Torá. Sexo y género. Breve reflexión.

16 agosto, 2021 , ,
Marcha del Orgullo, 2019. Foto: Cortesía de la Municipalidad de Tel Aviv-Yafo, Guy Yechiel

Dr. Natalio Daitch

Cambalache siglo XXI.

No cabe duda que estamos viviendo la época donde los valores tradicionales han sido cuestionados, y existe una impresionante movida de amplios sectores sociales, a los fines de modificar nuestras ideas, y hacernos ver que «muchas cosas son relativas» o que nuevos enfoques acerca de ciertas cosas pueden y deben ser «aceptadas, toleradas, naturalizadas, y por consiguiente legalizadas».

Hoy por hoy escuchamos esto de «nuevos paradigmas», siendo que paradigma es un ejemplo o modelo de algo, que hoy se encuentra mutado, o invertido. Y resulta evidente que estamos inmersos en la época de las «confusiones y de las dudas».

Frente a un discurso claro y diáfano se nos plantea una especie de «tortilla» donde todos los elementos se encuentran mezclados, y donde resulta cada día más difícil y hasta imposible para cualquiera de nosotros «separa la paja del trigo».

Sexo y género.

Diferenciar ambos términos es crucial (para separar las aguas) y entonces: género se refiere a las características diferenciadas asignadas por la sociedad tanto a hombres como mujeres, mientras que el sexo se define como aquellas rasgos biológicos y fisiológicos que definen al hombre y a la mujer (con el ejemplo clásico que las mujeres tienen menstruación y obviamente los hombres no).

Movimientos contestatarios.

La impresionante embestida motorizada por un conjunto de movimientos contestatarios (que polemiza, propone o protesta contra un orden establecido), y que engloba lo que conocemos como LGTB (iniciales de Lesbianas, Gais, bisexuales, y transgénero) y que con bandera propia representan a grupos de personas con identidades u orientaciones sexuales determinadas, acompañados o de la mano de grupos feministas (serían aquellos que piden para la mujer reconocimiento de capacidades y derechos que tradicionalmente han estado reservados a los hombres) y en el presente reclamando aborto a mera voluntad, junto a sectores de grupos de izquierda o de otros denominados progresistas. Todos ellos, practican una demostración de fuerza, que tiene como objetivo hacer conocer a la sociedad toda su existencia, y lo que ellos manifiestan como «un legítimo orgullo o sentido de pertenencia», donde todo puede ser mostrado y debería ser aceptado por el resto del colectivo social.

No es infrecuente poder apreciar como muchas de estas manifestaciones terminan en acciones violentas, en particular en lo que algunos denominan un feminismo violento y enloquecido.

Para concluir este tercer bloque, restaría mencionar que travesti son hombres que se visten de mujer, mientras que los transexuales son aquellas personas que adquieren características físicas de la persona del sexo contrario mediante tratamiento hormonal o quirúrgico.

En el caso de Israel, la ciudad de Tel Aviv se ha consolidado como un oasis del turismo Gay.

Torá. Marcar la cancha. Final.

Antes de concluir esta breve reflexión debo dejar aclarado que, tanto en lo personal como en mi actividad profesional (médica) he atendido por igual (con el mismo respeto humano), a personas con diversas orientaciones sexuales. Y entiendo que así debemos comportarnos con todos nuestros semejantes. De todas formas, la Torá desde el inicio de los tiempos nos aclara cual es la voluntad divina respecto a un tópico que siempre será motivo en el plano terrenal a ser materia de comentarios y discusiones.

En el capítulo de la Torá que leeremos el próximo shabat parashá Ki Tetzé el enunciado es claro, tajante y definitivo y eterno. Diáfano. El modelo judío, que se sustenta en la sabiduría divina sentencia que hombre y mujer son opuestos complementarios. Ambos se necesitan y deben apoyarse mutuamente. Ambos son la gran apuesta del judaísmo de ser la única base de la familia tradicional. De hecho, hombre y mujer son complementarios físicamente y juegan roles diferentes (que es la función que juegan las personas en determinado lugar y situación), y que ambos son imprescindibles para el normal desarrollo de los hijos (obvio en hogares donde la pareja heterosexual funciona normalmente).

Para concluir, todas las personas tienen derechos básicos que deben ser respetados, y aquellos actos que se relacionan con la privacidad de las personas adultas que han optado por cierto estilo de vida, se encuentran amparados en los países que garantizan derechos en esa esfera o ámbito. Pero, el modelo básico, primero, que es la célula madre de la vida familiar (y el ladrillo básico de toda sociedad) y de la forma de vida que a los hebreos nos ha sido asignada, nunca debería ser equiparada ni intentar igualarla con otras alternativas u opciones, si queremos preservar la natalidad y respetar la orden de Hashem («Varón y mujer los creó”). Es decir, Prú Urbú (creced y multiplicaos) y esta consigna y necesidad es contraria a lo que muchas feministas proaborto indiscriminado vienen reclamando.

Nuestro pueblo ha sido diezmado históricamente, más allá de toda argumentación religiosa, no puede darse el lujo de ver mermar (aún más) la tasa de casamientos que tengan como objetivo concebir hijos y conformar familias, que aseguren nuestra sustentabilidad y supervivencia nacional.

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