Un plan urbanístico en patrimonio judío desata la ira de la comunidad en Lituania

Un hombre reza frente al lugar en el que están depositados los restos del Gaon de Vilna en el cementerio judío de Vilna Foto: REUTERS/Ints Kalnins

Vilna, capital de la actual Lituania independiente, anteriormente parte de Polonia y siglos atrás de un estado polaco-lituano, fue históricamente también un importante centro de erudición y pensamiento del judaísmo en el este de Europa, cuyo legado se ve amenazado ahora por un controvertido proyecto de construcción.

La disputa gira en torno al proyecto para un moderno centro de congresos en el terreno de un antiguo cementerio judío, en el que fueron enterrados destacados rabinos y otros miembros de una comunidad antaño vibrante.

La paz del camposanto ya se vio perturbada con la construcción de un pabellón deportivo y una piscina -ahora en franco deterioro- construidos en 1971, cuando Lituania todavía formaba parte de la Unión Soviética.

El Gobierno lituano y su empresa de gestión de propiedades estatales Turto Bankas han ido avanzando con los planes de reconvertir el pabellón deportivo en un centro de congresos por un coste de al menos 30 millones de euros.

Se espera que en breve se anuncien licitaciones para la construcción y posterior gestión del centro de congresos con capacidad para 4.000 visitantes y cuyo proyecto está autorizado desde 2009, explicó Tomas Bagdonas, portavoz de Turto Bankas.

Una de las figuras históricas enterradas antaño en el cementerio judío, situado en el barrio de Snipiskis, es Elijah ben Solomon Zalman (1720-1797), conocido como el Gaón (genio, en hebreo) de Vilna (el nombre en yidis para esta ciudad).

Fue un acreditado estudioso de las diferentes formas del culto judío y crítico con el jasidismo, una de las variantes del judaísmo que emergió de la Ucrania occidental, por aquel entonces parte de la Mancomunidad de Polonia-Lituania.

Los restos mortales del Gaón, del que este año el Gobierno lituano celebra el 300 aniversario de su nacimiento, fueron trasladados en 1950 del cementerio, donde desde 1831 ya no se realizan entierros.

DESACRALIZACIÓN DE PATRIMONIO DEL JUDAÍSMO

Los críticos del nuevo proyecto afirman que centenares de tumbas y lápidas resultaron destruidas durante la construcción de las instalaciones deportivas en la era soviética y que el centro de congresos sólo ampliará la desacralización de este histórico lugar del judaísmo, cuya importancia trasciende las fronteras de Lituania.

La controversia ha dividido asimismo a la pequeña comunidad judía en Vilna y en Lituania, sobrevivientes del Holocausto -en el que murió casi toda la población judía lituana, que antes de la II Guerra Mundial sumaba unas 210.000 personas- y sus descendientes.

En declaraciones, Faina Kukliansky, abogada y presidenta de la Comunidad Judía de Lituania, afirmó que el daño infligido en las últimas décadas al camposanto es lamentable.

No obstante, se mostró satisfecha con los planes acordados entre la comunidad y el gobierno para erigir un monumento conmemorativo y un pequeño museo sobre el legado judío como parte del nuevo centro de congresos.

«El gobierno, que sigue adelante con las contrataciones (para el centro de congresos) se muestra sensible con nuestra opinión acerca de cómo debería avanzarse», dijo.

Bagdonas, por su parte, aseguró que «Turto Bankas coopera con la Comunidad Judía de Lituania y el Comité de Preservación de Cementerios Judíos en Europa para garantizar los intereses de la minoría nacional judía».

RECUPERAR EL CAMPOSANTO EN LUGAR DE BORRARLO DEL MAPA

Pero la comunidad judía en Vilna rechaza el proyecto y aboga por derrumbar el antiguo pabellón para poder recuperar parte del antiguo cementerio, cuyos primeros entierros confirmados datan de 1487.

«Creo que resucitar el monstruo soviético bajo la fachada de estar haciéndolo con un monumento conmemorativo delante del edificio envía al mundo un mensaje muy negativo acerca de la Lituania de hoy» y no haría más que extender la desacralización de este patrimonio judío, dijo Simonas Gurevicius, presidente de la comunidad de Vilna.

En tanto, un grupo de lituanos, judíos y no judíos y entre los que se encuentra el lituano-estadounidense Andrius Kulikauskas, matemático e historiados aficionado, ha lanzado acciones como las de marcar con piedras con letras hebreas el lugar donde se encontraba antiguamente la valla del camposanto.

Kulikauskas dijo estar sorprendido por el hecho de que el Gobierno lituano quiera preservar «un legado soviético a expensas de un patrimonio judío lituano».

Para Sid Leiman, catedrático emérito de Historia y Literatura Judías en el Departamento de Estudios Judaicos del Brooklin College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, «sería muy fácil reconstruir las lápidas y colocarlas en su lugar original en el cementerio».

Lo sería, porque existen información y mapas del pasado muy bien documentados, aseguró.

«Esto nunca ocurrirá si sobre el cementerio se construyen un centro de convenciones y una sala de conciertos, desacralizándolo y borrándolo para siempre», lamentó. EFE

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