Moshe Ruach y su equipo del club de vela Blue Wave Tashoot zarparon, como les es habitual, el pasado martes a las 6 de la mañana de la costa de Hezliya, Israel, sin imaginar la sorpresa que les esperaba.
Después de unos 40 minutos en el mar, notaron a lo lejos aletas sobresaliendo del agua. Al principio pensaron que eran delfines comunes, pero su comportamiento era distinto. Se movían con calma y no saltaban como solemos ver.
Durante cerca de una hora, entre seis y diez de estos cetáceos nadaron junto a la embarcación, en una zona de profundidad relativamente baja. Rápidamente informaron del avisamiento en la aplicación SeaWatch, administrada por la Sociedad para la Protección de la Naturaleza en Israel (SPNI), que posteriormente lo notificó a la organización Delphis, dedicada a la conservación de mamíferos marinos.
Lo que encontraron, se enteraron después, era una manada de ballenas falsas asesinas (Pseudorca crassidens). Se trata de un avistamiento muy inusual, registrado por primera vez en 2025, que ha despertado el interés de científicos y conservacionistas debido a la escasez de estos cetáceos en aguas poco profundas del Mediterráneo oriental.
El doctor Aviad Scheinin, jefe del Laboratorio de Depredadores Marinos de la Universidad de Haifa, explicó que la ballena falsa asesina es, en realidad, un tipo de delfín que suele habitar en aguas profundas, y hasta 2020, todos los avistamientos en el Mediterráneo oriental ocurrían en mar abierto, entre Israel y Chipre.
Sin embargo, desde la pandemia de COVID-19, han comenzado a registrarse encuentros esporádicos cerca de la costa, posiblemente debido a la búsqueda de alimento.
