Colin Price, investigador de la Facultad de Medioambiente y Ciencias de la Tierra de la Universidad de Tel Aviv, llevó a cabo un estudio que establece una relación directa entre la continua y prolongada deforestación en la cuenca del Amazonas y la disminución en el número de tormentas en la región.
Los científicos detrás del estudio estiman que “la pérdida de cada megatón de carbono en la Amazonia, equivalente a aproximadamente un millón de árboles grandes talados, resulta en una disminución del 10 por ciento en el número de tormentas”.
La investigación en la zona es compleja, porque no existe la suficiente información sobre las características de las tormentas en la Cuenca del Amazonas en las últimas décadas. Sin embargo, los científicos israelíes consiguieron desarrollar un modelo estadístico a partir de una recopilación de datos globales desde 1940.
Price afirmó que “las selvas tropicales del Amazonas son las más grandes del mundo y desempeñan un papel crucial en la regulación del clima de la Tierra”, y además, “producen su propia lluvia: los árboles emiten vapor de agua a través de la evaporación al aire que eventualmente se condensa y forma nubes y lluvia sobre las selvas tropicales. Por lo tanto, los bosques influyen en las lluvias locales y regionales”.
Los resultados del estudio son sorprendentes porque marcan un contraste con la tendencia global, en la que se ve un aumento en la frecuencia de las tormentas a raíz del cambio climático. Se cree que eso creó un ciclo de retroalimentación que puede ser una amenaza para los bosques, principales productores de oxígeno en la naturaleza.