Un estudio israelí confirmó que exponer a los grillos machos a la luz artificial nocturna afecta sus ciclos de actividad

El gorjeo nocturno es la forma que tiene el macho de llamar a las hembras para que vengan a aparearse con él. Foto: Creative Commons

Un estudio conjunto realizado por investigadores de la Universidad de Tel Aviv y la Universidad Abierta de Israel ha revelado que exponer a los grillos macho a la luz artificial nocturna (ALAN, por sus siglas en inglés) puede perjudicar sus ciclos de actividad.

Según los investigadores, el gorjeo nocturno es la forma que tiene el macho de llamar a las hembras para que vengan a aparearse con él. Y su interrupción puede interferir en los procesos de reproducción e incluso poner en peligro a toda la especie.

Estudios anteriores realizados en todo el mundo han demostrado que la contaminación lumínica es perjudicial para muchas especies de animales y plantas. Los investigadores piden que se reduzca la luz artifical nocturna en la medida de lo posible para permitir la coexistencia en el entorno nocturno.

El estudio ha sido dirigido por los profesores Amir Ayali y Keren Levy, de la Facultad de Zoología y el Museo Steinhardt de Historia Natural de la Universidad de Tel Aviv, y la profesora Anat Barnea, del Departamento de Ciencias Naturales y de la Vida de la Open University. Yoav Wegrzyn, del laboratorio del profesor Ayali, y Ronny Efronny también participaron en el estudio. El trabajo se publicó en Proceedings of the Royal Society B, y también se mencionó en Nature.

Por su parte, Keren Levy explicó: “La distinción entre el día y la noche, la luz y la oscuridad, es uno de los principales fundamentos de la vida en la Tierra. Pero el ser humano, como criatura diurna que teme la oscuridad, altera este orden natural. Produce luz artificial que aleja la oscuridad y le permite continuar sus actividades nocturnas. En la actualidad, más del 80% de la población mundial vive bajo la contaminación lumínica. Y la extensión global de ALAN aumenta un 5% cada año”.

Y añadió: “El ALAN tiene un impacto negativo en el medio ambiente y afecta a los comportamientos naturales que se han desarrollado a lo largo de millones de años de evolución. El ALAN afecta a la duración y la calidad del sueño de muchos animales, provoca una elevada mortalidad y modifica los ciclos de actividad de muchas criaturas. Por ejemplo, los escarabajos peloteros, que navegan utilizando la Vía Láctea, pierden el rumbo cuando aumenta la contaminación lumínica; las crías de tortugas marinas buscan la superficie más brillante a la vista, supuestamente el mar, y llegan en cambio al paseo marítimo cercano; por mencionar sólo dos de los muchos ejemplos».

En el estudio actual, los investigadores examinaron el impacto de la contaminación lumínica en el grillo de campo. Este es un insecto nocturno cuyo pitido puede oírse durante las noches de finales de verano. Lo hace cuando los machos llaman a las hembras para que se apareen con ellos.

Por otro lado, el profesor Ayali explicó: «En la naturaleza, los grillos presentan un ciclo de actividad muy regular. El chirrido, la llamada a las hembras, se produce al atardecer y durante la noche, y termina por la mañana. Expusimos a los grillos de campo a diferentes niveles de ALAN de por vida. Observamos su impacto en dos comportamientos fundamentales: el gorjeo y la locomoción».

Los investigadores controlaron docenas de grillos expuestos de por vida (desde el huevo hasta la etapa adulta), a cuatro tipos de condiciones de luz. Descubrieron que los grillos expuestos a 12 horas de luz seguidas de 12 horas de oscuridad mostraban ritmos de actividad cíclicos de 24 horas: empezaban a piar cuando se apagaban las luces y dejaban de hacerlo cuando se volvían a encender.

Los grillos que experimentaron una iluminación parcial en los periodos de oscuridad perdieron sus ritmos naturales y su sincronización con el entorno. El 80% siguió un ciclo interno individual y el 5% perdió todo el ritmo. Los grillos expuestos a luz constante las 24 horas del día desarrollaron sus propios ciclos (71%) o perdieron todo el ritmo (29%). Los resultados indicaron que el aumento de ALAN en el laboratorio induce la pérdida de ritmo tanto a nivel individual como poblacional.

En último lugar, Keren Levy concluyó: «Nuestro estudio demuestra que los grillos cuyo ciclo luz-oscuridad se ve alterado se comportan como los adolescentes en vacaciones: activos o dormidos según su propio reloj interno o sin ritmo alguno. De hecho, la contaminación lumínica inducida por el ser humano afecta al grillo de campo y provoca la pérdida de sincronización dentro del individuo, a nivel poblacional y entre la población y el medio ambiente. Nuestros hallazgos sobre los cambios inducidos por el ALAN en los patrones de canto de llamada pueden perjudicar la atracción de las hembras y la reproducción en esta especie”.

Y finalizó de esta manera: “Nuestros resultados concuerdan con muchos otros estudios que demuestran los graves impactos de niveles bajos de ALAN en la naturaleza. Les pedimos que protejan nuestro medio ambiente y nuestro entorno apagando las luces de sus patios, de las terrazas y de los aparcamientos. Ayúdanos a devolver la noche y la Vía Láctea a nuestras vidas y a permitir la convivencia nocturna con las criaturas que nos rodean”.

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