Pablo Sklarevich
La reunión que mantendrán el primer ministro, Biniamín Netanyahu y el presidente norteamericano, Donald Trump a mediados de febrero, tiene lugar en el contexto de un dramático reordenamiento geopolítico.
Las elites liberales parecen haber caído en desgracia por no haber podido sacar a Occidente de la crisis económica y haber socavado la solidaridad social y nacional a través de la inmigración masiva del tercer mundo y el ascenso del islamismo europeo.
El primer ministro, Biniamín Netanyahu, estima que una nueva constelación mundial está surgiendo y Jerusalén espera al menos más comprensión internacional en este contexto.
Trump ha elegido reunirse primero con los líderes de los aliados más cercanos de Estados Unidos, la primera ministra británica Theresa May y el jefe del Ejecutivo israelí.
Seguramente tratará con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y finalmente con su homólogo ruso, Vladimir Putin, con la mirada puesta en Siria y otros escenarios.
Al parecer el conflicto con los palestinos podría ser un plato secundario en este menú. Mientras los dirigentes de Ramallah están tratando esforzadamente de abrir canales hacia la cima de la Administración en Washington; el movimiento islamista Hamás, que controla Gaza, trata de restablecer las deterioradas relaciones con El Cairo. Los líderes de Hamás han manifestado que están tratando de quitar las expresiones antisemitas de su carta fundacional; pero manteniendo por supuesto su hostilidad hacia Israel. Esto último se suele llamarse gatopardismo en el lenguaje de las Ciencias Políticas: cambiar algo para que todo siga igual.
Panteras y gatopardos
Creo que la crisis económica fue causada por otros liberales, los neocon de la economía ultraliberal, creían que dejando hacer a los empresarios todo iría perfecto, pero nunca tienen en cuenta que actualmente las vacas se engordan rápido con alimentos artificiales, sobras, anabolizantes, estafas al consumidor desinformado, etc. Los inmigrantes llegaron en masa para cubrir los puestos de trabajo que no quería la población local, alguien tiene que trabajar porque los ordenadores no lo pueden hacer todo. Poco después llegó la crisis y entonces sí ocurrió lo que dice el artículo.
Por favor que el fiscal vigile que la Sra. Sara no lleve su cama matrimonial en el avión. Es un alto índice de corrupción.