Ricardo Sánchez Serra. *
Los grandes males que afectan el cerebro y a la humanidad, son los fake news, la desinformación y la censura. Y el daño que causan en el corto y mediano plazo son prácticamente irreversibles. No tengo estadísticas a la mano, pero es seguro que circulan más noticias falsas que verdaderas o más personas que difunden información falsa, que de ciudadanos honestos
Jean Jacques Rousseau, dijo: “Por más grosera que sea una mentira, señores, no teman, no dejen de calumniar. Aun después de que … (se) haya desmentido, ya se habrá hecho la llaga, y aunque sanase, siempre quedará la cicatriz”.
Preocupante para la supervivencia de la humanidad es la falta de virtudes, la decadencia moral, que la azota desde hace muchos años. La gente no lee, la educación está francamente devaluada, y los índices de comprensión de lectura son claramente preocupantes, por lo que es fácilmente engañada y manipulada. Y qué alegría les da a los facinerosos, a los creadores del mal, que gozan desinformando. Es algo patológico.
Direccionamiento ideológico
Pero esta campaña maligna no es gratis, hay detrás, aparte del direccionamiento ideológico, miles de millones en los bolsillos de sus creadores, mientras utilizan a tontos útiles en su difusión y descerebran a las personas, porque le dicen a la gente cómo tiene que pensar, porque es una herramienta para desprestigiar al adversario, es una forma de esclavitud mental.
Todo se agrava con la Inteligencia Artificial, que desde ya tiene que ser regulada y el denominado “periodismo ciudadano”, que actúa en las redes, que, si bien es un derecho humano el expresarse, un pensamiento de un intelectual o de un premio Nobel, circula horizontalmente, es decir, en el mismo nivel, con el de cualquier persona y como diría Umberto Eco: “Las redes sociales le dan el derecho a hablar a legiones de idiotas”. En este sentido también contribuyen la difusión de hechos del denominado “radio bemba” o por el “teléfono malogrado”, sumamente populares y rápidos en el vertimiento de la desinformación.
Lavado cerebral
Pero, ¿estamos derrotados ante esta invasión de fakes y desinformación? Parecería que es una batalla perdida, más no la guerra perdida. Como ejemplo, recuérdese que la justificación de la invasión a Irak fue que Hussein poseía armas de destrucción masiva y de largo alcance. Se tuvo hasta la osadía de presentar al Consejo de Seguridad de la ONU pruebas infundadas. Muchos aplaudieron la invasión y hoy se arrepienten, pero tarde. Vemos hoy a un Irak como un Estado fallido, sin futuro. Y el mundo que aplaudió ¿en dónde está? ¿Qué hace por reparar el error?
Hay una frase el que golpea primero, golpea dos veces. Y en el caso de la intervención militar especial de Rusia en Ucrania, la gigantesca propaganda occidental, el bombardeo ininterrumpido de fakes y desinformación, más la censura a los medios de comunicación rusos, han provocado que se haya lavado el cerebro y que la gente no crea en la verdad, ni en la realidad de lo que acontece. Es más, en general creen en la desinformación y, o no buscan otras versiones, o les cuesta encontrarlas. Muchos ya están ideologizados y ya no escuchan, ni ven fuentes independientes.
Experiencia personal
Y ese violento atentado contra la verdad de lo sucedido, que era la protección de la heroica población del Dombás, es tergiversado con los fakes y la desinformación, a tal punto que muchos, en general, y algunos intelectuales en particular, no les interesa, ni quieren entender que la guerra no se inició en febrero del 2022, sino en el 2014 con el derrocamiento del presidente Yanukovich -instigado por la OTAN- o en un principio con la expansión de la OTAN, que faltó a la palabra prometida, “ni una pulgada hacia el Este”, tanto del presidente Bush en 1989, como del secretario de Estado James Baker en 1990, ambos al entonces presidente Gorbachov.
Aquí, me disculpan, por favor, tengo que hacer un paréntesis, voy a contarles una experiencia personal, aunque no me voy a salir del tema: estuve a fines de marzo en el Dombás, Donetzk, Lugansk y Mariúpol. Estuve con los soldados rusos a 15 kilómetros del frente. Ellos estaban con la moral muy en alto. Decían que estaban allí porque la causa es justa y para que la guerra no llegue a sus casas. “Rusia no empieza las guerras, las finaliza”, aseguraban. Que estaban orgullosos de sus oficiales, porque estaban en el frente con la tropa, dando el ejemplo y levantándoles el ánimo.
Que no les importaba que los franceses y otros países europeos envíen sus tropas. “Los derrotaremos al igual que a Napoleón y a su formidable ejército. Total, desde el 2014 se escuchaban las conversaciones de los militares ucranianos con otros países en inglés, francés, alemán y polaco, indicaban.
¿En dónde se ha publicado esta verdad, pregunto?
También conversé con gente de la calle en Donetsk y Mariúpol, que les pregunté cómo veían al ejército ruso y unánimemente contestaban como un “¡ejército libertador!” Pregunto ¿en qué medio occidental se ha publicado estos testimonios?
Y me emocionó más entrevistarme con los estudiantes universitarios, en verdad auténticos patriotas, que prefirieron quedarse, estudiar con penurias a distancia, a veces sin luz y agua por los bombardeos ucranianos; sin embargo, prefirieron quedarse para reconstruir la región y no irse, que era lo más fácil. “Somos el corazón de la República, tenemos que quedarnos para defenderla y restaurarla. Queremos la victoria para lograr la paz”, dijeron.
Y, asimismo, visité el hospital Traumatológico de Donetsk, muy triste hablar con los niños con ojos vendados y que habían perdido ojos y dedos de las manos, debido a que los ucranianos mediante sus drones tiraban minas personales a los parques o sitios públicos. Y ¿quién habla de esto? ¿Quién informe sobre estos crímenes de guerra?
¿En dónde está la prensa de los países que se dicen cuna de la libertad, de los derechos humanos, de la libertad de expresión?
Disculpen que les transmita esta dolorosa experiencia. Tenía que hacerlo.
Desinformación
Volviendo al tema de la conferencia en sí, como se ve, en general, el panorama es preocupante. De otro lado, algunos personajes de gobiernos utilizan un ejército de “trolls” para desprestigiar a la oposición y es peor en campaña política, difamando al adversario y ese “miente, miente que algo queda” da a la población una falsa percepción de la realidad, y que puede llegar a una convulsión social, como hizo la izquierda radical peruana contra el presidente Manuel Merino en noviembre de 2020, quien tuvo que renunciar.
Esta desinformación fue provocada, pero hay otras desinformaciones que son negligentes, no intencionales, por falta de comprobación, cuando por ejemplo un congresista peruano anunció la muerte del expresidente Valentín Paniagua, que pidió hasta un minuto de silencio en honor del supuesto fallecido, en 2006, cuando aún el exmandatario no había muerto.
Trabajaba en la Embajada de Argentina en Lima, en la década de los ´80, y recibíamos los comunicados sobre la Guerra de las Malvinas y hasta un día antes de la rendición, decían que iban ganando. Recuerdo también que hubo un ofrecimiento soviético de vender a Argentina 100 aviones Mig, que la Junta Militar Argentina agradeció y rechazó y que el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres expresó que ese ofrecimiento era “poco probable”.
Y, lo grave, además, que en la época de pandemia Covid-19 se desinformara sobre la enfermedad y se desprestigiara la vacunación, causando miles de muertos, y esto último fue orquestado para desacreditar a una vacuna que iba a salvar vidas.
Responder golpe por golpe
Ejemplos de graves daños que causa la desinformación a la salud, de desprestigio a personajes o a una nación, no faltan.
No hay duda que los fake y la desinformación son poderosos enemigos, pero que hay que derrotar con inmediatez y responder golpe con golpe, no solo utilizando fuentes confiables y con reputación, como pueden ser algunos medios de comunicación, personalidades o agencias; sino, asimismo, utilizando un ejército de trolls, es decir, mucha gente que desmienta en las redes a los que nos denuestan, no atacando a los mensajeros, sino los conceptos en forma alturada y siempre con la verdad. La batalla tiene que ser multidisciplinaria, en donde intervengan profesionales del periodismo, sociología, psicología social y hasta expertos tecnológicos.
¿Acallar a Tolstoi, Pushkin o Dostoievsky?
Volviendo al tema de Rusia. ¿Cómo revertir la rusofobia, que ha llegado a extremos insólitos, paranoicos, censurando, la cultura, el arte, la literatura y hasta el deporte y la visión del ruso como persona, qué, por supuesto no es de ahora, sino que se arrastra por siglos, por desconocimiento y hoy por el solo interés de desprestigiar y desinformar? Será sin duda un trabajo arduo, que cuente con estrategia personal de acercamiento, de eliminar los prejuicios, de responder a la censura con más arte y porque a Tchaikovsky, Tolstoi y a Pushkin nunca podrán desaparecerlos, como tampoco su historia, sus épicos personajes, su solidaridad con los pueblos, ni sus contribuciones a la humanidad.
¿En quién creer?
Al fin y al cabo, la verdad se impondrá, mejor temprano que tarde, pero la verdad también necesita ayuda, necesita promoción. El silencio, la indiferencia y el dejar pasar, no ayudan en nada. La humanidad ha vivido siempre prejuiciada, desconfiada y solo demostrando virtudes, hechos positivos, con la verdad como insignia, podremos cambiarla y asegurar un futuro mejor. Sé que lo que digo es algo romántico, pero con algo podemos empezar.
Es obvio que entre las recomendaciones sería contrastar las informaciones y mejor si acudimos a medios de información o agencias serios. Sería ideal. Pero ¿a cuáles? ¿Quedan algunos que eran prestigiosos? Estos tendrán que reinventar su credibilidad, reestudiar y aplicar sus códigos éticos y demostrar que han purgado sus pecados. Esto aplica, asimismo, a sus periodistas.
Y, lo más importante, es que nosotros mismos demos el ejemplo de profesionalismo, virtuoso en la vida pública como en la privada, para que nos consideren como un referente y que nuestra palabra sea respetada y considerada. Darle más educación y cultura a la gente es una inversión intangible y como decía el insigne argentino Manuel Belgrano: “Un pueblo culto nunca puede ser esclavizado”.
*Premio mundial de periodismo “Visión Honesta 2023”
Conferencia brindada en el Forum “DIALOG ABOUT FAKES 2.0”. en Moscú, noviembre 2024
Fotos del autor de la nota