Un descubrimiento arqueológico en el corazón de Jerusalén podría suponer una de las confirmaciones históricas más contundentes sobre la autenticidad del sitio donde, según la tradición cristiana, Jesús fue crucificado, sepultado y resucitado.
Investigadores de la Universidad de La Sapienza de Roma hallaron restos de una planta datados en la primavera del año 33 d.C., época en la que se estima que tuvo lugar la muerte de Jesús.
El hallazgo se produjo durante las excavaciones realizadas en la iglesia del Santo Sepulcro, ubicada en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Las excavaciones, iniciadas en 2022 y temporalmente interrumpidas durante Semana Santa, se reanudaron recientemente con la aprobación de las autoridades religiosas que gestionan el templo y la Autoridad de Antigüedades de Israel.
Entre los descubrimientos más importantes también se encontraron tumbas de mármol dentro del complejo de la iglesia, que podrían estar relacionadas con José de Arimatea, el personaje bíblico que, según los Evangelios, ofreció su sepulcro para el entierro de Jesús. Estas tumbas también están siendo objeto de análisis por parte del equipo arqueológico.
El hallazgo se produce en el marco de un debate académico de larga data sobre el lugar exacto de la crucifixión y sepultura de Jesús. Aunque muchos expertos sostienen que el sitio actual de la Iglesia del Santo Sepulcro corresponde al relato bíblico, la falta de pruebas arqueológicas concretas mantuvo el tema abierto durante siglos. Con este avance, se refuerza la posibilidad de que este lugar haya sido escenario de los eventos centrales del cristianismo.