Este lugar, hoy museo y antaño la mansión que albergó el 20 de enero de 1942 a los “arquitectos” de la solución final, es también un homenaje póstumo al historiador Joseph Wulf, quien luchó hasta el final de sus días para demostrar y dar fe de la inequívoca ligazón entre el pueblo alemán y el Holocausto. Eso explica el olvido en que cayó su figura desde su inevitable suicidio.
por Ricardo Angoso
La mansión de Wannsee, que acogió a la conferencia de altos jerarcas nazis que “diseñaron” la solución final para el exterminio de millones de judíos de Europa, se convirtió en un museo memorial que hoy acoge una exposición sobre lo que significó esta reunión y los pormenores de la puesta en marcha de los planes genocidas de la Alemania de Hitler.
El 20 de enero de 1942 se reunieron altos funcionarios de los ministerios nacionalsocialistas del Reich y la SS en la Villa Minoux, a orillas del Wannsee. Bajo la dirección del comandante de la SS Reinhard Heydrich se negoció allí la realización organizada para la deportación y el asesinato de los judíos de Europa en los territorios ocupados de Polonia y Europa del Este. “Las actas de esta reunión de secretarios de Estado conservadas hasta hoy, documentan que la decisión de deportar a todos los judíos europeos de las zonas bajo dominio alemán había sido tomada ya previo a la conferencia al más alto nivel, es decir, por el Führer y Canciller del Reich, Adolf Hitler”, señala una publicación relativa a la Conferencia del Centro Memorial y Educativo de Wannsee.
La mansión, que había sido propiedad de un noble alemán que la vendió a una institución policial controlada por los nazis, pasó después de la guerra por varias manos, entre ellas las de los norteamericanos que liberaron Alemania, el Partido Socialdemócrata alemán y una institución educativa alemana, para acabar convertida, con el paso del tiempo, en el Memorial y Centro Educativo de Wannsee.

El lugar se convirtió en museo en el 50 aniversario de la celebración de la conferencia, en 1992, y desde entonces se ha convertido en un importante centro donde se imparten conferencias, se organizan exposiciones temporales sobre el Holocausto, se celebran actos relativos al tema y por donde pasan todos los años miles de personas, especialmente alumnos de colegios e instituciones educativas.
El lugar es también un homenaje póstumo al historiador judeopolaco Joseph Wulf, quien durante años luchó (1965-1971) porque este lugar se convirtiera en un museo para el recuerdo, la memoria y el estudio del papel de Alemania durante el Holocausto, algo a lo que las autoridades alemanas de entonces se negaron hasta que finalmente tuvieron que pasar muchos años para que se aceptaran las recomendaciones del difunto historiador. Wulf, que era una auténtico experto sobre el Holocausto y nos dejó 18 libros sobre la cuestión. Wulf se acabó suicidando desconcertado, olvidado, marginado e incluso amenazado por muchos alemanes que le consideraban un rencoroso judío incapaz de olvidar el Holocausto. La mayor parte de los editoriales le negaron, en aquellos años de desmemoria y olvido, la publicación de sus incómodos libros.
En su última carta a su hijo, David, Wulf escribió: “He publicado 18 libros sobre el Tercer Reich y no han tenido ningún efecto. Puedes documentar todo hasta la muerte para los alemanes. Hay un régimen democrático en Bonn. Sin embargo, los asesinos en masa caminan libres, viven en sus casitas y cultivan flores”. Dejó expresamente escrito en su testamento que nunca fuera enterrado en Alemania y actualmente sus restos descansan en Holón, en la costa central de Israel, al sur de Tel Aviv.
El historiador Nicolas Berg escribe que la obra de Wulf “marcó la ruptura de un tabú de Alemania Occidental”, colocando el Holocausto en el centro de su estudio de la Alemania nazi, a diferencia del enfoque de otros historiadores alemanes de la época, y utilizando un lenguaje directo. La violencia y el asesinato en masa habían sido objetivos del régimen, escribió, no un medio para lograr algún otro objetivo. Según Berg, los libros eran considerados en general importantes, pero los historiadores alemanes los menospreciaban por considerarlos poco académicos.
Fuente citada y consultada:
https://en.wikipedia.org/wiki/Joseph_Wulf#CITEREFBerg2015
En definitiva, la historia de Wulf y de esta casa de Wannsee son historias paralelas y ambas confluyen en el ejercicio, quizá todavía no resuelto en Alemania, de conciliar las responsabilidades colectivas de los alemanes en el Holocausto y la necesidad de mantener viva la llama del recuerdo y la memoria de las millones de víctimas provocadas por esa gran tragedia que fue la Shoah. Si todavía quedan algunos supervivientes de aquellos tiempos aciagos y terribles, cada vez menos todo hay que decirlo, es porque los aliados pusieron fin a la guerra y liberaron los campos de exterminio, descubriendo, atónitos, el terror, la muerte y los abominables crímenes perpetrados por los nazis. Si la guerra hubiera sido ganada por los alemanes, seguramente hoy no quedaría ningún judío viviendo en Europa y sus vestigios habrían sido destruidos para siempre, sumiendo en el olvido esa presencia milenaria en el continente. De aquello de lo que no se conserva ni siquiera un fósil, pensarían los nazis, es que realmente no ha existido.

LOS ALEMANES Y EL HOLOCAUSTO
Aunque en los últimos tiempos se han hecho notables esfuerzos en Alemania, como lo son la apertura de numerosos museos, instituciones y monumentos conmemorativos que nos recuerdan a las víctimas del Holocausto, todavía queda mucho trabajo en el ámbito educativo no solamente en Alemania, sino en todo el continente, pues el antisemitismo sigue presente en nuestras sociedades y lejos de ser una sentimiento atenuado con el paso de los años se retroalimenta con los viejos (y también los nuevos) argumentos justificatorios, tan falaces como miserables. La apertura de este centro memorial de Wannsee es una buena muestra de que Alemania ha hecho notables esfuerzos para superar estos viejos y nuevos prejuicios y preservar la memoria de los que ya no están.
Paradójicamente, el ataque del 7 de octubre contra Israel, en que fueron asesinadas 1.200 personas y secuestradas como rehenes otras 250, ha provocado actos, manifestaciones y protestas antisionistas que han derivado en puro y burdo antisemitismo, con quema de banderas israelíes, ataques a instituciones hebreas, incluyendo sinagogas, y agresiones a judíos indefensos en nuestras calles.
Por tanto, y en este contexto tan confuso que vivimos y donde no parecen haberse conjurado los fantasmas del pasado, conviene hacer una reflexión sobre cómo debemos afrontar y tratar, ahora que están desapareciendo por razones biológica los sobrevivientes de los campos de la muerte, el Holocausto y la importancia que tiene la pedagogía en este sentido. Y en ese camino, todas las instituciones y centros educativos tienen una responsabilidad fundamental.

El historiador historiador Francois Furet lo explicaba muy atinadamente: “Los crímenes del nazismo fueron tan grandes y resultaron, al final de la guerra, tan universalmente visibles que el mantenimiento pedagógico de su recuerdo desempeña un papel indiscutiblemente útil, y hasta necesario, mucho después de que hayan desaparecido las generaciones que los cometieron”. Así las cosas, y desde este punto de partida, educar acerca de lo que significó el Holocausto es fundamental par evitar caer en las trampas del pasado y también para afrontar un presente repleto de nuevas amenazas. Este museo de Wannsee es más necesario que nunca.
Fotos: del autor de la nota
Según se dice, el caso de Austria es mucho peor, es más, Alemania se pone o se ponía como ejemplo de ciudadanos muy concienciados con el mal absoluto que cometieron unos o permitieron otros, mientras que en Austria no hubo nada de esto. En cualquier caso, según se desprende de algunos hechos en la Alemania democrática tampoco es que estuvieran muy enterados del todo de lo que hizo la Alemania nazi, por ejemplo, además de lo que ocurrió con Joseph Wulf, muy parecido a lo que le ocurrió a Primo Levi en Italia, al que ningún editor quiso publicar su famoso libro por parecer demasiado fantasioso con las crueldades que narraba sobre los alemanes, no fue hasta 1978 que muchos alemanes pudieron saber por primera vez lo que realmente fue la Shoah, lo mismo que ocurrió en muchos otros países occidentales, gracias a la serie norteamericana de televisión Holocausto, una serie de ficción y más que parecida a una telenovela latina, pero en la que en unas pocas secuencias se logran ver algunas de las que ahora ya sí son más habituales imágenes de abusos y asesinatos de judíos en los campos de concentración.
También fue la primera vez que los españoles tuvieron la oportunidad de enterarse de lo que fue realmente el nazismo alemán. Esta serie, de la televisión norteamericana NBC, ganó ocho premios Emmy y se hizo muy famosa en todo el mundo, fue emitida en muchos países, en ella aparecía como protagonista la estrella norteamericana Meryl Streep, junto con el también muy conocido actor James Woods. En España se emitió en 1979, casi a la vez que en otros países, cuando España acababa de salir de la dictadura fascista y estaba en plena Transición democrática mientras grupos terroristas fascistas estaban asesinando al primero que se les cruzase por delante. La serie la emitieron de una tacada en una semana, todos los episodios en horario nocturno de máxima audiencia, algo insólito en España, nunca se había visto algo similar, y la mayoría de los españoles la tuvieron que ver porque se emitió en el canal público tve 1 cuando en España sólo existía este canal, y los españoles no son muy dados a leer libros ni hacer otras cosas durante el tiempo libre entre semana. Sin embargo, según un artículo de opinión que recordaba la emisión de esta serie en España, los dirigentes fascistas españoles que aun estaban encargados de la televisión decidieron que era mejor emitir seguidos todos los episodios de la serie para quitársela de encima lo antes posible, luego apenas hubo un debate de esos que no veía ningún español, o en esa época también en un documental de la BBC sobre la Segunda Guerra Mundial en las voces de doblaje en español minimizaron el Holocausto. Quizás intentaron hacer lo mismo con la traducción del título en español de la famosa y oscarizada película americana ¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Nuremberg), un título muy largo y muy enigmático, mientras que en inglés solo es «Judgment at Nuremberg», película de 1961 con estrellas como Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Marlene Dietrich, Judy Garland, o Montgomery Clift entre otros, es decir, poco o nada podrían manipular sin que se notase mucho.
En España no hubo examen de conciencia ni mucho menos los fascistas fueron juzgados por los varios crímenes lesa humanidad que cometieron, simplemente se pasó página o la izquierda pactó no hablar del asunto, para que el fascismo latente no apareciera de nuevo con su violencia o con un golpe de estado, o también durante la Guerra Civil en el bando republicano se cometieron varios crímenes que la derecha y los fascistas se encargan de recordar constantemente, que siendo tan especialistas en manipulaciones ya solo les falta que les den alguna excusa. En España no hay mucho antisemitismo fascista ni neonazis, eso no quita que algunos copien a sus admirados nazis alemanes y mantengan contactos con los neonazis de otros países. Uno de estos ejemplos entre los más “sorprendentes” ocurrió en el 2001 tras los atentados del 11-S a las Torres Gemelas de Estados Unidos, justo en aquel entonces en el mundillo o submundo de los neonazis, que en aquellos años todavía lo conformaban un número minúsculo o sin importancia, no fueron pocos los que en foros de internet lo celebraron y elogiaron a los moros del atentado porque iban contra el capitalismo americano o el que consideran de los judíos, pero desde entonces muchos se volvieron anti-moros, aunque algunos continuaron con sus viejas costumbres. Algunos de sus lideres iban a los países moros a lanzar sus arengas nazis contra Israel, como el líder americano del Ku Klux Klan, David Duke, que viaja frecuentemente a Irán como invitado en unos encuentros contra Israel y de negacionistas del Holocausto, o fue a la Siria de Al Asad justo antes de la guerra civil para soltar arengas contra Israel entre los vítores de los seguidores del régimen. David Duke luego era invitado por fascistas españoles para presentar sus libros. A unos pocos fascistas españoles de los más perturbados se les quedaron las viejas costumbres con carácter individual, uno fue el profesor gallego y ex-miembro del grupo ultraderechista español CEDADE, Huzman Hamza, antes Xosé Carlos Ríos (se cambió el nombre español a uno moro). La CEDADE fue una gran organización neonazi española, de las de antes cuando no pintaban nada en España, con la que se entretenían los fascistas y neonazis españoles más energúmenos, o los intelectualizados con grandes aspiraciones. El pintoresco Huzman se dedicaba a alabar en público a Bin Laden y al terrorismo yihadista, en los descansos en los que no era a Hitler, además publicaba en internet una revista para los neonazis, más bien dirigida a los sudamericanos, que tituló Handschar por la XIIIª División de Montaña SS Handschar formada por musulmanes de los balcanes que reclutó el líder Palestino Amin al-Husayni, el que al parecer encismaba a Hitler para que exterminase a los judíos también en Oriente Medio.