Por Boaz Shapira
Días atrás se firmó un acuerdo entre el nuevo régimen sirio y las fuerzas kurdas (SDF), destinado a integrar a éstas últimas dentro del Estado y sus mecanismos.
Además, en las últimas 24 horas han surgido informes de que el régimen está llevando a cabo negociaciones avanzadas sobre un acuerdo similar con los líderes drusos.
Estos acuerdos son parte del esfuerzo de [l presidente Ahmed] al Sharaa por unir a Siria bajo un gobierno central y el intento de avanzar en los procesos de rehabilitación del país.
El acuerdo entre el nuevo régimen y las fuerzas kurdas fue firmado entre Ahmed al Sharaa y Mazloum Abadi, comandante de las SDF, el 10 de marzo, en Damasco. Diversos informes indican que el acuerdo se logró mediante la mediación y presión estadounidense. No está claro si esta presión está relacionada con la declaración de Trump sobre su plan de retirar las fuerzas estadounidenses de Siria y las insinuaciones sobre la posibilidad de una amplia acción diplomática estadounidense en el Medio Oriente.
El acuerdo enfatiza que los kurdos son parte del pueblo y del país sirio, regulando su integración en el mismo.
Entre otras cosas, se acordó que las instituciones civiles kurdas se integrarán en las del nuevo régimen y que las fuerzas de las SDF se integrarán en el nuevo ejército y las organizaciones de seguridad. También se acordó la representación kurda en el sistema político y en las instituciones estatales y el regreso de los refugiados a las zonas de las que fueron desplazados bajo la protección del régimen.
Además, se señaló que el control de los cruces fronterizos, aeropuertos y campos de petróleo y gas estarán sujetos al control del gobierno, pero el portavoz de las SDF aclaró que en esta etapa no habrá cambios con respecto al control de la infraestructura energética y que las fuerzas del régimen se desplegarán solo en las fronteras con Irak y Turquía.
Las cláusulas del acuerdo deberán implementarse dentro de un año a partir de la fecha de su firma.

Como se mencionó, junto con la firma del acuerdo con los kurdos, numerosos informes en las últimas 24 horas afirmaron que al Sharaa está llevando a cabo negociaciones avanzadas hacia un acuerdo también con los drusos, pero en esta etapa no hay información oficial sobre el asunto. Los informes sugieren que el acuerdo supuestamente será similar al alcanzado con los kurdos y, en su marco, los diversos ministerios gubernamentales volverán a operar en Suwayda y las organizaciones de seguridad del régimen podrán desplegarse y operar en todo el distrito. Además, parece que las organizaciones armadas drusas se subordinarán a las organizaciones de seguridad y se integrarán en ellas, pero en esta etapa no está claro en qué forma.
La firma de estos acuerdos (si es que efectivamente se firma un acuerdo con los drusos) es un éxito significativo para el nuevo régimen. En primer lugar, permite neutralizar dos importantes centros de oposición que tenían el potencial de desestabilizar el gobierno. En segundo lugar, los integra en los procesos de rehabilitación y reconstrucción de Siria, contribuyendo así aún más a la legitimidad del régimen. También cabe señalar que las SDF controlan una amplia zona geográfica que incluye infraestructura de petróleo y gas, y que el control de esta zona también permitirá una supervisión más estrecha de la frontera con Irak y Turquía. El acuerdo también neutraliza, por ahora, las aspiraciones separatistas kurdas.
Para los kurdos, el acuerdo podría ser una forma de reducir la presión de Turquía, que busca distanciar a los kurdos de sus zonas fronterizas y limitar su actividad.
La firma del acuerdo con los drusos, si se produce, también es importante, ya que han sido una de las fuerzas más poderosas en Siria a lo largo de los años. El consentimiento de los líderes espirituales de Suwayda para trabajar junto al régimen puede calmar las tensiones no sólo con la región de Jabal al Druze, sino también con otras concentraciones drusas en el país. Esta medida también podría aliviar las tensiones con Israel y tranquilizar a Occidente respecto a la actitud del nuevo régimen hacia las minorías (especialmente en el contexto de los enfrentamientos de la semana pasada con los alauitas).
Sin embargo, la firma del acuerdo con los kurdos también plantea una serie de preguntas. En primer lugar, el acuerdo tal como se presenta es muy general. No contiene detalles en profundidad sobre ninguna de las cláusulas y es principalmente declarativo. Así, por ejemplo, no se menciona cuál será el estatus de los kurdos en el país ni si se preservará su estructura política y social y su autonomía. El acuerdo tampoco aborda a qué zonas se permitirá el regreso de los refugiados y las personas desplazadas ni si incluyen los territorios que Turquía y las fuerzas del autodenominado SNA [Ejército Nacional Sirio] han tomado en el norte de Siria. Además, no está claro cómo se distribuirán los beneficios de la explotación de los yacimientos de gas y petróleo en esta zona.
En segundo lugar, la postura de Turquía sobre el acuerdo sigue sin estar clara, como tampoco lo está su participación en su redacción, si es que hubo alguna.
Además, aunque el acuerdo establece que el Estado brindará protección a los desplazados, no está claro si esto está coordinado con Turquía y las fuerzas del SNA y si al Sharaa actuará contra ellos si no respetan el acuerdo.
Otra cuestión importante, que no está directamente relacionada con el acuerdo, pero sí con los acontecimientos en Siria, se refiere a la presencia estadounidense en el país y a las relaciones con Israel. Como se mencionó, hay indicios de que Estados Unidos tiene la intención de retirar sus fuerzas de Siria, y esto requiere una revaluación de la posición estadounidense con respecto a los kurdos y el nuevo régimen en Siria y su capacidad para influir en él después de su salida.
Con respecto a Israel, y a pesar de la tensión y las operaciones de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en Siria, es claro que también hay un cierto diálogo con el nuevo régimen. Esto es evidente en la intención de permitir que los trabajadores drusos trabajen en Israel, así como en el plan de permitir que 100 jeques drusos sirios visiten Israel.
Por último, y a pesar del optimismo que transmite el régimen de Al Sharaa respecto a la estabilización y rehabilitación del país, hay que recordar que la situación en Siria sigue siendo inestable. Al Sharaa aún no ha llegado a acuerdos con el SNA en el norte del país ni con los líderes de la 8ª Brigada en el sur. Además, y a pesar de las declaraciones sobre la derrota de los restos del régimen de Assad, todavía hay bastantes organizaciones locales de partidarios del antiguo régimen en Siria, y es probable que sigan operando en el futuro previsible. A esto hay que añadir el hecho de que Al Sharaa mantiene una postura relativamente moderada y pragmática en comparación con otras facciones en Siria, y no es seguro que éstas cooperen con él en lo que respecta a los derechos de las mujeres y las minorías, el acercamiento de Siria a Occidente, etc. Otra cuestión se refiere a las tensiones sectarias en Siria. Como se vio la semana pasada, no se espera que estos conflictos disminuyan pronto y es probable que sean un factor importante en la configuración de las relaciones intersectarias, interreligiosas y políticas en Siria, especialmente en el contexto de la intervención de varios estados en el país.