Por Danny Citrinowicz
Ahora que ha expirado el ultimátum dado a Israel para reabrir los cruces fronterizos de Gaza, los hutíes han declarado su intención de reanudar los ataques a los barcos israelíes en el Mar Rojo.
Incluso han advertido que si Israel reanuda su campaña militar en Gaza, volverán a atacar directamente a Israel.
Sus acciones sugieren que, a pesar de los esfuerzos de Israel y la coalición internacional, la organización yemení está lejos de ser neutralizada.
Esta vez se necesita una estrategia diferente para afrontar esta amenaza.
Los hutíes sólo cesaron sus ataques contra Israel y los barcos vinculados a Israel en el Mar Rojo después de que entró en vigor el alto el fuego en Gaza.
En otras palabras, las acciones de Israel y la coalición internacional durante el año pasado no han logrado establecer un equilibrio de disuasión que hubiera obligado al grupo a detener sus operaciones ofensivas en el estrecho de Bab al Mandab y contra Israel, cortando al mismo tiempo sus profundos vínculos con el conflicto en Gaza.
En lugar de ser disuadidos, los hutíes se sienten envalentonados tras sus recientes enfrentamientos con Estados Unidos e Israel.
Ahora se ven a sí mismos como los “líderes del eje de la resistencia”, comprometidos a ayudar a Hamás en Gaza y, potencialmente, a otros grupos dentro del llamado eje de la resistencia que se encuentran en conflicto directo con Israel.
Esta realidad requiere que Israel y Estados Unidos reevalúen su estrategia contra los hutíes.
En las últimas semanas, la Administración Trump ha tomado varias medidas económicas importantes contra los hutíes, incluida su reinclusión en la lista de organizaciones terroristas.
Sin embargo, como lo han demostrado los acontecimientos recientes, existen serias dudas sobre si estas importantes medidas tendrán algún efecto tangible.
Un cambio de estrategia también debe incluir operaciones ofensivas sostenidas contra la organización, en lugar de ataques esporádicos a la infraestructura.
La atención debe centrarse en el liderazgo y las capacidades de lanzamiento de misiles, mientras se planifica una campaña a largo plazo destinada a derrocar en última instancia al régimen.
Además, Washington debe ejercer una presión significativa sobre Arabia Saudita para que se alinee con la coalición internacional y la apoye, al menos entre bastidores.
