“Apareció a él el Eterno en Elone Mamré, y él estaba sentado a la puerta de la tienda a pleno calor del día“.
Génesis (Vayerá Apareció) 18-1
Jesed.
Todo se inicia con Jesed o actos de bondad. Abraham, aun recuperándose de la circuncisión, no desea perderse la oportunidad de recibir visitas. Hospedar huéspedes, y poder hacer aquello que él mismo personifica.
Con Jesed fue creado el mundo. Con esa luz que luego D’os ocultó. Algunos distinguidos rabinos explican que esa luz se oculta tras las letras de la Torá.
En el árbol Cabalístico también la dirección de como la luz sin fin va llenando las diferentes esferas o sefirót (atributos o potestades) tiene un movimiento inicial hacia la columna de la derecha.
D’os mismo sabe que el mundo no puede mantenerse por la vara del rigor o del juicio severo. Ya que el ser humano jalado por su parte material siempre está condenado a caer de alguna manera en el pecado sea en pensamiento, palabra o acción.
D’os visita a Abraham, como nosotros visitamos a un enfermo. El Jesed o cualidad de Abraham deslumbra a la Divinidad que encuentra su espejo o su imagen en sintonía con el objetivo primordial para lo cual este mundo fue creado.
Es decir, el Jesed superior que busca al Jesed inferior.
Paciencia y valentía.
Mi madre Aida K. de Daitch Z”l siempre me repetía que, para poder vivir en este mundo, toda persona debe combinar estas dos virtudes de la valentía con la paciencia.
Abraham muestra que también ha cultivado ambas cualidades. Sabe esperar, para poder hacer mitzvot (cumplir preceptos), y por el otro lado y en otra circunstancia, muestra valentía suprema, al tener que rescatar a su sobrino Lot que fue tomado cautivo en la guerra de los 4 contra los 5 reyes.
Final.
Abraham o padre elevado, su destino se ubica más allá de las influencias de los astros y estrellas y de toda lógica.
Es el primer Patriarca y marca el camino cuyas huellas, cada judío de acuerdo a su nivel debe seguir en el derrotero de la existencia terrenal.
El Primero de los tres Patriarcas, muestra dentro de sí mismo las tres virtudes que todo hebreo debe intentar desarrollar. Hablamos del “combo perfecto”. O el epítome o aquel que representa la belleza de la creación o lo más sublime o elevado a lo que se puede apuntar.
Entiéndase, correr para ver cómo puedo ayudar al prójimo sin esperar ser solicitado. La paciencia que se fundamenta (anclada) en la fe profunda o visceral y en la confianza de sentirse acompañado por la Divina Presencia, y lo último, en ciertas circunstancias sacar fuerzas de donde no parece que ahí hubiera y transformarme en un guerrero liberador y honesto y ético.
Shabat Shalom!
Dr. Natalio Daitch