“Sino que la ley del Señor está en su deleite, y en su ley medita de día y de noche”.
Salmo 1:2
Hoy, como todos los años, y desde 1963 (por lo menos en Israel), se realiza en la sede de la Mutual Judía AMIA el Jidón Hatanáj o concurso Bíblico local. Cuyo ganador o ganadores viajan a Israel al Jidón Haolamí (concurso mundial).
Hoy una de mis hijas Dorana Raquel, participó del mismo, llegando a las finales.
Si bien no ganó, tuvo una destacada participación y un puntaje elevado, como reflejo de su esfuerzo titánico por estudiar hasta cincuenta capítulos de lo que denominamos Tanáj, una abreviatura que incluye el Pentateuco, los Profetas, y los Escritos (otros libros), lo cual exige constancia, mucho tiempo, dedicación, memoria, y obvio una buena dosis de autoconfianza frente a un jurado que pone a prueba a cada concursante.
Los dos lados del mostrador.
Los nervios de un padre y una madre, me hicieron evocar, cuando el que esto escribe, pudo ganar el primer puesto en mi Seminario de Maestros hebreos en la localidad de Moises Ville (allá por 1977).
Y luego, con poco tiempo de preparación, obtener un cuarto lugar en el nacional (que tuvo lugar en el desaparecido colegio Rambám o Maimónides de la calle Ayacucho de Buenos Aires.
Recuerdo la emoción de los abuelos de Dorana, y hoy ella me devuelve este regalo.
De que una cadena que inicia con mi madre Aida K. De Daitch, hoy continúa de generación en generación.
Permitirse un poco de orgullo.
De sano orgullo. Y repetir lo que mi madre publicó en ese tiempo. Un pequeño espacio, con mi foto en el semanario en Idish Di Presse (fundado en 1918 y que se publicó hasta 1994), del que pudo obtener el primer puesto hace varias décadas.
Más allá de lo personal.
Y más allá de lo personal, intento tejer el tópico, como los judíos se esfuerzan por estudiar la Torá que es enseñanza al individuo y al colectivo.
Final.
Gracias hija querida, tzadeket y bat Israel.
Por hacer este relevo generacional.
Se de tu enorme corazón y de tus inmensos conocimientos.
Compartimos el mismo amor.
No cabe duda.
Adjunto la constancia de tu participación en el certamen.
El legado Eterno, nuestra vida y deleite, se mantiene por aquellos y aquellas que aman la herencia y la riqueza más grande de cada iehudi.
No son billetes, son la palabra y los libros.
Dr. Natalio Daitch