como no se puede crear un vínculo de compromiso basado en las canciones de Eyal Golan, Static y Benel y consignas de Start Up Nation.

¿Qué se les vendió a los jóvenes? Israel es increíble y sorprendente. Es fuerte y dinámica. Una potencia de primer nivel en muchas áreas.  Su ejército es invencible e inconquistable. Es moderna y fresca. Es atractiva. Es cosmopolita y animada. Tel Aviv es una de las ciudades más liberales del mundo. Puedes venir a estudiar incluso en inglés la carrera que gustes.

A pesar de que a veces hay terrorismo es más segura que muchos países latinoamericanos.

Es un excelente refugio. Todos saben que pueden venir aquí, cuando quieran.  Es el escudo de defensa de los judíos de todo el mundo.

Otros se preocuparon de mandar a sus hijos a ieshivot, que hablaron en contra del Estado, aunque estar aquí, y comer kosher con los sellos de todos los colores y sabores es fantástico.  Eretz Israel, repetían, en toda oportunidad. No hace falta rezar por el Estado ni entender demasiado a otros hermanos judíos que no cumplen con todas las mitzvot. Ya encontrarán el camino y se darán cuenta que están equivocados.

Unos y otros coincidían en que este es un país libre, independiente, palpitante y lleno de vida… pero claro, los israelíes son muy bochornosos, toscos, groseros y agresivos… no hacen fila en el súper y se empujan en la calle.   

La Israel de ambos no era más que una ilusión, una idea, una posibilidad de respiro, si hiciera falta.

La crisis de octubre dio por tierra con todo eso, esos israelíes toscos y no siempre educados corrían a enrolarse, se subían a aviones para venir a alistarse, otros se voluntarizaban en toda clase de acciones civiles…  Los líderes de la protesta social de hacía apenas unos días atrás, organizaban rápidamente la ayuda de emergencia desde la hora cero, llenando el vacío estatal e institucional…    mientras que grupos enteros de líderes juveniles sionistas latinoamericanos no sólo regresaban sin quedarse si quiera a voluntarizarse para atender el mercado o cosechar en zonas sin riesgo… Pero no solo regresaban, sino que las dirigencias de algunas comunidades llamaron a esos jóvenes repatriados. Todos vimos las imágenes de aplausos en el aeropuerto de Ezeiza, las fotos con las banderas uruguayas… de golpe descubrían que Argentina, Uruguay o México eran la patria.  

Creo que deberemos replantear los fundamentos del vínculo con el Estado de Israel, que inevitablemente llevan a un alterar del propio ser judío de las comunidades y las escuelas…

Y aquí un punto central.  Las instituciones, tanto en Israel, como en la diáspora, siguieron por inercia los reflejos y las reacciones conocidas. 

Las manifestaciones de solidaridad y activismo latinoamericanas más importantes, al igual que en Israel, no fueron ni son aún hoy de la dirigencia que fue desplazada por su parálisis.  El respaldo espontáneo fue del común de la gente, afiliados o no…  de profesionales judíos, de los maestros, los individuos, las mamás y los papás, los abuelos. Las autoridades y los funcionarios de las instituciones siguen pendientes de exponer sus membretes y logotipos e insignias también en artículos y actividades que no escribieron ni organizaron. Sin esperar instrucciones, la gente se ha organizado, publicado posters, compartido campañas, creado redes. Realizado marchas y manifestaciones.  

Allí es donde encontraron a la comunidad en su sentido primigenio de encuentro y vínculo. Y hallaron el sentido para sí mismos. El anhelo de ser, pertenecer y trascender.  El encuentro humano real que nos reporta al “Tú-yo“ buberiano, en definitiva, a la idea básica de la responsabilidad y la dignidad humana.

Es verdad.  Y esa es la parte buena.

Pero también es verdad que hay muchos que han callado.

Algunos prefirieron adoptar el argumento del discurso, políticamente correcto, de que estamos en una lucha entre oriente y occidente. Eligieron lo que es seguro para sus conciencias ya que es más fácil pensar así que asumir la inocultable realidad de la reaparición agresiva de un puro y simple antisemitismo. Las víctimas del 7 de octubre no fueron elegidas porque son occidentales y liberales sino por ser judíos e israelíes.

Duele hasta la médula, porque esa es la segunda ilusión destruida. La ilusión de la igualdad.

El derecho a la diferencia se ha esfumado.

Hemos visto actos de solidaridad, ceremonias, rezos, emprendimientos de todo tipo, pero también hemos visto colegios que le pidieron a sus morim no tocar el tema de la Guerra con los alumnos, de impedir hablar de los secuestrados en manos de los asesinos.

Colegios que han pedido a sus alumnos que no usen el uniforme, o que retiren las kipot de las cabezas.

El miedo se ha apoderado de algunos. Me decía el otro día un amigo chileno, una cosa es tener miedo y otra ser cobarde…

Teniendo en cuenta el quiebre de estas dos grandes ilusiones, quiero pensar en algunos asuntos concretos.

  1. Erradicar el concepto tan gastado de identidad del discurso escolar y tratar de cambiarlo por el de pueblitud, peoplehood, עמיות. Eso tal vez nos permita superar el discurso instalado de la identidad fragmentada. La fragmentación del discurso identitario, afecta a la posibilidad de la búsqueda de una conexión más amplia, profunda y sobre todo vital con el judaísmo. Ser parte de un pueblo, es exactamente eso, ser parte y entender que hay otras partes. Todas ellas necesarias para la conformación de la totalidad.
  2. Volver a los básicos del conocimiento de la cultura judía. ¿Cuáles son los bienes culturales de nuestro pueblo? Independientemente de qué posición ideológica adoptemos frente a ellos. ¿Cuáles son? ¿Los conocen los alumnos? ¿Los recuerdan los docentes?
  3. Entender que lo judío es complejo y profundo y de ahí que siga vivo. La versión de judaísmo infantil que se ha instalado en la mayoría de las escuelas sean religiosas o seculares no alcanza para abordar la vida y mucho menos la crisis.
  4. Decía Levinas “¡Vivir peligrosamente durante 20 siglos como judíos o como marranos para desembocar en bellas ceremonias!“  
  5. Volver a los básicos de la historia de Israel. Entender cómo y porqué de la existencia del Estado. ¿Sobre qué derechos basamos nuestra existencia aquí? ¿Cómo sería un mundo sin él?  Me decía una educadora que no podría imaginarlo.
  6. Asumir como educadores el liderazgo que deberían, como creadores activos del destino judío y no como “transmisores“ pasivos.  No se trata solo del pasado en común sino del destino común y del horizonte hacia el cual queremos dirigirnos.
  7. Comprender que los alumnos viven en una sociedad mayoritaria no judía también dentro de los colegios donde la mayoría del personal es no judío y elaborar por tanto planes de acción pertinentes para esta realidad.

La educación de nuestro tiempo necesita tener más elementos y oportunidades para encontrar al otro, para preguntar sobre el sentido de la vida y sus posibles respuestas inspiradas en nuestros propios textos y nuestra civilización. Espacios reales de aprendizaje y de vida, pensando en el nuevo horizonte espiritual al que nos enfrentamos en este siglo.

Los paradigmas que guían nuestra forma de estar, ver y actuar en el mundo deben ser reelaborados. A pesar de encontrarse a veces en el inconsciente, se puede trabajar para cambiarlos y vivir mejor la realidad.

Es una tarea difícil, pero, imprescindible para poder seguir siendo nosotros los que forjamos nuestro destino.

* Ethel Barylka, educadora y autora. Profesional en el campo de la educación judía. Vive en Israel. Estudió Filosofía y Literatura Hebrea en el HUJI y recibió su Maestría del Instituto de Judaísmo Contemporáneo.
Profesora en el Centro Melton para la Educación Judía en el HUJI y el Centro Académico Herzog.
Recientemente ha terminado sus funciones como consultora para el Colegio Judío en Praga y el Colegio Judío en Roma y actualmente es miembro del equipo de consultoría de UnitEd del Ministerio de la Diáspora, trabajando con México.
Creadora y directora de www.mujeryjudaismo.com.

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