Ricardo Sánchez Serra*.
El régimen de Bashar al-Assad en Siria ha sido, durante años, un colaborador activo en la promoción del terrorismo regional, impulsado como satélite de Irán. Su respaldo a movimientos terroristas como el Frente Polisario, Hezbollah y Hamás, junto con otros grupos extremistas, ha contribuido a la desestabilización de regiones clave y a la propagación de la violencia en el norte de África y el Medio Oriente. Este apoyo no es solo un acto irresponsable, sino un atentado directo contra la estabilidad y la paz global.
El grupo terrorista Frente Polisario ha recibido respaldo de Siria e Irán. Irán, en particular, ha facilitado el entrenamiento de combatientes del Polisario en Argelia, apoyando indirectamente su causa separatista en el Sahara Occidental, alimentando el conflicto ficticio creado por Argelia para su salida al Atlántico, utilizando como carne de cañón a la población saharaui secuestrada en Tinduf. Esta alianza perniciosa no solo alimenta un conflicto prolongado, sino que amenaza la seguridad de la región. Según informes, decenas de combatientes entrenados por Irán han sido detenidos por las fuerzas de seguridad sirias, revelando el alcance de estas operaciones.
La conexión entre Assad e Irán se consolidó a través de lo que se denominó el “puente terrestre,” una red clandestina que permitía el transporte de armas, dinero, drogas y combustible hacia grupos como Hezbollah. Este corredor no solo apuntaló el régimen de Assad durante años, sino que proporcionó apoyo crucial a Hezbollah en sus enfrentamientos con Israel. La exportación de terror y violencia desde Siria no se limitó al Medio Oriente; su influencia se extendió hasta el norte de África con el Polisario, creando un vínculo directo entre las acciones de Assad y la desestabilización del Magreb.
Aunque el régimen de Assad ha caído, el daño provocado por sus alianzas persiste. Las nuevas autoridades sirias enfrentan el desafío de desmantelar las rutas de contrabando que conectan a Irán con clanes en Líbano y Siria, una tarea compleja que ha desencadenado enfrentamientos mortales. Estas rutas, aún defendidas por grupos alineados con Hezbollah, representan un obstáculo para la reconstrucción de Siria y la estabilidad regional.
La amenaza del Frente Polisario se amplifica por el suministro de drones iraníes, canalizados a través de Argelia, para reforzar sus capacidades militares. Este desarrollo no solo constituye una provocación directa a Marruecos, sino que amplía el alcance del terrorismo en una región que busca estabilidad y cooperación. La implicación de Argelia como aliado del Polisario y puente para las tácticas militares iraníes subraya la gravedad de esta situación.
Irán no se detiene ahí. En su afán por mantener su influencia regional, ha comenzado a buscar alianzas con grupos extremistas más allá de sus habituales proxies. Esto incluye movilizar a extremistas musulmanes sunitas en un intento por desestabilizar el nuevo gobierno sirio, reflejando una estrategia de expansión del caos y el terror como herramienta política.
El legado de Assad e Irán en la exportación del terrorismo es una prueba de que sus acciones deliberadas han perpetuado el sufrimiento humano, debilitando las estructuras estatales y dejando una marca de violencia en varias regiones. Es imperativo que la comunidad internacional condene con fuerza esta complicidad. Los países afectados y sus aliados deben actuar para detener el financiamiento y la provisión de armas a grupos como el Polisario, así como implementar sanciones más estrictas contra aquellos que continúan fomentando la inseguridad global.
La paz no será posible mientras actores como Siria bajo Assad, Irán y sus aliados como Argelia continúen utilizando el terrorismo como moneda de cambio geopolítica. Este artículo se convierte en un llamado urgente a los líderes mundiales para que se unan en la erradicación de estas redes destructivas, garantizando un futuro en el que la seguridad y la estabilidad prevalezcan sobre el terror.
*Premio Mundial de Periodismo “Visión Honesta 2023”
Una noticia un tanto sorprendente sobre la relación entre Irán y Siria con el Frente Polisario, siendo está última una organización muy vinculada con España, además se da la pintoresca circunstancia de que une a la derecha, a socialistas, comunistas y hasta a fascistas españoles. El Frente Polisario es un grupo armado de ideología comunista, quizás similar al Fatah de Arafat, y es frecuente que niños saharauis pasen varias semanas en España acogidos por voluntarios comunistas, o que estos viajen al Sahara. Estas serían unas de las principales acciones reivindicativas de los comunistas españoles en política exterior, junto a otras como visitar Cuba o manifestarse por Palestina. En el caso de los fascistas, apoyan a los saharauis porque añoran su antigua colonia, y se emocionan mucho al ver qué los saharauis hablan español y conservan el carnet de identidad español. Pero recientemente han sido los socialistas, en la actual coalición de gobierno con los comunistas, los que han redefinido la postura oficial de España, prefiriendo romper los vínculos oficiales entre España y el Frente Polisario, o apoyar la postura de Marruecos. Normalmente el pensamiento general de los españoles, aunque haya mucha variedad o según convenga, es que en este conflicto Marruecos es el malo o el opresor, un régimen muy poco democrático, y al menos para los comunistas españoles es similar al caso de Arabia Saudí. Claro que ahí se mezclan otras matizaciones, como el afecto a los moros del Riff que cultivan hachís, o a los moros en general se les puede tomar por gente muy amistosa y generosa, esto cuando están de buenas, y más o menos por ahí pueden andar no pocos fascistas españoles, incluyendo también a militares como los legionarios recordando que los moros formaron parte del bando fascista, tanto los moros leales al rey de Marruecos como los rebeldes rifeños, a estos últimos los convencieron con promesas de dinero y con ir a una guerra santa contra los infieles “rojos”, a pesar de que poco antes de comenzar la Guerra Civil Española los rifeños eran asesinados y maltratados por los militares fascistas españoles. Los moros eran enviados los primeros por los fascistas españoles como carne de cañón, se distinguieron por su crueldad, con saqueos, violaciones, amputaciones, etc. En cualquier caso, el español medio fascista estándar se muestra especialmente racista contra los moros. Así que es muy complicado adivinar lo que pueda estar pasando por la cabeza de un español de cualquier ideología con respecto a los moros, ya no digamos con el Frente Polisario.
Además de todo lo anterior, no hay que olvidar que los inmigrantes marroquíes en España son 1.100.000, por nacionalidades forman el mayor porcentaje, y los marroquíes son la inmensa mayoría de los inmigrantes musulmanes. A pesar de ser el principal blanco del racismo de los fascistas españoles o de una gran parte de españoles, o el racismo que los fascistas contagian a una gran parte de los españoles, y a pesar de que los marroquíes están discriminados o suelen vivir en barrios marginales, sin embargo, en España apenas se dan los graves problemas de otros países europeos con los musulmanes, especialmente con marroquíes, como los guetos marginales y nidos de delincuencia en Francia, o las extremadamente violentas mafias de los países Bajos dedicadas al narcotráfico de cocaína.