mié. Mar 26th, 2025

La misteriosa muerte del único judío que integró las SS nazis y buscó con desesperación el Santo Grial para entregárselo a Hitler

Otto Rahn fue el único judío que formó parte de las SS nazis - Foto: Wikipedia

Se llamaba Otto Rahn, era un estudioso de la secta cristiana de los cátaros y estaba convencido de que el Grial no era la copa de la que Jesús bebió en la última cena sino un conjunto de tablillas que estaban escondidas en el sur de Francia. El fracaso de la búsqueda que le encargaron los alemanes, su caída en desgracia y las hipótesis sobre su final

Por Daniel Cecchini

La mañana del 13 de marzo de 1939, dos caminantes que trepaban por la ladera de una montaña cercana a la localidad de Söll, en el Tirol austríaco, se toparon con el cuerpo congelado de un hombre relativamente joven. Yacía bocabajo y junto al cadáver había dos frascos de comprimidos, uno vacío y otro lleno por la mitad, sin ninguna etiqueta que identificara el contenido.

La policía local rescató el cuerpo, que no presentaba signos de violencia, pero contra lo acostumbrado nadie ordenó que se le realizara una autopsia para conocer la causa de la muerte. El caso llamó la atención porque esa misma tarde llegó al pueblo un auto tripulado por un chofer y dos oficiales de las SS que supervisaron cómo se hacía el papelerío de rigor para enterrarlo.

Ya sabían quién era el muerto de la montaña: se llamaba Otto Rahn, tenía 35 años, y había sido miembro de esa fuerza especial de Adolf Hitler hasta unos meses antes, cuando sin dar ninguna explicación por escrito le solicitó la baja al hombre que la comandaba, Heinrich Himmler.

El único judío de las SS

Fue enterrado en Kufstein en una ceremonia privada y nunca se hizo un certificado de defunción. El comunicado de las SS, firmado por Karl Wolf, un alto oficial de la fuerza, dijo: “En medio de una tormenta de nieve en las montañas, este marzo, el SS. Obersturmfuhrer Otto Rahn, falleció trágicamente. Sentimos la muerte de nuestro compañero, un SS decente y escritor de notables trabajos de investigación histórica”.

Al describir al muerto, el texto oficial no mentía al describir su profesión, pero evitaba decir que su especialidad era el esoterismo. No decía tampoco qué era lo que distinguía a Rahn del resto de los miembros de las SS: su condición de judío, que no era desconocida para Hitler ni para Himmler.

Más allá de la información oficial, pronto comenzaron a correr en voz muy baja dos versiones sobre la muerte de Rahn. Una de ellas -no exenta de misterio- sostenía que se había suicidado imitando un ritual de una antigua secta católica. La otra -más siniestra- aseguraba que un grupo de las SS lo había llevado a la fuerza hasta la montaña y lo obligó a suicidarse ingiriendo esas pastillas que nadie se preocupó por identificar.

Era sabido, porque lo había dejado claro en sus obras, que Rahn había dedicado gran parte de su vida a buscar el Santo Grial, la copa que Jesucristo utilizó en la última cena, una tarea que inició por cuenta propia y siguió haciendo después por orden de Heinrich Himmler, quien al darle el encargo y para poder pagarle oficialmente un sueldo lo convirtió en el único judío en vestir el negro uniforme de las temibles SS.

Porque si dar con el Santo Grial era la obsesión de Rahn, también lo fue de los líderes nazis -entre los que se contaba Adolf Hitler- que abrevaban en las leyendas esotéricas que justificaban la supuesta existencia de una raza superior destinada a dominar el mundo: los arios. Esa asociación despareja y explosiva para lograr un mismo objetivo había terminado de la única manera posible: en un estrepitoso fracaso y en la previsible muerte de Rahn que, al no hallar lo que todos buscaban, perdió el favor de sus jefes.

Especialista en herejes

Otto Wilhelm Rahn había nacido en Michelstadt, Alemania, el 18 de febrero de 1904, y se crío en el seno de una familia judío-alemana de clase media. Hijo de un juez de los tribunales de Maguncia, el destino que le marcó su familia fue el Derecho, materia que estudió entre 1922 y 1926 en las facultades de Giessen, Friburgo y Heidelberg. No descuidaba su carrera, pero dedicaba su tiempo libre a escuchar clases de filología alemana y de historia. Fue allí donde comenzó a interesarse también por una visión esotérica de la historia, apuntalada por las clases del barón de Gail, experto en leyendas medievales como las de Parsifal, el círculo de Arturo y, por supuesto, el Santo Grial.

De esas clases y de sus propias lecturas lo que más lo atrajo fue la cultura cátara -una secta herética del cristianismo-, tanto que dedicó su tesis doctoral a la herejía cátaro-albigense, para lo cual viajó por Francia, Italia, España y Suiza entre 1928 y 1932. Los cátaros eran una secta religiosa que se extendió por Europa entre los siglos XI y XIII y enfrentó abiertamente la autoridad de la Iglesia Católica. En su credo rechazaban que las tentaciones de la carne fueran obra del mal, negaban la divinidad de Cristo por su condición humana y creían que los seres humanos eran almas inmortales atrapadas en un cuerpo físico por obra del demonio. También se decía que habían tenido en sus manos -y ocultado al mundo- la copa que Jesús había utilizado en la última cena.

Para realizar sus investigaciones, Rahn pasó también varios meses en la aldea de Lavelanet, en Languedoc, Francia, donde exploró las ruinas de Montesegur y las grutas de las montañas aledañas, dos lugares profundamente relacionados con el desarrollo del catarismo y su resistencia a los ataques papales. Con la información recogida escribió un libro, “Cruzada contra el Grial”, que fue muy bien visto por muchos expertos alemanes en esoterismo medieval y, sobre todo, por los defensores del misticismo germánico de corte nacionalsocialista, como Nigel Pennik.

Entre sus lectores más apasionados se encontraba también un político alemán cuyo nombre empezaba a sonar fuerte dentro del nazismo, Heinrich Himmler.

Los cátaros y el Grial

En sus obras, Rahn planteaba que la copa utilizada por Jesucristo en la última cena podía estar enterrada entre las ruinas de Monstsegur, la villa amurallada donde los cátaros montaron su última posición de resistencia contra las tropas de Cruzados que el papa Inocencio III envió a Francia para acabar con ellos.

Los cátaros eran dualistas y creían en la existencia de dos principios opuestos: el bueno y el malo. Para algunos teólogos cátaros ambos principios existían desde el comienzo, pero otros consideraban el principio malo una creación secundaria, producto del deseo maligno de una de las criaturas de un Dios único y bueno: el ángel caído. Para ellos, el mundo material no había sido creado por Dios sino por Satanás.

El diablo, incapaz de crear vida, había construido un hombre de barro y le había pedido a Dios que pusiera dentro de él un alma, pero cuando el alma entró en el hombre, se negó a quedarse. Para evitar que se fuera, Satanás la mantenía prisionera.

Esos postulados significaban un abierto cuestionamiento a la teología católica oficial, por lo que, a principios del siglo XIII, el papa Inocencio III, el pontífice más importante de la Edad Media, tomó la decisión de exterminarlos por ser una “peste” que se había instalado en el corazón mismo de la Cristiandad. Para lograrlo dio instrucciones precisas a los príncipes cristianos que se sumaron a esa cruzada: “Si alguno recibe, defiende o favorece a los herejes deberá ser inmediatamente considerado como infame, y no podrá ser admitido para los oficios públicos ni podrá recibir herencia alguna. Si fuera juez, sus sentencias serán consideradas nulas; si clérigo, será inmediatamente degradado y perderá todo oficio y beneficio, y, en todo caso, los bienes del hereje serán confiscados”, les ordenó.

Finalmente, los cátaros fueron derrotados, pero el Grial -que Rahn suponía que se encontraba entre los “bienes” que debían ser confiscados- alcanzó a ser escondido para salvarla de las garras de las fuerzas papales. Para dar fuerza a esa hipótesis, el esoterista judío apostaba a la autenticidad de la leyenda que afirmaba que los cátaros habían enterrado en Montsegur un tesoro fabuloso cuya pieza más importante era “una piedra caída del cielo”, a la que identificó con el Grial que Parsifal, un caballero del Rey Arturo, había encontrado en un castillo del Montsalvat. En su teoría agregaba un elemento inquietante: para él, el Grial no era una copa sino un conjunto de tablillas con inscripciones rúnicas, grabadas sobre madera o piedra, en las que se recogían todos los conocimientos herméticos existentes, una especie de Tabla Esmeralda.

Rahn no solo defendía su teoría en cuanto lugar se presentaba para dar conferencias, sino que estaba obsesionado por encontrar esas tablas, fuente de una sabiduría capaz de brindar un poder desconocido por el común de los hombres. Para buscarlas necesitaba un dinero que no tenía. Estaba frenado y casi sin esperanzas.

Un judío en las SS

Lo que Rahn no sabía era que uno de los más altos jerarcas del nazismo en el poder había leído su “Cruzada contra el Grial” y estaba decidido a emprender su propia búsqueda de esa pieza sagrada que supuestamente estaba escondida en el sur de Francia. Tampoco lo imaginó cuando, a mediados de 1935, recibió un telegrama sin firma en el que le ofrecían 1.000 reichsmarks al mes si emprendía la búsqueda de la reliquia. Si aceptaba, debía presentarse en una dirección. Cuando acudió al lugar, en Berlín, se llevó una sorpresa mayúscula al reconocer inmediatamente el rostro del hombre que lo recibió. Era Heinrich Himmler, uno de los hombres más poderosos del Tercer Reich. Así comenzó una alianza despareja, aunque por mutua conveniencia.

Como todo judío en Alemania, Otto Rahn no sentía simpatía alguna por los nazis. Al contrario, los temía, pero cuando se le presentó la posibilidad de emprender la búsqueda sin preocuparse por el dinero la tentación fue más fuerte que el miedo. Por esa época frecuentaba círculos antinazis, lo que le valió muchas críticas de sus amigos por aceptar el ofrecimiento. Su respuesta consta en una carta que le envió a uno de ellos: “Un hombre necesita comer, ¿qué esperabas que hiciera? ¿Decirle que no a Himmler?”, le escribió.

Himmler inspecciona un campo de prisioneros en la Unión Soviética, en el verano de 1941. Foto: Wikipedia – Dominio Público

Por su parte, el jefe de las SS no solo había leído los libros del esoterista sino que había investigado a fondo al hombre antes de hacer su oferta. No solo sabía que era judío, sino que también era homosexual. Eran dos razones de peso para que lo despreciara, pero no por eso iba a dejar de utilizarlo como instrumento. La asociación de Rahn con Himmler comenzó con dos concesiones fuertes que debió hacer el estudioso de los cátaros. La primera fue escribir otro libro, “La corte de Lucifer”, donde el esoterista debió “germanizar” su teoría sobre el grial para ponerla a tono con la ideología de los nazis. En esta segunda obra, postuló que los cátaros no consideraban a Lucifer como el maligno, sino que lo identificaban como Luzbel, el portador de la Luz, y lo asimilaban con el Norte, a diferencia de Satán, el maligno, identificado con el Sur. Al margen de la edición pública, Himmler mandó a hacer una corta tirada de lujo de la nueva obra y le regaló un ejemplar a Hitler para su cumpleaños.

La segunda concesión fue más grave todavía, y convirtió a Rahn al único judío reconocido como tal en vestir el uniforme de las SS. De esa manera podría cobrar los 1.000 reichsmarks que Himmler le había ofrecido: era el sueldo de un teniente de la fuerza más temida de los nazis. Para cumplir el encargo, durante todo 1936 realizó viajes por Francia, Italia e Islandia, donde condujo excavaciones arqueológicas por cuenta del Tercer Reich para encontrar el preciado Santo Grial. Tenía muchas esperanzas, pero todas esas búsquedas terminaron en otros tantos fracasos. Un final sin gloria

Después de un año sin obtener resultados ni pistas que hicieran pensar que Rahn podía tener éxito en la búsqueda del Grial, Himmler comenzó a cansarse del experto al que había admirado y despreciado a la vez. Pero echarlo era también una manera de admitir su propio fracaso, y ese era un costo que el jefe nazi no estaba dispuesto a pagar, porque lo pondría en evidencia frente a Hitler.

El final de Otto Rahn

Entonces Rahn le sirvió en bandeja la oportunidad. A fines de 1936, fue acusado de haber participado en un confuso episodio estando ebrio, por lo que debió jurar abstenerse de tomar bebidas alcohólicas y fue enviado como simple vigilante al campo de exterminio de Dachau, donde fue testigo de las aberraciones que se cometían en nombre de la pureza ideológica y racial. También lo obligaron a comprometerse por escrito a no beber alcohol y a casarse para ocultar su condición de homosexual.

Era demasiado para él: no pudo soportarlo y renunció. En su carta pidiendo la baja, le escribió a Himmler que lo hacía “por motivos tan serios que solo pueden ser comunicados oralmente”. El jefe de las SS no quiso recibirlo para escuchar esas razones y le respondió con un telegrama de una sola palabra: “Sí”. Sin trabajo y reducido al ostracismo, empezó a preparar un plan para salir de Alemania, descontando que debería hacerlo de manera clandestina porque nunca le otorgarían el permiso. “Ya no es posible por más tiempo, vivir en el país en el que se ha convertido mi patria. Ya no puedo dormir y comer. Es como si una pesadilla se posara sobre mí”, le escribió a uno de los pocos amigos que le quedaban.

Nunca se supo si Otto Rahn viajó por sus propios medios hasta Söll, en la Austria anexada al Tercer Reich, o si fue llevado a la fuerza hasta allí y subido a la montaña para que su cuerpo no apareciera en territorio alemán. Nadie se preocupó en averiguar si se había alojado en Sóll o en las cercanías los días previos a su muerte y tampoco se encontró entre sus ropas una carta que explicara las razones de su supuesto suicidio.

Fuente: INFOBAE

6 thoughts on “La misteriosa muerte del único judío que integró las SS nazis y buscó con desesperación el Santo Grial para entregárselo a Hitler”
  1. Es la primera vez que encuentro un artículo en el que se describe a Otto Rahn como judío, gran parte entre el resto de lo que se dice en el artículo sí que es más faćil encontrarlo en textos publicados en internet. El catarismo fue una religión europea medieval, no tenía mucho que ver con el catolicismo ni con el cristianismo, por algún motivo desconocido los nazis alemanes se aficionaron al catarismo influenciados por Otto Rahn, al que los nazis contrataron como uno de sus más grandes expertos en ocultismo, éste fue el que les inculcó las maravillas del catarismo, hasta que los nazis se hartaron de él, y le asesinaron, aunque es más fácil encontrar la versión en la que un buen día se fue desnudo al pico helado de una montaña, para reflexionar al estilo cátaro, y allí se quedó, y aun nadie le ha encontrado convertido en un cubito de hielo. En la Edad Media, los cátaros fueron exterminados por la Iglesia Católica por herejes, si bien se parecían mucho a los católicos de la época, o al catolicismo más primitivo o el vigente en la Edad Media, por ejemplo predicaban la salvación mediante el ascetismo y el estricto rechazo del mundo material, percibido por los cátaros como obra demoníaca. En esta religión eran muy de abstinencia sexual, como hacían los católicos medievales, o por ejemplo de estas costumbres cátaras también deriva una que más copian los neonazis, la de solo comer vegetales, aunque al menos los cátaros también comían pescado, lo de incluir el pescado también era copiado de lo que inculcó la Iglesia Católica en toda Europa, porque en la Edad Media todos se creían que los peces no eran alimentos del Demonio solo porque eran como los vegetales, porque no fornicaban, solo por este detalle ya no eran alimentos del Demonio. Es por esta religión que los neonazis, que también lo hay entre los españoles, pueden creer que su muy admirado Hitler era una especie de santo cátaro, porque era vegetariano y no se le conoce nada de sexo, o no se le conoce un sexo que fuese normal para presentarlo al público. Aunque lo anterior es más bien una deducción, sí que no faltan neonazis que tienen estas costumbres más propias de comunistas ecologistas, incluyendo la protección de los animales, también copiando a su amado líder Hitler junto a su perra Blondie (“Rubita” en español) y a unas primeras leyes de protección de algunos animales que sacó la Alemania nazi. Tanto es así, que aun siendo España uno de los países menos comprometidos con la ecología porque así lo quieren la derechona y los fascistas junto con sus amigos los muy interesados empresarios españoles, incluso alguna vez se ha visto a un pequeño grupo de neonazis manifestándose junto a comunistas animalistas contra los toros, siendo las corridas de toros y otras muchas fiestas populares con toros un asunto tabú entre la derechona y fascistas españoles. Aunque los neonazis cada uno va por el mundo a su aire, estos que son ecologistas serían unos neonazis especialmente perturbados, intelectualizados que copian a los nazis alemanes SS y puede que también sean medio comunistas.

  2. Himmler estaba especialmente perturbado con estos asuntos ocultistas o con el esoterismo, por la mucha afición a estos asuntos que había en esos años y al parecer Himmler desde niño no paraba de oír a un primo contar una historieta familiar sobre una familiar lejana que fue quemada por bruja. Luego basaron la ideología racista nazis en cuentos que mezclaban fantasías que se tomaban como hechos históricos con supercherías y creencias ocultistas. Por ejemplo, los nazis, puede que por Himmler, consideraban que las brujas eran de la raza aria, mujeres expertas o con poderes del más allá, y por eso la Iglesia Católica y el resto de sectas cristianas las habrían asesinado, es decir, una vez más los nazis haciendo y creyendo todo del revés de lo que es más normal. Los nazis estafaron a los alemanes afines haciéndose pasar por cristianos ejemplares, solo para así alcanzar el poder y eliminar a los opositores, para luego introducir su nueva religión inventada basada en sus disparates racistas y ocultistas, o al menos era la religión para los nazis SS, que no eran pocos. Estas nuevas creencias para nada era de valores cristianos tradicionales, ni siquiera en el sexo eran tan tradicionales como hacían creer, por ejemplo las SA del cabecilla homosexual Ernst Rohm eran donde acababan muchos nazis homosexuales, o según algunos testimonios Hitler al parecer era un sadomasoquista que gustaba que jovencitas le golpeasen y le orinasen encima, quizás otro motivo por el cual hay ahora tanto ultraderechista europeo homosexual o lesbiana, salvo en España, o puede que también Italia, que son la excepción que confirma la regla. Los nazis estuvieron buscando por todo el mundo el origen fantasioso de la raza aria y objetos religiosos que creyesen de importancia ocultista. En octubre de 1940, el jefe de las SS Heinrich Himmler visitó el monasterio de Montserrat para encontrar el Santo Grial, siguiendo las investigaciones de Otto Rahn, para buscar el poder eterno en esta mística reliquia. La buscaron en Monstserrat porque igual se habían confundido, o les habían confundido, con el castillo medieval cátaro de Montesegur, los nombres se parecen mucho y además encontraron otras posibles pistas que copindicdińa con el lugar español, como seguramente coincidirán muchas pistas si se buscan en cualquier punto del mapa que un mono señale con el dedo.

  3. No quedó ahí la cosa con las disparatadas búsquedas nazis en España. Primero buscaron signos de semejanzas de la raza aria en los vascos, fueron al País Vasco o Euskadi para filmar un reportaje para mostrar en Alemania como eran y vivían los vascos, y algunas malas lenguas de la derechona y fascistas españoles afirman que durante la Guerra Civil el entonces gobierno nacionalista o separatista vasco intentó un acuerdo militar con la Alemania nazi, supuestamente aprovechando la camaradería que vieron en los nazis que les visitaron o porque eran hermanos de raza. Con los recientes análisis de ADN, es decir, con ciencia no con cuentos ni con magia, los vascos han resultado ser los españoles, aunque a la mayoría de los vascos no les guste que les digan que son españoles, con el ADN que se considera el más estándar europeo, quizás junto con el de Inglaterra o, en general, con la parte más al Oeste de Europa, es decir, estos europeos son los que tiene el mayor porcentaje de ADN masculino o Cromosoma Y R1b, el que dejaron de herencia hace unos 4.500 años los invasores yamna o yamnaya procedentes de las estepas de las actuales Ucrania-Rusia, mientras que en la parte femenina o ADN mitocondrial del ideal europeo permaneció mayoritariamente el ADN antiguo europeo, con herencias de las muchas invasiones o inmigrantes anteriores procedentes de Anatolia y Oriente Medio, que fueron mezclándose con el que se puede considerar europeo más autóctono, el del paleolítico que era de piel negra o muy oscura y de pelo negro y algo rizado. Por contra, los españoles que los fascistas y nazis consideraban los más “arios españoles”, que son los gallegos y regiones de alrededor, Asturias, León y oeste de Castilla La Vieja, son los que cuentan con el más alto porcentaje de ADN de moros y judíos, según se cree, cuando España era al-Andalus se refugiaron en el noroeste y sobre todo en Portugal porque en el resto de España los católicos españoles estaban demasiado sobreexcitados matando a judíos y a moros.

  4. Los nazis también fueron a las Islas Canarias a buscar la raza aria superior, uno de los planes B por si el Tibet fallaba o por si la raza aria había volado desde el Tibet a otros lugares. En Canarias también se da otra curiosidad según los recientes descubrimientos con los análisis de ADN, muchos de los españoles de las Islas Canarias son los que cuentan con porcentajes mucho más altos de ADN «malo», más que incluso los gallegos, actualmente por la parte femenina del ADN los canarios de algunas de las islas son hasta un 70-80% subsaharianos, que prácticamente es ADN negro puro puro, o subsahariano como se dice para no quedar feo, es que incluso el ADN de los actuales españoles canarios es un ADN tan subsahariano o moro puro bereber, que ayudará a aclarar la evolución del ADN de los moros actuales, entre otras cosas porque los moros se mezclaron mucho, también con ADN procedente de las invasiones yamana o yamnaya de las estepas rusas, y además tienen un racismo muy arraigado contra los bereberes, no quieren saber nada de los bereberes aunque la mayoría sean bereberes o tengan parientes cercanos bereberes. Aunque los habitantes locales de las Islas Canarias eran subsaharianos, como es lógico por la cercanía geográfica, pero cuando los españoles las invadieron se pusieron manos a la obra con el blanqueamiento, y al parecer fueron muchos machotes españoles, solo machos sin mujeres, que hicieron con las mujeres autóctonas lo mismo que se supone hicieron los yamna o yamnaya en toda Europa, por eso la parte femenina del ADN canario conserva mucho de subsahariana y la masculina es el ADN masculino medio en los españoles, si bien es fácil que por televisión enseñen más a las canarias de piel más blanca o incluso a rubias platino. Seguramente, cualquiera sabe, algún perturbado nazi dijo algo parecido a que los arios originales llegaron volando en alfombra mágica desde Shangri-La en el Tibet, o también ahora mismo las Islas Canarias son uno de los centros mundiales de avistamientos OVNIs, los perturbados de todo el mundo creen que es una muy probable base de aterrizaje de las varias que tienen los extraterrestres repartidas por el planeta Tierra, aparte tiene una gran importancia por otras magias, por esto es que a Canarias acuden algunas de las sectas más perturbadas de todo el mundo.

  5. El interés de los nazis por los vascos se debe a que encontraron similitudes como el uso de la esvástica, uno de los símbolos primitivos de la cultura vasca, que no se encuentra en España. “Pero también figuras como Werner Best, Obergruppenführer de las SS, ayudante personal de Reinhard Heydrich, trató de convencer a sus superiores de la necesidad de encontrar los puntos en común entre ambas culturas. El contacto más cercano fue el de Eugéne Goyheneche, nacido en Ustariz (País Vasco francés) y afiliado al PNV, y que se reunió con Best para convenir los pasos a seguir y a quien manda un memorándum, ‘Euskadi y la Europa del futuro’, en el que “ensalza la figura de Adolf Hitler y presenta a los vascos como posibles aliados de los alemanes”. Pero en Alemania, mayoritariamente, se mofaron del informe de Goyheneche”. Según se ha publicado en años recientes, entre los documentos desclasificado por el gobierno francés, según “un informe del 8 de julio de 1945 de dos páginas y media de MA217, alias Cano, “un muy buen agente retribuido” del servicio de contraespionaje francés en Madrid, el Partido Nacionalista Vasco hizo tres tentativas para aproximarse a oficiales de rango de la Wehrmacht y las SS durante la ocupación nazi de parte del País Vasco francés en medio de la Segunda Guerra Mundial para establecer y unificar las provincias vascas en una zona autónoma”. Esto es lo que tanto sobreexcita ahora en democracia a la derechona y los fascistas españoles, entre otras cosas porque les daría la razón en sus habituales acusaciones contra los separatistas vascos de que son nazis y racistas, o porque ellos así resulta que son demócratas y contrarios al nazismo de toda la vida. Por contra, todos los vascos, lo mismo que cualquier español demócrata medianamente educado, mantiene muy presente el bombardeo nazi a Guernica. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial no todos los nacionalistas vascos pensaron así, y según un reciente documental, “muchos creyeron que el apoyo de los alemanes podría servir para derrocar a Franco. Es por eso que miembros del PNV aceptaron establecer contactos con el partido nazi para tantear la situación y ver qué tipo de acuerdo podría establecerse si resultaban vencedores. “Son los alemanes los que dan el primer paso, y a pesar de esos encuentros el acuerdo no se llega a producir. Es más, cuando salen a la luz son desautorizados por la cúpula del Partido Nacionalista Vasco. Lo que no se cuenta en el documental es que otros nacionalistas de fuera de España sí que llegan a firmar pactos con los nazis”.

  6. “Todo esto entronca con las ideas de Werner Best, oficial de las SS y responsable de la llamada solución final del Holocausto, que opinaba que los estados eran creaciones artificiales sin fuerza. Para él lo natural eran las etnias europeas, por lo que quería construir una Europa basada en la unión de estas mismas. El criterio sería el de la pureza racial y por ello propuso dar autonomía a los escoceses, flamencos, gallegos, vascos y catalanes. Como comenta el realizador del filme, “querían construir una nueva Europa en la que las fronteras estuvieran marcadas por la pureza racial”.”

    Nada nuevo bajo el solo para el que tenga un mínimo de conocimientos sobre los nazis, con la excepción que confirma la regla, en esto también, que son los fascistas y neonazis españoles, que solo sirven para confundir aún más a la hora de entender, aunque sea mínimamente, estas disparatadas y no poco liantas ideologías extremistas. Puesto que su avalista intelectual, que no es otro que el filósofo Nietzsche, alias “el Profeta”, aunque no hay que olvidar que era ateo y nihilista, no era de nacionalismos, lo mismo que tampoco fue antisemita, o si acaso solo a nivel intelectual. Esto sería otro cuento chino o una manipulación por las reinterpretaciones que le dieron los nazis a partir de los libros manipulados, los que permitió a los nazis su deleznable hermana Elisabeth Nietzsche, incluyendo una biografía muy manipulada que los nazis toman como genuina, escritos y libros reescritos por ella y por los nazis que se apoderaron del denominado “Archivo de Nietzsche”. Para Nietzsche, los estados eran fronteras artificiosamente delimitadas que solo servirían para facilitar las condiciones apropiadas para que sus “superhombres” puedan desarrollarse, pero superhombres tan solo intelectualmente, nada de los energúmenos violentos, ni militares, ni culturistas de gimnasio, ni nada parecido, como han manipulado los fascistas y nazis.

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