Como la historia se empeña en demostrar, los nuevos inquisidores, los líderes de Podemos y Sumar, han sido infinitamente peores que las víctimas a las que pretendían enjuiciar, condenar y arrojar a la hoguera. En su pecado original, ser portadores de la verdad absoluta y pretender juzgar a los demás desde su superioridad ética, estaba también su penitencia, como estamos viendo ahora en el caso de Iñigo Errejón.
Los mayores enemigos de Israel en España se han convertido en una caricatura de sí mismos.
por Ricardo Angoso
Nadie se alegra de los tristes finales de un flamante diputado -portavoz de su formación para más inri- a no ser que seas un miserable de la catadura moral e intelectual que es Pablo Iglesias. Pero es que ellos, los vigilantes de la moral, de la ética, que se atrevían a pontificar sobre todos los demás y otorgaban patente de corso a quienes ellos consideraban como merecedores de la misma, son así.
Ellos, los líderes de Podemos o ahora Sumar, eran los vigilantes de los vigilantes, los moralistas de nuestro tiempo, algo así como la conciencia moral de nuestra sociedad y así aparecían en público. ¿Y cómo se puede ser vigilante de los que vigilan, conciencia moral de la multitud, si uno mismo ha errado en la ocasión decisiva tan funestamente en el camino?, como alguna vez señaló el periodista Jesús Ceberio en uno de sus editoriales.
Cuando se fundó Podemos, sus líderes aseguraban que iban a acabar con las puertas giratorias y ahora resulta que Pablo Iglesias tras su salida del Gobierno colabora o trabaja en unas diez empresas, cuando no más; iban a acabar con la casta política y sus privilegios y la pareja Iglesias-Montero se compró un chaletazo en una urbanización de lujo en un pueblo de la sierra de Madrid, cuando aseguraban hace años que se irían a vivir a un barrio popular; Juan Carlos Monedero, el martillo de los fascistas y los corruptos, acabó defraudando a Hacienda tras recibir una millonaria ayudada de la narcodictadura venezolana y, hete aquí, el dinero acabó en su cuenta corriente sin pedir disculpas ni dar explicaciones; el partido que supuestamente iba a abrir una nueva vía democrática distinta y alejada de la corrupción y los escándalos (Podemos) ha sido una jaula de grillos plagada de escisiones, falta de democracia interna, salidas explosivas y sonados comportamientos muy alejados de lo que pregonaban; y ahora, los grandes inquisidores de la sociedad española, que supuestamente también acabarían con el machismo y los comportamientos patriarcales, se ven envueltos en un vergonzoso y sonoro caso de acoso sexual, que incluso acabará en los tribunales y con el supuesto acosador, seguramente, en el punto de mira de una sociedad que no les perdona tanta impostura moral y ética.
¿Y cómo se puede ser vigilante de los que te vigilan cuando has cometido el error de intentar pasar página y hacer como si nada hubiera ocurrido? Eso es lo que ahora hace Sumar y sus máximos líderes, casi todos procedentes de Podemos, practicar la política de avestruz como si no hubiera pasado. O, rechazando, difuminando, el recuerdo de lo que fue, hasta llegar a hacer creer que nunca se ha sido aquello que, sin embargo, los textos, las declaraciones, los hechos y muchas más pruebas atestiguan; sólo así puede alguien aspirar a ser la dudosa conciencia moral de una sociedad o permitir, sin sonrojarse, que los demás se lo digan o se lo echen en cara cuando realmente eres un vulgar caradura. Un corrupto moral, que es la peor de las corrupciones, es lo que es Errejón, y un acosador nato. Y un antisemita de campeonato mundial, amigo de Hamás y de Irán, que siempre irá de la mano de ese proyecto llamado Podemos.
La salida de Íñigo Errejón de la política española por la puerta de atrás es el final de una utopía fallida llamada Podemos, una historia de fanatismo, radicalismo gratuito y que redujo la vida política española a una división maniquea entre ellos, supuestos portadores de la verdad suprema progresista, y los otros, los fascistas, que éramos todos los que no compartimos su credo. Aun me queda en el recuerdo cuando Irene Montero calificó en el parlamento a Vox y al PP, y con ello a sus millones de votantes, como “fascistas”. Así han actuado durante años y el discurso funcionó algún tiempo, pero ahora, por suerte para todo el país, ya no funciona y ha encallado, quizá para siempre, en las aguas de la racionalidad política.
Los dirigentes de Podemos irrumpieron en la política española para cambiar el sistema y acabar con la “casta”, pero, obviamente, el sistema se reveló más fuerte y sólido que ellos y fue el mismo el que les cambió a ellos con sus tentaciones, lujos, prebendas y privilegios, cayendo en los peores vicios y comportamientos poco ceñidos a la estricta ética política que pregonaban e intentaban imponer a sus adversarios. Nuevamente, quedó demostrado que los vigilantes de la moral, nuestros modernos inquisidores, son mucho peor que cualquiera de las víctimas que pretendían arrojar a las hogueras de la inmundicia política. Ellos, los poseedores de la verdad, pretendían juzgar a todos los demás desde los estrados de su supuesta superioridad moral y ética, pero se revelaron infinitamente miserables en casi todos sus comportamientos sociales, como hemos visto, y acabaron conduciendo a su proyecto a la intrascendencia e irrelevancia política. Nunca fue más cierta esa acepción que asegura que en el pecado estaba implícita su penitencia.
¡Qué desvergonzados! En mi barrio le dicen a lo que han hecho esos corruptos que es “predicar la moral en calzoncillos.
La denuncia contra Iñigo Errejón por acoso sexual ha sido un gran escándalo en España, en los medios de izquierdas o más democráticos se ha tratado como un caso individual, sin embargo, la opinión del autor del artículo, Ricardo Angoso, es algo sesgada copiando el discurso más típico de la derechona y ultraderecha española, que con los comunistas hacen su agosto entre los votantes españoles, por excesivamente crédulos o interesados como hay pocos en el mundo.
Al margen de apoyo a los palestinos y de sus políticas generales más utópicas que realistas, el comunismo en la actual democracia española nunca ha tenido apenas influencia más allá de su discurso en los medios españoles, aun siendo más realista o práctico de lo habitual en el resto de partidos españoles, o cuando prácticamente son los únicos que defienden cuestiones que son sobradamente supuestas en las democracias occidentales, al menos en Europa, como el aborto, los derechos de los trabajadores e inmigrantes, de las mujeres, gays y lesbianas, la ecología, derechos de los animales, etc., o son los únicos en España que denuncian la intromisión de la Iglesia Católica en la política española, la pederastia de los sacerdotes católicos españoles que apenas tiene alguna repercusión en España, o los numerosos crímenes del fascismo y del nazismo, que en España se tratan con demasiada parsimonia o, simplemente, no se tratan.
Aun así, los comunistas pasaron de tener solo un puñado de diputados al comienzo de la actual democracia a estar prácticamente desaparecidos, sobre todo cuando crearon una gran confusión entre sus votantes al aliarse con sus archienemigos de la derechona del Partido Popular durante los gobiernos socialistas de Felipe González, contra el PSOE por sus numerosos casos de corrupción y por el terrorismo de estado del GAL, que aunque fuesen terroristas fascistas como siempre, la derechona echó el resto para conseguir echar a los socialistas. Luego, con la crisis de la subprimes, con las grandes movilizaciones sociales que hubo en España apareció el partido Podemos, que al comienzo parecían o hacían creer que eran de una ideología indefinida. Pero enseguida todos los partidos tradicionales y medios españoles se encargaron de definirlos como comunistas, sobre todo cuando saltaron todas las alarmas con las encuestas de intención de voto, poniendo en serio peligro el status quo español que tienen establecido todos estos partidos tradicionales y sus muchos aliados. Por si faltaba algo, por casualidad, de repente aparecieron los ultraderechistas españoles con su nuevo partido Vox, anteriormente totalmente dados por muertos en la vida política española. Y es que los comunistas españoles, apenas contaron con facilidades ni siquiera en la coalición de gobierno con la supuesta izquierda socialista del PSOE, y dudo que ni gobernando en algunas áreas cuenten para algo significativo teniendo España estas altas esferas que llevan la manija del país.