mié. Dic 18th, 2024

Qhapaq Ñan, la compleja red vial de la época del imperio andino que sigue conectando a Ecuador

Para Ecuador, la UNESCO consideró 108,87 Km de Qhapaq Ñan, donde se catalogaron 49 sitios arqueológicos.

El legado incaico continúa siendo un eje de conexión para comunidades indígenas, además de un símbolo de identidad

Por Yalilé Loaiza
Desde Quito

El Qhapaq Ñan, también conocido como el Sistema Vial Andino, es una obra maestra de ingeniería que atraviesa seis países de Sudamérica: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.

Esta vasta red de caminos, que abarca más de 30.000 kilómetros, no solo permitió la unificación del Imperio Inca, sino que sigue siendo una arteria vital para las comunidades andinas en la actualidad. La red viaria alcanzó su máxima expansión en el siglo XV y se extiende por toda la cordillera andina. La UNESCO lo declaró Patrimonio Mundial en 2014 por su valor universal excepcional.

El Qhapaq Ñan se originó hace siglos como una infraestructura clave para facilitar la comunicación, el comercio y la defensa dentro del Imperio Inca. En Ecuador, se extiende desde Rumichaca, en la provincia de Carchi, hasta Loja, en el extremo sur, conectando al país con Colombia en el norte.

Esta red “permitía la circulación controlada de personas, manadas de llamas y alpacas, mercaderías y materias primas fue la mejor expresión que demostró el control territorial y poblacional que se vivió en la época del Tahuantinsuyo”, según el Ministerio de Turismo. El antiguo sistema, según el Ministerio de Ambiente, conserva aún valiosos elementos de la cosmovisión andina, reflejando una herencia cultural que ha resistido el paso del tiempo y continúa viva en las comunidades actuales.

Para su reconocimiento como Patrimonio Mundial en 2014, el Ecuador destacó 108.87 kilómetros de esta red que incluyen 49 sitios arqueológicos y atraviesan 31 comunidades, organizados en 22 secciones principales y 2 subtramos. Los tramos seleccionados abarcan diversas provincias: Carchi, Imbabura, Pichincha, Chimborazo, Cañar, Azuay, Guayas y Loja, cada una aportando un fragmento de esta red que une pasado y presente.

Las rutas demuestran el ingenio y la resistencia de las civilizaciones andinas

Además de los sitios arqueológicos y ceremoniales de herencia inca, en la red vial existe una gran biodiversidad. Según información oficial, el Qhapaq Ñan protege a 326 especies de plantas vasculares, 56 mamíferos, 124 aves, ocho especies de anfibios y reptiles, tres especies de peces y ocho grupos de invertebrados.

Según el Ministerio de Ambiente de Ecuador: “La implementación de una gestión integrada de la riqueza natural y cultural propia de la Red Vial de Caminos Ancestrales Andinos, constituye un elemento estratégico a nivel transfronterizo para el fortalecimiento de la conservación de la biodiversidad, dado el alto valor biológico y ecosistémico que la componen”.

A lo largo de los tramos ecuatorianos, el Qhapaq Ñan conecta comunidades indígenas, afroecuatorianas y mestizas que continúan utilizando estos caminos para actividades diarias. Estas comunidades no solo preservan la infraestructura, sino que también mantienen vivas las tradiciones culturales asociadas.

Estos espacios no solo aseguraban la supervivencia material mediante el control agrícola y comercial, sino que también eran centros de observación astronómica y ceremonias propiciatorias, fortaleciendo la relación entre las comunidades y el cosmos. Es por eso que para las comunidades andinas, el Qhapaq Ñan es mucho más que un legado histórico.

Aunque es una obra milenaria, el Qhapaq Ñan no ha perdido relevancia y, en las últimas décadas, ha resurgido como un símbolo de resistencia y sostenibilidad. Las comunidades lo ven como una herramienta para el desarrollo local, atrayendo turismo y promoviendo la conservación ambiental.

Uno de los aspectos más fascinantes del Qhapaq Ñan es su capacidad para atravesar distintos ecosistemas. En Ecuador, los caminos pasan por páramos, valles secos interandinos y cejas de montaña, demostrando la habilidad de los incas para adaptarse a diversas condiciones geográficas.

En el recorrido, el Ministerio de Turismo resalta que se observan sitios como el Templo Solar de Hatun Cañar, conocido como Ingapirca; la fortaleza de Cojitambo, el Templo Lunar de Coyoctor, los Wamanin de Molleturo, Paredones de Culebrillas o Yacuviñay.

En estas edificaciones hay “caminos empedrados, basamentos de puentes, alcantarillas, muros y paramentos, (que) son los eternos testigos de dos pueblos andinos los Cañaris y los Incas, que nos han dejado un legado de conocimientos astronómicos, calendarios agrícolas y cultivos alto andinos, de gran valor para la civilización actual”, se lee en la web de la cartera de Estado.

A pesar de su importancia, el Qhapaq Ñan enfrenta desafíos significativos, como la expansión urbana y la falta de recursos para su conservación. Además, el cambio climático plantea nuevas amenazas, ya que la erosión y los deslizamientos de tierra pueden dañar tramos clave del sistema.

Las rutas del Qhapaq Ñam

El Qhapaq Ñan no solo se construyó como una vía de conexión física, sino también un camino espiritual y simbólico para los pueblos indígenas que lo transitaron. A lo largo de sus rutas, como Culebrillas, Ingapirca y Fasayñan, se encuentran sitios considerados sagrados, donde se llevaban a cabo rituales de conexión con la naturaleza y los dioses andinos.

La vías incaicas aún son utilizadas en nuestros días.

La Laguna de Culebrillas, por ejemplo, era venerada por los Cañaris –un pueblo indígena que habitó la región andina del actual Ecuador–como el origen de su cultura, siendo escenario de ofrendas rituales que incluían objetos de orfebrería y cerámica.

Además, los tambos y santuarios distribuidos en estas rutas reflejan una profunda conexión con el ciclo agrícola y la cosmovisión indígena. Sitios como Ingapirca y Paredones funcionaban como centros políticos y religiosos donde se alineaban las construcciones con eventos astronómicos, marcando los tiempos de siembra y cosecha.

La presencia de apachetas o montículos de piedras en pasos de alta montaña, como en Tres Cruces, evidencia la práctica ancestral de dejar ofrendas durante los viajes, solicitando protección y éxito en sus travesías.

Los viajeros locales y extranjeros pueden recorrer ocho rutas del Qhapaq Ñam en Ecuador que son promocionadas por el Ministerio del Turismo. La Ruta Tomebamba Imperial, que inicia en Cuenca y pasa por Paredones, Ingapirca y Cojitambo, ofrece mostrar a los expectadores la mezcla cultural entre los Cañaris e Incas.

Otra opción es la Ruta Culebrillas, que atraviesa páramos andinos, con paradas en la Laguna de Culebrillas y el centro administrativo de Paredones. Ambas rutas ofrecen un recorrido por vestigios arquitectónicos y paisajes imponentes, combinando historia y naturaleza.

La Ruta Mamamag y la Ruta Wamanin Molleturo exploran la conexión entre los Andes y la costa, atravesando por tambos y centros ceremoniales como Ingawasi y Paredones de Molleturo. Las rutas ofrecen diversidad de ecosistemas, desde páramos hasta bosques tropicales.

En cambio, la Ruta Chobshi y la Ruta Dumapara llevan al viajero a sitios como la Cueva Negra de Chobshi y el complejo arqueológico de Dumapara, donde se encuentran restos de las primeras ocupaciones humanas y tambos estratégicos utilizados por los Incas.

También existen las rutas Fasayñan y Yacubiñay, que completan este extenso sistema vial, mostrando importantes complejos arqueológicos y paisajes sagrados. Fasayñan destaca por sus lagunas y el Monte Sagrado, mientras que Yacubiñay, en Zaruma, conserva estructuras administrativas y ceremoniales que muestran la influencia inca en la región.

Fuente: INFOBAE

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