Señor Donald Trump
Presidente de
Estados Unidos de Norte América
De mi mayor consideración:
Como ciudadano israelí no es necesario que repita lo que ya muchos expresaron, que es mi agradecimiento a las ayudas de todo tipo ordenadas por usted y realizadas por sus subalternos, políticos y militares, a mi actual patria que es el Estado de Israel, en estos momentos en los que estamos sufriendo una guerra no deseada y en muchos frentes simultáneamente, y el sufrimiento de los rehenes en poder de Hamás, compartido por toda nuestra población.
Pero como para que la ayuda sea verdaderamente positiva no es suficiente la buena voluntad, me permito hacerle notar ciertos puntos de la historia del país que usted dirige actualmente, mayormente anteriores a su actual cargo, para que no se repitan los resultados negativos.
No tomo en cuenta las dos guerras mundiales porque no fueron guerras de su país, fueron mundiales. Tampoco tomo en cuenta las dos guerras contra los británicos, que fueron necesarias para ustedes independizarse del imperio, ni la de secesión por ser un problema interno de su país.
Ustedes hicieron una guerra contra México (1846-1848) gracias a la cual ganaron mucha superficie y mucha riqueza, pero tienen la contraparte actual: constante invasión de mexicanos indocumentados por la pobreza generada en gran medida por esa guerra, y el odio eterno de toda la población mexicana, que no olvida ni olvidará nunca que la mitad de lo que era México quedó en poder de los Estados Unidos de Norte América.
Ustedes lucharon contra España en ayuda de la revolución cubana (1898). Lograron desalojar al imperio español y transformaron Cuba en lo que se llamó “el burdel” de Norte América. Pero después vino la nueva revolución cubana, con la que lograron tener un enemigo eterno frente a sus costas, que no sabemos si alguna vez dejará de ser hostil contra ustedes. Quisieron erradicar el comunismo (Bahía de Cochinos) y no pudieron.
Ustedes lucharon en Corea (1950-1953), querían frenar el comunismo. Lo único que lograron fue dividir al país en dos pero el comunismo sigue allí instalado y además es hoy una potencia nuclear hostil a Occidente.
Como no tomaron en cuenta esa experiencia, hicieron la guerra de Vietnam (1964-1975), de la que tuvieron que salir con el rabo entre las piernas debido a la cantidad de muertos y a que el propio pueblo norteamericano no quiso más. Y sigue allí el comunismo que ustedes quisieron eliminar. De nada valió el esfuerzo bélico, los soldados muertos más los inválidos, y el dinero gastado.
Luego de pocos años fueron a la Guerra del Golfo (1991), defendiendo Kuwait de la invasión iraquí. No creo que hayan ganado algo porque Sadam Hussein siguió gobernando Irak, por lo que ustedes entraron en guerra directamente contra Irak (2003-2011). Tampoco allí la victoria les significó mucho, porque ahí está Irak sin Sadam Hussein amenazando nuevo enfrentamiento, esta vez como aliado de Irán.
Simultáneamente surgió la guerra en Afganistán (2001-2021), donde creyeron que iban a cambiar al país de los talibanes y años después tuvieron que salir corriendo y dejar que los talibanes vuelvan a gobernar, pero esta vez fortalecidos tanto militarmente como psicológicamente con su extrema ideología religiosa.
Después de toda la trayectoria político-militar descripta, tenemos mucho miedo de que algo parecido suceda ahora en Medio Oriente, o sea que la ayuda a Israel logre lo contrario a lo que queremos los israelíes y que supongo que también usted quiere.
Por eso no nos gusta su actitud en desplantes como las amenazas a Panamá, a Irán, el caprichoso cambio de nombre al golfo que baña las costas de tres países y que bien usted podía haber dialogado con por lo menos la presidente de México para buscar un nuevo nombre más neutro y que representara la realidad geográfica.
Tampoco nos gusta su relación con nuestro primer ministro, que dan la sensación de un amo y su perrito faldero, y que usted ya dijo que si estalla el tan anunciado infierno en Medio Oriente, la mano ejecutora sería nosotros, o sea el ejército de Israel.
En síntesis, señor Trump, con los debidos respetos, los israelíes no queremos que usted marque qué podemos y qué no podemos hacer en nuestros conflictos actuales. Será muy bienvenida su ayuda, los consejos de sus especialistas y de usted personales, el apoyo militar efectivo, pero deje que sea nuestro pueblo y nuestro gobierno (muy errado, muy sin rumbo, sumamente equivocado a nuestro gusto) quien diga qué hacer y qué no hacer ante los múltiples conflictos bélicos y la crisis de rehenes que estamos enfrentando.
Aprovecho a remarcarle algo que parece que ustedes habitantes de ese país no entienden. Ustedes no son América, América se divide en tres subcontinentes y muchos países. Ustedes son los Estados Unidos de Norte América, o sea una parte de América del Norte que también contiene a Canadá, México, y no sé si mencionar también a Groenlandia e Islandia. Se lo dice alguien que se siente muy americano por haber nacido en Uruguay, que no es su país pero que también es parte de América, más exactamente Sudamérica. O sea que ambos somos americanos, usted norteamericano y yo sudamericano.
Agradeciendo tome en cuenta mis palabras, lo saludo con el mayor de los respetos,
Mauricio Aliskevicius