Trump en camino a Jerusalén

Pablo Sklarevich
Paradójicamente lo que no logró el ex presidente Barack Obama, durante los ocho años de sus dos mandatos (2009-2017), parece haber conseguido involuntariamente su sucesor, Donald Trump, en cuestión de meses.
La tensión en la coalición gobernante es cada vez más alta; a medida que se acerca la presencia del presidente norteamericano y la posibilidad eventual de una reactivación del proceso de paz.
Como una pareja despechada, la derecha religiosa nacionalista – el partido Habait Haiehudí- se ha quedado con la fantasía de que si hubiera dicho la palabra precisa en el momento justo no lo hubieran dejado a un lado y acusa al primer ministro de no haber cambiado a tiempo el casete sobre “los dos estados”.
Al parecer, Obama no comprendió la lógica del bazar que impera en el Oriente Medio. Cuando más críticas severas y más exigencias le imponía a Israel; más alta era la rama del árbol a la que se subía el presidente palestino, Mahmud Abbás. Y más difícil era traerlo a la mesa de negociaciones.
En cambio, Trump dejó desde el principio a Abbás a la intemperie al emplazar a los palestinos a “hallar la paz” con Israel durante su encuentro con Netanyahu en la Casa Blanca, en febrero pasado. “Un Estado o dos Estados. Aceptaré lo que acuerden”, apuntó notoriamente el mandatario nortemericano. Desde entonces, Abbás no ha hecho otra cosa que cortejarlo.
Trump viene a Jerusalén a darle a Netanyahu el abrazo del oso. Un acercamiento entre Israel y el mundo sunita, que implique una reactivación de las negociaciones con los palestinos, podría partir la coalición gobernante en pedazos.
De todas maneras, para los recalcitrantes aún hay esperanzas. No es claro que Abbás, esté en el fondo dispuesto a un verdadero arreglo.
El presidente palestino ya rehuyó dos veces a un acuerdo. La primera vez, ante el entonces primer ministro, Ehud Olmert, en 2008, que buscaba desesperadamente un pacto probablemente como una vía para evitar la inevitable condena que está cumpliendo por corrupción en estos momentos en la cárcel de Maasiyahu. La segunda en marzo de 2014, según le señaló el ex asesor de Seguridad Nacional, Yaakov Amidror, al príncipe saudita Faisal durante una rara aparición pública conjunta en Washington.

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