Licencia Creative Commons.

Luego de la Guerra de los Seis Días, el arqueólogo Najman Avigad, reveló la “ancha muralla” que estaba 12 metros bajo tierra, en el barrio judío de la ciudad antigua de Jerusalén. Dicha muralla había sido construida por el rey de Judea Ezequías, en el siglo VIII A.C para enfrentarse a la envestida de Senaquerib, rey de Asiria.

Esta revelación puso fin a las eruditas discusiones de arqueólogos israelíes sobre el tamaño de Jerusalén en la época del primer templo y arrojó luz al Salmo 122: “Nuestros pies estuvieron dentro de tus portones, Oh Jerusalén. Jerusalén, que se ha edificado como una ciudad que [sus dos partes] están bien unidas entre sí”. Durante la época del primer templo, Jerusalén unía pues dos montes amurallados, el Monte Oriental y el Monte Occidental al Monte del Templo. El salmo denota la alegría de los peregrinos al llegar al Jerusalén y ver las ciudad unida.

El salmo fue asociado inevitablemente con el sentimiento popular judío en el tiempo que Avigad llevaba a cabo sus excavaciones arqueológicas, luego de la Guerra del 67׳. El tercer día de la guerra, las Fuerzas de Defensa de Israel lograron reunificar Jerusalén Oriental con Jerusalén Occidental, 19 años más tarde que la legión jordana conquistase el barrio judío en la Guerra de Independencia. Este tipo de asociaciones históricas son perlas del restablecimiento de la soberanía judía en la tierra de Israel.

Pero… ¿Y el precio? ¿Cuántos jóvenes se quedaron con 18 años para la eternidad, en las guerras de Israel, para hacer posibles estos triunfos? ¿Qué hay de todos aquellos padres que un instante se les destruyó el mundo? ¿Cuán alto ha sido el precio que pagó el pueblo judío, la sociedad israelí, decenas de miles de familias, para que podamos vivir como ׳un pueblo libre en su tierra׳, en un estado judío real- democrático? La respuesta no se emana de una leyenda, sino de los últimos capítulos de la historia de un pueblo milenario. Es una historia tan nacional como personal, tan épica como humana, tan audaz como justa.

No basta, no. No basta con el anhelo de 2000 años de volver a Jerusalén: “Si me olvidase de ti, Oh Jerusalén, que se olvide mi diestra” (Salmos 137, 5). No basta con guerras, con terror, con miedo. No basta con el poder ni con la fuerza. No basta con sentir que aquella que podría haber sido, no fue, no está más. No basta con el dolor.

Hoy se celebran 73 años de una independencia que no fue ׳entregada en bandeja de plata׳ (Alterman), una historia que año a año profundiza el entendimiento de una epopeya contemporánea, el renacimiento del pueblo del libro en su madre patria, en la tierra de la Biblia. La trama se erige sobre sangre, lágrimas, dolor, oración, anhelo, liderazgo, decisiones humanas, héroes, inmigrantes, filántropos, políticos, alegrías, tradición, visión, sueños, profecía, resiliencia, raíces, ciencia, defensa, tecnología, innovación, amor, desafíos, tenacidad, espíritu, batalla y por sobre todas las cosas, la esperanza de poder construir un futuro mejor para un pueblo que lo necesitaba.

“¿Qué otra cosa eras Israel, sino esa nostalgia, sino esa voluntad de salvar, entre las inconstantes formas del tiempo, tu viejo libro mágico, tus liturgias, tu soledad con Dios? No así. La más antigua de las naciones es también la más joven” (Borges).

Borges en el Kotel (Muro de los Lamentos).

¡Qué daría por una tertulia contigo Borges! Sobre aciertos y desaciertos, desafíos, amenazas y principalmente oportunidades de esta joven nación. Quiero compartir contigo que a los 73 años Israel ha recibido 3.3 millones de inmigrantes y que la riqueza cultural del país al día de hoy no es menos que emocionante. Tiene el índice de natalidad más elevado de Occidente- 3.1 hijos por pareja, lo que conlleva un crecimiento demográfico lleno de complejidades sociales. Su ejército obligatorio sigue siendo un pilar, pero no impide que la cantidad de voluntarios per cápita en la sociedad civil, sea la más elevada del planeta. Los sucesivos gobiernos siguen haciendo las paces con sus vecinos de Medio Oriente – paces abrahámicas que transformarían a este pequeño país en el centro económico de la región.

Ya hoy es una de las economías de innovación más avanzadas del mundo, gracias al riquísimo capital humano de su gente. El auge en ciencia y tecnología ha sido fantástico, no solo en agricultura y manejo de aguas, sino también en su industria aeroespacial, ciberseguridad, telecomunicaciones, software, internet de las cosas, biotech, medtech, autotech, fintech y tecnologías de impacto social para el bien de las sociedades humanas. La población se ha multiplicado por 11 y el Producto Interno Bruto por 35.

En términos generales podemos decir que hay una mejora en lo que atañe a la sustentabilidad, así como a la ruta hacia la igualdad de género, pero falta aún. La principal amenaza a nivel de seguridad es Irán y Hezbollah. No hemos logrado aún fijar nuestro límite oriental, ni hacer las paces con el pueblo palestino. El 45% del pueblo judío es ciudadano de su tierra ancestral bajo un régimen democrático y liberal, que aboga por las libertades de todas sus ciudadanas y ciudadanos.

Hemos ido a cuatro elecciones consecutivas los últimos 2 años y parece que nos estamos  encaminando hacia una quinta contienda electoral, lo que muestra a las claras que estamos sumidos en una crisis compleja del sistema político. El COVID-19 se cobró más de 6 mil vidas hasta que la curva se aplanó, parece que seremos de los primeros en salir definitivamente, ya hace días no se han registrado muertos. Israel fue reconocida mundialmente por su estrategia de vacunación.

Es inconcebible que sigan habiendo tantas diferencias entre las zonas céntricas y las zonas periféricas en un país tan pequeño e innovador. La solidaridad social ha decaído, y estamos más desafiados por el odio entre hermanos que por el programa nuclear del Ayatola Khamenei. El pacto estratégico con los EE.UU. es fuerte y consistente, mientras que China es un mercado de exportación creciente.  Las relaciones exteriores de Israel están en auge, y no solo con nuestra querida Latinoamérica.

¿Cómo lo analizas tú Jorge Luis? Siempre te consideré un pensador relacionado al renacimiento nacional del pueblo de Israel. Desde que te fuiste, hace falta tu pluma para ver el mundo con mayor claridad.

A mi forma de ver, con toda humildad, creo que está intacta la esperanza de seguir haciendo las paces con los vecinos de la región, así como la esperanza de encontrar los mecanismos políticos, espirituales y tecnológicos para mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos, y seguir aportando nuestro granito de arena para el buen desarrollo de la humanidad. Mientras tanto te propongo un brindis, por un sueño de generaciones hecho realidad, por la transformación de amenazas en oportunidades, no por la fuerza sino por el espíritu, por Israel y por todo el mundo, ¡Salud! ¡Lechayim Borges!

Roni Kaplan es partner en la plataforma de noticias Aurora-Israel. Director Ejecutivo y Co-fundador de Conexión Israel, que conecta entre Latinoamérica es Israel. Es portavoz para la prensa hispanoparlante en la reserva de las Fuerzas de Defensa de Israel, donde sirvió durante una década hasta el año 2015 en diversos puestos. Asesor del Ministerio de Exteriores de Israel.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.