Una empresa de Israel crea los cultivos que necesitamos

BetterSeeds busca editar los genes de cultivos básicos para aumentar su disponibilidad y éxito. Foto: Kelly Sikkema/Unsplash

Por Naama Barak  

Uno de los principales desafíos que enfrenta hoy la industria de la agricultura es que no es lo suficientemente rentable y esto ocurre porque los campos en el mundo desarrollado están muriendo.

Agricultores de todo el planeta luchan por cultivar y vender sus productos y la escasez de alimentos es una amenaza real.

Una gran razón de estos problemas es el hecho de que muchos cultivos son cosechados a mano, una actividad que requiere mucha mano de obra y es costoso.

Con eso en mente, la startup israelí BetterSeeds busca cambiar de forma genética la arquitectura de muchos tipos de cultivos para permitir una recolección mecanizada.

Si bien esto suena demasiado científico, Ido Margalit, director ejecutivo y fundador de BetterSeeds, señaló un ejemplo común y exitoso: el kétchup: “Sin ese rasgo genético que se descubrió en los tomates hace unas décadas, no hubiéramos tenido ketchup o concentrado de tomate. Porque, ¿cómo es posible que se pague tan poco dinero por la salsa hecha con tantos kilogramos de tomates?”.

Para Margalit, la respuesta radica en el desarrollo de tomates industriales.

Los normales crecen en vides protegidas y no se pueden cosechar con una máquina pero el descubrimiento de un determinado rasgo genético les permitió a los tomates crecer en forma de arbusto en campos regulares para ser fácilmente cosechados de forma mecánica, lo que redujo los costos para que sea posible obtener salsa a un precio razonable.

“Las empresas de encurtidos buscan desesperadamente un rasgo similar que convierta a los pepinos en algo posible de cultivar en el suelo en el campo. Nosotros hallamos el gen que se puede editar con repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas (CRISPR) para permitir exactamente eso”, indicó el directivo.

Técnica ganadora del Nobel

La tecnología de edición genética CRISPR-Cas9 le valió a sus desarrolladores el Premio Nobel de Química 2020.
BetterSeeds está licenciando la tecnología de Corteva Agriscience y el Instituto Broad del MIT y Harvard.

“Es el avance científico más importante que probablemente cambiará el mundo de la medicina y la agricultura en los próximos años y también mucho más adelante. Ocho años atrás reconocimos que la agricultura se iba a enfocar en la mejora de las plantas con base en esta tecnología. Y entonces dijimos que mejoraríamos los cultivos básicos con CRISPR”, expresó Margalit.

En ese momento, la tecnología alimentaria no era un punto focal para los inversores como lo es hoy por lo que la empresa apuntó al sector del cannabis, que tenía muchos problemas que podían ser resueltos con CRISPR.

La encarnación anterior de BetterSeeds -CanBreed- usó la tecnología de edición de genes para brindar semillas de cáñamo híbridas estables y consistentes para cannabis de grado médico estandarizado.

En la actualidad, Margalit encabeza el foro de semillas de cannabis medicinal en la Asociación de Cámaras de Comercio de Israel, que acaba de lograr que el gobierno aprobara la exportación de semillas de cannabis de Israel.

Con el cambio de marca a BetterSeeds, Margalit y sus socios se enfocaron en los cultivos básicos, en particular el caupí (guisantes de ojos negros), la soja y otras legumbres.

El laboratorio BetterSeeds en el moshav de Givat Chen en el centro de Israel. Foto cortesía de BetterSeeds

Tijeras moleculares

Más allá de la percepción pública negativa de los alimentos transgénicos, Margalit explicó que las CRISPR no insertan genes externos sino que usan los que ya existen.0 en la planta.

“La edición de genes es comparable con unas tijeras moleculares que recorren el ADN de la planta y cortan partes en puntos predeterminados para recibir los rasgos positivos que le interesan. Es una tecnología precisa y fácil de usar”, profundizó .

Debido a que no se introducen genes extraños en la planta, hay una burocracia mucho menor al respecto. “Toda nuestra investigación y desarrollo está siendo realizado por un equipo israelí en nuestras instalaciones en Givat Chen -una comunidad agrícola en el centro de Israel-. Nuestras soluciones son globales y nuestros productos son adecuados para todo el mundo, no solo para los países desarrollados, sino también para aquellos en desarrollo”, indicó.

Según Margalit, las variedades de cannabis mejoradas de BetterSeeds saldrán al mercado en Israel a finales de este año.

“Para fines de 2022 tendremos ingresos sustanciales de las ventas en todo el mundo. Comenzaremos a comercializar nuestros productos distintos del cannabis a fines de 2023 “, predijo.

Manzanas y naranjas

De cara al futuro, a Margalit le gustaría diversificarse en cultivos perennes como manzanos y cítricos, que no se plantan anualmente sino a largo plazo.

La tecnología de edición genética podría hacer que ese tipo de cultivo comprometan inversiones menos largas y arriesgadas.

“Hoy, un agricultor planta sus cultivos y espera tener unos buenos años en los que no obtendrá ingresos del huerto. Mientras tanto, esperará que los cultivos no contraigan enfermedades o que el cambio climático no arruine todo. O que las preferencias y los gustos de los consumidores no cambien. Este es un problema con los cultivos perennes: se arriesga si ha invertido en el momento adecuado. También cuesta mucho dinero comenzar un huerto, y muchas familias de agricultores simplemente están atrapadas con ciertos cultivos”, señaló Margalit, que añadió que la edición genética haría que la cosecha perenne fuera estacional.

Con la tecnología de BetterSeeds los huertos de manzanas podrían convertirse en estacionales. Foto: Matthew Rumph/ Unsplash

Este cambio aumentaría la versatilidad de los agricultores y la forma en que pueden utilizar su tierra cada año y podría hacer que la agricultura sea más rentable y aumentar la variedad de cultivos.

“Es una visión muy significativa. Creo que podremos cambiar las primeras cepas de perenne a estacional en 2025 o 2026. Para cada cultivo, tendríamos que adaptar y ajustar los CRISPR, y ese es uno de los desafíos”, manifestó.

Si Margalit tuviera que elegir un cultivo en el que concentrarse, ese podría ser el caupí. El frijol cultivado para el consumo humano y animal tolera el suelo arenoso y las escasas precipitaciones típicas de las regiones semiáridas de África y Asia.

“Si necesito enfocarme en el cultivo que sufre las mayores brechas, la mayor necesidad en el mercado y que ayudaría a alimentar al mundo, es el caupí. Incluso si solo lo logramos, habríamos realizado un cambio enorme”, finalizó.

Para más información, clic aquí.

Fuente: ISRAEL21c

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