Un israelí y un húngaro reciben el “Nobel de matemáticas” por sus logros en computación

Avi Wigderson Foto: Ednawig Wikimedia CC BY-SA 3.0

Sus contribuciones a esa ciencia y a las matemáticas discretas son «esenciales», resaltó en su fallo la Academia Noruega de las Ciencias y las Letras, que reconoció su papel en convertir esas disciplinas en campos centrales de las matemáticas modernas.

La teoría de la complejidad computacional, vinculada a la rapidez y eficiencia de los algoritmos, estaba en su «infancia» en la década de 1970, cuando una nueva generación de comprendió que las matemáticas discretas podrían aplicarse en la ciencia computacional.

La complejidad computacional se ha convertido en la base teórica de la seguridad en internet, que al igual que los algoritmos son una parte integral de nuestra vida diaria, señala el fallo.

ALGORITMOS Y CRIPTOMONEDAS

Wigderson nació en Haifa (Israel), en 1956, estudió en el Instituto Tecnológico de Israel y se graduó en Ciencias de la Computación en 1980, para luego hacer su posgrado en la Universidad de Princeton (EE.UU.), a la que está vinculado en la actualidad, después de haber regresado una época a su país natal.

Wigderson es conocido por su habilidad para descubrir relaciones entre áreas aparentemente sin conexión, destaca el fallo, que reconoce sobre todo su contribución a la teoría de la complejidad.

Entre sus aportes resaltan los que hizo a la denominada prueba de conocimiento cero, que se usa en la tecnología de las criptodivisas.

Lovász (Budapest, 1948) forma parte de una generación de brillantes matemáticos húngaros y del primer grupo de un experimento en el que se impartieron clases de matemáticas especializadas a alumnos superdotados en un instituto de la capital de Hungría.

A los 22 años se doctoró en la Universidad Eötvös Loránd, donde trabajó luego, así como en la Universidad József Attila de Szeged, durante esa década y la siguiente.

Nombrado profesor William K. Lanman de Ciencia Computacional y Matemáticas en la Universidad de Yale (EEUU) en 1993, seis años después abandonó el mundo académico para ocupar un puesto de investigador jefe en Microsoft, antes de regresar en 2006 a la Eötvös Loránd, donde es profesor en la actualidad.

Lovász ha diseñado poderosos algoritmos con amplias aplicaciones como el «LLL», que se usa en teoría de los números, criptografía y computación móvil.

Los dos matemáticos suceden en el palmarés del premio, dotado con 7,5 millones de coronas (743.000 euros, 885.000 dólares), al estadounidense-israelí Hillel Furstenberg y el ruso Gregory Margulis, ambos judíos, premiados el año pasado por sus estudios pioneros sobre métodos de probabilidad y dinámicas en las teorías de grupos y números.

El premio Abel se denomina así en recuerdo del matemático noruego Niels Henrik Abel (1802-1829), y fue establecido por el Parlamento de este país escandinavo en 2002. EFE y Aurora

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