“Haz para ti un arca de madera de gófer; con compartimentos harás el arca, y la embadurnarás por dentro y fuera con brea”.
Libro de Génesis 6-14
Tomarse el buque.
Aún, siguiendo la orden divina, Noé no duda en que no hay opción. O embarcarse, tomar el buque y aprovechar el pasaje, o perecer en la oscura noche diluviana.
Más de 100 años construyendo la nave, y hacer saber a esta humanidad perdida qué, de no haber arrepentimiento caería sobre ellos un castigo letal, no parece suficiente a los ojos de los exégetas y también ante la vista divina.
Las aguas de Noé.
Noé, el hombre justo e integro, no intenta, como lo haría mucho tiempo después, el patriarca Abraham de confrontar con Dios. Discutir con la Divinidad la sentencia y el castigo.
Apelar. O rezar al Todopoderoso y pedir que la misericordia de lo alto, atempere la severidad del atributo de la justicia Divina.
Noé acata, pero calla.
Cómplice y participe.
El que calla otorga. Y el que no clama de alguna forma consiente y se convierte en socio y corresponsable.
Independientemente, de los yerros y de la degeneración ajena, la Torá que es enseñanza y guía también aquí marca el punto.
Salvación amarga.
Una salvación amarga. Sin endulzante. Hay algo que no termina de cerrar.
Y Noé queda atrapado y manchado en alguna forma. Aún por omisión, por no intentar suplicar para evitar el desastre global.
El judío en el tejado.
Aún hoy, como lo fue ayer, muchas veces en la vida, somos como un equilibrista, donde intentamos zafar (desentenderse o librarse de un compromiso o de una obligación) de muchas situaciones, observando los hechos, pero sin comprometernos.
Sin desafiar, ni hacer, y sin gritar. Sin irritar al dueño del lugar y de todo el juego.
Y sin intentar destapar ollas que huelen mal en nuestro ambiente comunitario.
Siendo suficiente, que no se metan con nosotros y con nuestras familias.
Reflexión final.
No puedo afirmar si es correcto mi análisis. O puede que sea parcial.
En este lugar del tópico abordado, la pregunta continúa tallando.
La decisión de cultivar un viñedo y la embriaguez posterior, pone de manifiesto que, como sea, algo faltó o falló en Noé.
Aun estimando, que era un hombre probo, y que el pecado y la culpa era de los otros.
Algo faltó en él y no cabe duda las más de las veces también en nosotros.
¡Shavua Tov!
¡Jodesh Tov!
Dr. Natalio Daitch