por Dr. Israel Jamitovsky
En el año 2012 acompañado de mi señora y un pequeño pero selecto grupo israelí, efectué una interesantísima visita a Polonia. El fin de semana permanecimos en Cracovia, una hermosa ciudad , especialmente la parte antigua de la ciudad en la que aflora la presencia judía en diversos espacios. En este contexto, recuerdo perfectamente que cuando visitamos el predio en que estaba asentado el Gueto de Cracovia, escuchamos muy vagamente y sin mucho detalle, acerca de una farmacia sita en el gueto que dirigida por gentiles polacos, había prestado ayuda a los judíos confinados en dicha área. El tópico afloró nuevamente al tapete hace pocos días, pero para ello hay que delinear los hechos.
El dueño de dicha farmacia era Tadeusz Pankiewicz nacido en Sambor el 21 de noviembre de 1908, el mas joven de tres hijos de una familia católica, fruto del matrimonio de Josef Pankiewicz y María Weirich.El padre de Tadeuzc era farmacéutico y en 1910 abrió una farmacia en un barrio obrero rotulado Podgórze en las afueras de Cracovia. Tadeusz siguió el rumbo marcado por su padre graduándose como farmacéutico en 1930 y ya en 1934 asume la dirección del emprendimiento familiar.
Ante la invasión nazi a Polonia el 1 de Setiembre de 1939, Tadeusz Pankiewicz abandona la ciudad con un apreciable número de profesionales y autoridades civiles temerosos ante la eventual reacción de los ocupantes nazis. Tadeusz se afinca en la ciudad de Lwow, quedando al frente del emprendimiento familiar la farmaceútica polaca y católica Irena Drozdzikowska, quien posteriormente se tornaría en colaboradora de Tadeusz cuando éste retorna del exilio.
Tras la caída de Cracovia, Tadeusz regresa el 9 de setiembre, es arrestado y trasladado a la prisión de Montelupich, espacio en el cual permanecerá hasta diciembre del mismo año. Una vez liberado, regresa a su finca y se hace cargo del establecimiento familiar sin contar ya con la ayuda de su padre, gravemente enfermo.
Ante ello, amén de la antedicha Irena , Tadeuz se valió de los servicios de dos estudiantes polacas y gentiles que cursaban el tercer año de la Facultad de Farmacia: Helena Krywaniuk y Aurela Danek-Czortowa.
Una farmacia memorable
En marzo de 1941, las autoridades germanas disponen la erección de un gueto amurallado en el distrito de Podgore destinado a la población judía en el cual se encontraba la farmacia de Pankiewicz así como otras tres farmacias. Los ocupantes nazis les ofrecieron a sus propietarios trasladar sus establecimientos a la zona aria, pero pese a ello Pankiewicz fue el único que resolvió continuar con su emprendimiento en el gueto e incluso residir en el mismo predio.
Desde este espacio, Pankiewicz y sus fieles colaboradoras operaron a dos niveles, a saber:
- prestaron atención, medicamentos y distintos cuidados a los habitantes del gueto e incluso proporcionaron tinte para el pelo destinado a los ancianos del gueto a los efectos de aparentar ser más jóvenes y estar en condiciones de trabajar y de tal modo de evitar su deportación.
- Cuando los integrantes de la organización clandestina polaca ingresaban al gueto a efectuar supuestos trabajos, la farmacia se convirtió en un genuino centro para la distribución de documentación falsa y difusión de los materiales propagados en la clandestinidad
- Asimismo hicieron llegar información sobre lo que sucedía en el Gueto a quienes se encontraban fuera de su área y espacio. El mismo Pankiewicz vertió en un diario que llevaba los crímenes cometidos por los nazis contra la población judía que posteriormente se convertiría en un volumen que fue traducido a varios idiomas En mérito a todo este despliegue y en colaboración con la organización clandestina polaca, cientos de personas pudieron huir y evitar ser deportados a campos de exterminio como el de Belzec
Tras la guerra y el establecimiento de la República Popular en Polonia, Pankiewicz fue perseguido por el régimen en el marco de la Guerra Fría y por el hecho de entablar relaciones de amistad con numerosos judíos afincados en Israel. La secuela inevitable fue la pérdida de su farmacia.
Una vez culminada la etapa soviética, el gobierno polaco rehabilitó justicieramente el nombre de Tadeusz Pankiewicz y por ende, afloraron distintos reconocimientos, a saber:
* Su antigua farmacia la Apteka Pod Orlem se convirtió
en un museo.
* En 1983, el Instituto Yad Vashem de Jerusalén le otorgó
el título de Justo entre las Naciones.
* Caballero de la Orden Polaca y Cruz de la Insignia
Dorada.
Volcó sus memorias en el volumen rotulado La farmacia del gueto de Cracovia en polaco que fue posteriormente traducido al hebreo, español, inglés, francés e italiano. Falleció en 1993.
¿Por qué se omitió el reconocimiento a las farmaceúticas polacas?
En sus memorias, Pankiewicz resaltó el coraje e indeclinable compromiso de sus colegas-así las rotula- al salvar la vida de cientos de personas confinadas en el gueto, asumiendo un riesgo enorme y en la versión hebrea de su volumen, precisamente se lo dedica expresamente a estas farmacéuticas polacas y gentiles.Sin embargo las tres fallecieron en el década del 90 del siglo anterior y por razones que no trascendieron, no se hicieron acreedoras a reconocimiento alguno.
De ahí que ha hecho muy bien el columnista israelí Ofer Aderet en plantear este tópico este fin de semana desde el cotidiano israelí Haaretz. Acorde a Lili Haber presidenta de la organización israelí Oriundos de Cracovia e hija de sobrevivientes del Holocausto de Cracovia, el memorable quehacer de las farmacéuticas de Cracovia no era de conocimiento del Instituto Yad Vashem y por ende llegó el momento de reconocer dicho despliegue. En este contexto, Haber hizo llegar este año a dicho instituto documentación pertinente y testimonios contundentes en relación al quehacer de estas heroínas para finalmente hacerse acreedoras, al justo título de Justas ente las Naciones. Mas vale tarde que nunca.
En este contexto, cabe señalar la reflexión vertida por Meir Bulka que preside la fundación J-NERATIONS destinada a perpetuar la memoria del Holocausto y conservar el patrimonio judío de Polonia. Bulka que es igualmente miembro del Instituto de Investigación del Holocausto de la Universidad de Bar-Ilán, señaló que ya trabó contacto con descendientes de las antedichas farmacéuticas acotando:
” Impacta y conmueve que continuemos detectando Justos y
Justas entre las Naciones que todavía no fueron
reconocidos. Llegó el momento de hacer justicia con estos
nobles seres humanos que dejaron nuestro mundo sin ser
debidamente reconocidos “.