Banalizar el Holocausto en España sale gratis

En los últimos tiempos, sobre todo a raíz del comienzo de la guerra entre Israel y Hamás y también contra Hezbollah -no contra el Líbano, que está secuestrado por este grupo terrorista-, se ha puesto de “moda” entre los representantes de la izquierda europea banalizar el Holocausto y comparar al Estado de Israel con la Alemania nazi. 

La España “roja” de Podemos, Sumar y los socialistas no podía ser menos y se unió incondicionalmente a esta tendencia continental, sino global.

por Ricardo Angoso

Quizá los dos mayores campeones en antisemitismo en España son el ex vicepresidente de Gobierno y antiguo líder y fundador de Podemos, Pablo Iglesias, y la secretaria general de esta misma organización, Ione Belarra. Iglesias ha llegado a glorificar y sentir la muerte del terrorista palestino Yahya Sinwar, omitiendo que ordenó asesinar a palestinos sospechosos de colaborar con Israel y que fue el ideólogo de la matanza del 7 de octubre de 2023 en Israel, tal como ha denunciado la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE). Belarra, por otra parte, ha llegado a asegurar sin inmutarse que “Israel está implementando en Gaza su propia *solución final*, aplicando campos de concentración y el exterminio total de su población”.

Pero no solamente en el mundo político abundan estos juicios, sino que varios medios de comunicación, incluido el prestigioso diario El País, se han sumado a esta corriente, por llamarlo de alguna forma, y repiten los viejos clichés antisemitas. El periodista Joaquin Rábano ha llegado a escribir en varios medios que “Israel aprendió ciertas prácticas nefandas de los antiguos perseguidores de su pueblo: el genocidio y la reivindicación de un ´lebensraum´ o espacio vital. Es este un término utilizado por el régimen nazi a partir de 1933 para justificar la anexión de territorios y el exterminio de poblaciones en nombre de la supuesta falta de espacio por las fronteras asignadas a Alemania en el tratado de Versalles”. 

Según la definición de Antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, es antisemitismo establecer una comparación directa entre la política actual del ejecutivo de Israel y la Alemania nazi. Pero no solamente Rábano cayó en estas comparaciones, tal como veremos a continuación con varios ejemplos. Por ejemplo, el canal público de televisión en España -RTVE- y la radio del mismo ente, RNE, se llevan la palma en antisemitismo militante y en desinformar acerca de lo que está sucediendo en Israel. El enviado de este canal de radio a la región, Fran Sevilla, ha llegado a escribir sin sonrojarse: “En la Alemania nazi había alemanes que se oponían a Hitler y al genocidio de los judíos, pero la mayoría de los alemanes aplaudía o callaba. En Israel hay israelíes que se oponen a Netanyahu y al genocidio de los palestinos, pero la mayoría de los israelíes aplaude o calla”. El comentario, desde luego, no tiene desperdicio y es una buena muestra del odio que se insufla desde los medios del Gobierno español hacia Israel.

Pero, evidentemente, quien se lleva el gran “premio” en antisemitismo son los partidos Podemos y Sumar, en que uno de sus representantes, el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, exigió a las empresas españolas que señalen como “procedente de asentamiento israelí” y no como “producto de Israel”, a los artículos que proceden de los territorios en disputa. La Federación de Comunidad Judías de España consideró, en su momento, que tal exigencia supone un llamamiento encubierto al boicot comercial contra Israel, un país amigo y aliado. Quizás lo próximo que proponga el ministro sea señalar a los judíos, de nuevo, con una estrella amarilla.

La ya citada Belarra fue aún más lejos y llegó a comparar “lo que hace Israel” con las cámaras de gas de los nazis. Declaraciones realizadas en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, sin que nadie presentara una enérgica protesta o una moción de rechazo a tales declaraciones. Estos dos casos son especialmente graves, porque ambos partidos apoyan y gobiernan en el ejecutivo de Madrid y reflejan, en cierta medida, la visión oficial sobre el conflicto que se sucede en Oriente Medio. Además, como recuerda la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA), de la que España forma parte desde el año 2008 y cuya pertenencia refrendó el gobierno en 2020, “aplicar un doble rasero al pedir a Israel un comportamiento no esperado ni exigido a ningún otro país”, es antisemitismo.

También varios medios de comunicación, como Ara, El País, La Razón, Diario de Noticias de Álava y Berria, han publicado viñetas antisemitas en sus páginas en la misma sintonía que los materiales reproducidos en esta nota. Paralelamente, aparte de estos hechos ya de por sí graves, en los últimos meses han aumentado las pintadas, ataques, ultrajes de símbolos judíos y otros actos de carácter antisemita en España, que han sido denunciados por la FCJE y que no han requerido la debida atención por parte del ejecutivo español. Otro aspecto que debemos reseñar es el ambiente en las universidades españolas, totalmente tomadas por grupos propalestinos, y donde abundan las algaradas, pintadas y manifestaciones antiisraelíes, blandiendo muchas veces banderas palestinas y coreando lemas antisemitas, como el manido “desde el río hasta el mar”, un llamado a borrar del mapa a todos los judíos de Israel que nació de la frustración árabe en los años sesenta y rápidamente se extendió en Europa. Existe una suerte de hilo conductor entre la extrema izquierda europea y el radicalismo islámico que converge en la causa palestina menos democrática, como es el caso de Hamás, y que se proyecta en casi todas las acciones de supuesta “solidaridad” con Palestina.

Como reflexión final, hay que reseñar que, paradójicamente, aunque los israelíes han sido las principales víctimas del ataque terrorista de Hamás contra Israel el 7 de octubre y a los que se sumaron después los de Hezbollah e Irán, el antisemitismo ha resucitado con fuerza en una buena parte del planeta y los ataques contra los judíos se suceden en varios países  del mundo, incluyendo a nuestra civilizada Europa. La banalización del Holocausto es parte de esta nueva “cultura” antijudía tan en boga en la izquierda más radical. El antisemitismo, ese viejo fantasma bien conocido que tiñó de sangre nuestro continente en el pasado, regresa de nuevo con fuerza.