Con tres días de combate incesante contra el fuego en zonas aledañas a Jerusalén, los bosques continúan con varios focos de incendio. A pesar de que el grupo de bomberos israelí dijo no necesitar ayuda internacional, Israel aceptó la colaboración de la Autoridad Palestina para terminar de apagarlos.
En un aparente estado de control general por parte del cuerpo de bomberos, el incendio forestal ya consumió 2.500 hectáreas desde el domingo. Dicha cifra supera al de diciembre de 2010, ocurrido en el norte del país, el cual mató a 44 personas.
Según los funcionarios locales, la recuperación de los terrenos quemados puede llevar décadas. Y algunos residentes criticaron a las autoridades por no accionar velozmente en las primeras horas.
En medio del trabajo de los expertos en apagar el fuego, Israel recibió el apoyo de Grecia, Turquía y Chipre. A su vez, tal como se mencionó en el primer párrafo, un equipo de 20 bomberos palestinos llegó ayer de Cisjordania para socorrer a sus colegas israelíes.
Esta es la tercera ocasión en la que la Autoridad Palestina colabora con sus pares israelíes a combatir un incendio importante en Israel. Anteriormente sucedió en el Carmel en 2010, así como en otra oportunidad en el 2016.
Por otro lado, cuando preveían que tenían bajo control la situación el domingo a la noche, los vientos matutinos y la baja humedad del lunes esparcieron las llamas. Los pueblos y ciudades en las colinas del suroeste de la capital tuvieron que ser evacuadas.
Esta tragedia es una de las más grandes de la historia del país. El actual incendio forestal arrasó con casas, senderos, parques nacionales (Sataf y Har Hatayasim) y parte del hospital Hadassah Ein Kerem.