Winston Churchill y su otro perfil oscuro

8 abril, 2021 ,
Winston Churcill - Foto: Wikipdia - Dominio Público

Entre los seis millones de masacrados toda mi familia Rubin ha sido parte de ese horror, salvo mis padres que han sobrevivido, de lo contrario yo no estaría aquí. Mi homenaje, mi no olvido, mi no perdón, es escribir una y otra vez acerca de lo que ha acontecido en esa Maldad única que ha sido el asesinato de niños, bebés, madres, ancianos, jóvenes de manos de la inhumanidad de Hitler y sus secuaces, ni siquiera puedo nombrarlos bestias por respeto a los animales y mi amor que profeso por ellos.

Lo que estos sujetos han sido y han hecho aún queda como un acto improferible, no hay palabra humana que alcance a explicar ni entender tal grado de crueldad.

En esta oportunidad me he detenido a analizar la figura de Winston Churchill, dando a ver y poner al descubierto una faceta poco conocida de él y que la historia quiso tapar y recordarlo como un gran héroe de la Segunda Guerra Mundial, cuando en verdad ponemos al descubierto sus motivos non santos, oscuros que lo llevaron a hacer un pacto ominoso y secreto con el diablo, nos referimos a Adolf Hitler.

Winston Churchill tiene una cara oculta, esos puntos oscuros que en los principios de la guerra lo acercaban más a la figura de Adolf Hitler en vez de separarlo y diferenciarlo de él, y esto se debió a pactos y alianzas secretas con el caudillo nazi.

Winston Leonard Spencer Churchill nació el 30 de noviembre de 1874 en el palacio de Blenheim. Su madre norteamericana es hija del director del diario New York Times. Su primera infancia transcurre en Dublín junto a su abuelo John Churchill, duque de Malbouough y virrey de Irlanda. Luego ingresa en la Academia Militar de Sandhurst por recomendación de su padre. En 1911 es nombrado lord del Almirantazgo de la flota británica.

Ejecutando esa función durante la Primera Guerra Mundial es responsable del desastre militar en el desembarco de Gallípoli que le cuesta la vida a miles de soldados británicos, y debido a ese error es removido de su cargo. Más tarde será nombrado ministro de Guerra y Aeronáutica.

Se lo reconoce como un gran racista, en especial contra la población negra amén de su odio manifiesto por la Unión Soviética. Sostenido por ese gran afecto de aversión a los rusos es que intenta impulsar el rearme de Alemania para que esa nación batalle contra los bolcheviques a pesar de que el tratado de Versalles lo prohibía. Le importó sostener más su odio contra los rusos que tener en cuenta que se estaba aliando con un gran monstruo camino a conquistar Europa, destruirla y masacrar en cámaras de gas a la población judía, mientras que Churchill sólo piensa en el rédito económico en cuanto al petróleo de los Urales, y se pronuncia frente al pueblo inglés con un consuelo cínico diciendo “sólo puedo ofrecerles sangre, sudor y lágrimas”.

Tras el desmembramiento del Imperio Otomano luego de la Gran Guerra, hace que se desencadene el conflicto con el Medio Oriente y esto afectaba directamente a los intereses petroleros de los británicos. Entonces, debido a la intervención de Churchill se divide el reino de Irak donde por un lado corona a Feysal como su rey y por otro lado Transjordania pasa a ser dirigida por el Emir Abdullah, hermano del primero. Dirá al respecto el historiador Carlos De Napoli: “estos acuerdos a favor de la causa árabe y que perjudicaban a la minoría judía asentada en Palestina son el origen del actual polvorín sobre el que se asienta la zona”, de su libro El pacto Churchill-Hitler  editado en 2007.

Negocios son negocios y tal es la ambición desmedida de Churchill, no sólo en su función como político, sino también a título personal debido a un ego desmedido, y este afán por nutrirse de petróleo y no arruinar las relaciones comerciales con los países árabes hace que se prohibiese luego ingresar a los pobres y desahuciados judíos de Europa y poder salvar sus vidas de las cámaras de gas.

El Reino Unido carece de petróleo, se abastece de él a través de la petrolera Shell que lo transportaba desde Medio Oriente. El único inconveniente era que el dueño de la empresa, Marcos Samuel era un judío en el que Churchill no confiaba. Al descubrirse el petróleo en Irán, la Burma Oil, se transformaría en Anglo-Persa, y en la actualidad es la British Petroleum, pasando a ser la petrolera más grande del mundo, “creada como consecuencia de un notorio acto de antisemitismo del primer Lord del Almirantazgo” en las palabras de Carlos De Napoli.

Vemos así como a través de conflictos ficticios y de crear inestabilidades económicas amén de pánicos sociales, tienen por finalidad reforzar y colmar las arcas de los grandes monopolios mundiales. Aconteció durante la Segunda Guerra Mundial y se vuelve a repetir hoy en día con el ataque a las Torres Gemelas donde el precio del petróleo en esa oportunidad duplicó su valor. Y en el presente estamos a la espera de cómo se habrá de barajar la economía mundial efecto de las secuelas que nos dejará el COVID-19.

Volviendo a Wiston Churchill podemos señalar que en tal grado es racista que, en 1910, siendo ministro del Interior del partido Liberal, propuso esterilizar a más de 100 mil personas a quienes declaraba ser “débiles mentales y degenerados morales”, y desde esta perspectiva eutanásica bien podemos decir que su discriminación va de mano sin diferenciarse de las mismas disposiciones asesinas autorizadas por Hitler a la propia población alemana.

Y es así como Churchill “incluye a Hitler entre las grandes figuras del siglo”.

Ya en 1935 Churchill está al tanto de las masacres que los nazis estaban cometiendo contra los judíos y no seguidores del régimen nazi, ya sea comunistas, intelectuales, periodistas, ante lo cual él hace silencio y acota diciendo “el odio a los judíos lleva por lógica transición a un ataque a las bases históricas del cristianismo”, hecho que no le afecta dada su condición de protestante.

Lo pensamos como una figura acomodaticia según los intereses económicos, inescrupuloso, racista y hasta me atrevería a conjeturar también antisemita.

Enaltece la persona de Hitler “considerándolo como una de las grandes figuras cuyas vidas han enriquecido los anales del género humano. Tal puede suceder con Hitler”, escrito en 1935 en su libro Grandes Contemporáneos, palabras que me resuenan de un tenor y un grado insoportables.

Ya en el límite de la hipocresía y cuando las bombas caen sobre Londres es recién ahí donde podrá evaluar la barbarie asesina de su Hitler tan admirado y que, a pesar de tanto trato adulador, Londres no se salvaría de ser invadida.

Los intereses económicos y las codicias personales hicieron que dos figuras tan antagónicas como las de Churchill un descendiente de la más rancia nobleza británica y el hijo de un oscuro burócrata, nos referimos a Hitler, hicieran que a mediados de 1941 firmaran un acuerdo de paz en secreto a espaldas de la Unión Soviética para arrebatarle el preciado oro negro, su petróleo, uniéndose de forma inescrupulosa ya sea por odios raciales, el odio a los comunistas y yo agregaría por un odio soslayado de parte de Churchill hacia los judíos dado que el de Hitler era totalmente manifiesto ya establecido en 1923 en su libro Mi Lucha. Y este acuerdo hizo que la guerra ya perdida luego de la derrota de los nazis en Stalingrado continuara dos años más prolongando sus horrores, tanto a los capturados como al propio pueblo alemán ya hambreado y destruido por sostener el afán de grandeza de su Führer.

Cuando Alemania invade Polonia el 1 de septiembre de 1939, Francia e Inglaterra, dos días después le declaran la guerra al Tercer Reich. Este cambio de posición por parte de Churchill se debió por cuidar los intereses de Imperio Británico y no por fines humanitarios ni patrióticos, dado que el peligro residía en que con la invasión a Polonia los nazis accederían al petróleo de Rusia y Medio Oriente y que entonces Inglaterra quedaría desbastada de él ya que toda su industria había dejado de usar el carbón y lo reemplazó por el uso de petróleo. Esta declaración de guerra por parte de los británicos sorprendió a Hitler, dejando al descubierto que ambos líderes eran motivados y movidos por intereses económicos y no por pactos, ni éticos ni de solidaridad.

Las guerras, las epidemias, dan a ver las peores miserias humanas, ya sea por codicia, ya sea por discriminación, que igualmente detrás de ellas no dejan de tener un motivo de saqueo y robo como lo ha sido en cuanto a los judíos enviados a las cámaras de gas o echados de sus casas que fueron apropiadas por el régimen alemán cuanto no saqueados por sus propios vecinos. Entonces, hace que caigan las máscaras tanto de los gobiernos como de las personas mostrando su esencia, y de esas debilidades y mezquindades es de lo que los sujetos se embeben tanto de la ideología nazi como de los dogmáticos fundamentalistas del presente. Sobre este trasfondo de las miserias humanas delatadas es como Hitler las supo aprovechar dado que percibió que ninguna potencia estaría dispuesta a luchar o defender a países que no tuvieran con ellos afinidades culturales, comerciales o religiosas. Siendo así es como Chamberlain transmite por radio el 27 de septiembre de 1938, poco antes del la Conferencia y el pacto de Munich lo siguiente: “es horrible, increíble y fantástico que tengamos que cavar trincheras y preparar las cámaras antigás a causa de una disputa en un país lejano entre los pueblos de los que no conocemos nada”. Ingenuamente pensó que, por habitar en una isla, lo que acontecía en Europa continental no habría de salpicar con sangre al suelo británico, de la misma forma que el ingenuo y desinformado ex ministro de Salud de la Argentina que pensó que el COVID-19 venido de un país tan lejano, nos referimos a China, no afectaría a este país sudamericano.

A las pruebas históricas me remito, contra mentes insensibles, ignorantes y malvadas aún no se ha inventado ningún antídoto que las cure.

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