Tzedek jevratí  (Grieta social)

24 mayo, 2021
Disturbios en Lod. Foto vía Twitter

Israel 2021, la democracia par excellence del Medio Oriente, la startup nation y Canaán histórico, es decir todos los israelíes de buena fe, deberíamos temblar del eco que surge y suena por doquier, de la grieta multifocal que nos posee y nos acosa sin cuartel, hace ya algunos años en la “tierra prometida”.

Ortodoxos judíos contra laicos judíos.

Ortodoxos judíos reformistas contra naturei karta y afines.

Ortodoxos ashkenazim contra ortodoxos mizrajim

Derecha maximalista territorial contra izquierdas moderadas partidarias de dos territorios para dos pueblos

Árabes moderados israelizados, asimilados, contra árabes extremistas, como los hermanos musulmanes que apoyan a Hamás

Y no nos olvidemos de la grieta de todas las grietas, aún viva, de ashkenazim contra mizrajim.

Y me disculpo si me olvidé de alguna, aunque creo que es suficiente para revisar, rehacer, remontar este partido que de momento vamos perdiendo todos como sociedad civil por goleada.

La grieta entre ortodoxos y seculares se encuentra en una encrucijada o punto de no retorno salvo que los líderes, principalmente, abandonen intereses personales y de tribus en bien de Israel “hashlemá im atzmá”.

La pandemia agudizó las diferencias entre todas estas facciones de un país que iba en camino de derrotar a la tan temida grieta.

La manera de los jaredim de no acatar el orden estatal durante la pandemia resalta el carácter insurreccional de esta parte de la sociedad que se niega a obedecer la ley israelí no solo en estas épocas  del virus sino que también en lo referente a la vida secular en shabat, la obstinada oposición  a servir en el  ejército  o policía, que los ha defendido durante  la pequeña guerra denominada shomer hahomot del terrorismo asesino de Hamás y de los huliganim árabes dentro de ciudades mixtas, protegiéndolos en ambos casos igualitariamente, sin distinciones, incluidos árabes israelíes.

La pregunta no tan retórica es:

¿Quién nos defenderá de las homot internas?

Las creencias fundamentadas o no tanto, las divergencias y los enfrentamientos entre facciones del judaísmo y también las palestinas o árabes del entorno mediterráneo oriental, no son nuevas y posiblemente nos acompañen todavía varios decenios aunque D I . S no quiera.

La gran dificultad de compartir territorio en sentido literal físico, político y emocional sociológico también, no debe evitar enfrentarse a esta realidad creando nuevas herramientas que permitan avanzar en el camino de la confrontación blanda o la colaboración espinosa, tan necesarias para mejorar y hacernos más poderosos, igualitarios, justos, y principalmente juntos.

La cuestión territorial no es solo un problema entre los llamados palestinos del 48 o del 67 que aspiran a un estado propio en las coordenadas anteriores a la Guerra de los Seis Días, sino que también y bajo el radar se fueron creando durante los últimos 30-40 años zonas laicos free lo que configura un país con las ya sabidas aldeas o ciudades árabes puras, las mencionadas zonas jaredíes, áreas laicas y el territorio palestino del West Bank y Gaza, todo esto en unas dimensiones de 480 km de largo por 80 km de ancho, promedio.

Esta reflexión la vengo elaborando hace algunos años debido a mi reflexión sobre la intensidad del uso territorial de cada uno de los cuatro grupos mencionados, y esto todavía sin contar con los reductos drusos, beduinos del Néguev y otras pequeñas comunidades étnicas entre el río Jordán y el Mediterráneo.

No es una bomba de tiempo, pero digamos que es un manojo de dinamita a la cual si se le agrega mecha y enciende puede llegar a explotar, como lo hizo durante los días de la contienda actual entre árabes pro Hamás y judíos de los asentamientos conjuntamente con jóvenes judíos en Lod, Acco y Jerusalén principalmente.

Estos días se cumplieron 160 años del nacimiento de Hertzl que señaló en uno de sus escritos que: “colocar a los judíos bajo un mismo sombrero era un trabajo muy duro a pesar de que cada uno tiene una cabeza, o tal vez por ese motivo”.

La cultura del cambio, la reflexión, la tradición talmúdica de controversia, la discusión eterna entre escuelas diferentes dentro del judaísmo adoptada de una u otra manera por el israelí actual, debería abrir camino a una mayor proliferación de entendimiento, incluso vía discrepancia, en favor de una recomposición del total del pueblo en Sion con el mundo árabe en general, como mínimo en modo experimento.

Volviendo atrás  y parafraseando el título de este artículo diré:

no hay tzedek jevratí sin asimilar al otro, al diferente, continuando diálogo y provocando zonas de encuentro como soporte y gatillador del cambio de actitud de todos contra todos a todos escuchando y descifrando a todos.

La cuestión árabe-palestina-israelí, es cuestión de la próxima entrega.

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