Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Tel Aviv, liderado por Natalia Kononov y Danit Ein-Gar, ha revelado un aspecto positivo del creciente enfoque en la apariencia personal en la actualidad.
Algo que a priori la mayoría podría calificar de negativo o al menos superficial, según los resultados del estudio es posible pensar que las personas que invierten en mejorar su apariencia, ya sea en la realidad, en línea o incluso en su imaginación, tienden a comportarse de manera más amable y son el doble de propensas a donar a la caridad.
Para probar su hipótesis, los investigadores realizaron una serie de experimentos en entornos virtuales y de laboratorio, en los que por ejemplo se les pedía a los participantes que mejoraran una selfie utilizando un filtro, u otro en el que tenían que completar uno de dos cuestionarios con preguntas relacionadas con estilos de moda, alentando a los usuarios a imaginarse en su momento más atractivo, mientras que el otro abordaba estilos arquitectónicos.
Estos resultados sugieren que incluso imaginarse más atractivo puede motivar comportamientos prosociales.
El estudio fue publicado en la International Journal of Research in Marketing. Como parte de las conclusiones principales, Ein-Gar explicó que “la mejora de nuestra apariencia, como tras un nuevo corte de cabello, nos hace sentir más observados y, en consecuencia, más conscientes de nuestro comportamiento social”.
Además, agregó que “aunque se critica a la generación de las selfies por su aparente superficialidad, nuestro estudio demuestra un efecto secundario positivo: las personas que se sienten bien con su apariencia pueden canalizar ese sentimiento hacia acciones que beneficien a los demás”.